El proceso inflacionario no puede ser contenido por los negocios minoristas que ven incrementarse la brecha en los valores respecto de los que muestran las grandes superficies comerciales, según un estudio de la consultora Ecolatina.
Comprar una misma canasta de alimentos en una sucursal de una gran cadena de supermercados cuesta hasta 16,5% menos que adquirirla en un comercio tradicional de barrio y esa disparidad de precios se agranda por la inflación que no puede ser contenida por los negocios minoristas.
Así lo señaló ayer la consultora Ecolatina, la que indicó además que en algunos productos, como es el caso de los cortes populares de carne, la diferencia sube hasta 25%.
Para observar la disparidad de precios entre los comercios tradicionales y los supermercados, la consultora analizó el costo de una canasta de 50 productos en ambos canales de distribución. El resultado del estudio afirmó que adquirir los productos de esta canasta en los comercios tradicionales cuesta 367 pesos, mientras que en los grandes supermercados se necesitan 315 pesos. Esto significa una diferencia de 52 pesos, es decir, 16,5% entre ambos canales de venta.
En el mismo sentido, la consultora señaló que esta brecha se ha ampliado levemente en el último año: en julio de 2009 la diferencia entre ambos comercios era de 15,2%, 1,3 puntos porcentuales menos que en la actualidad.
“La avalancha de promociones y descuentos lanzada por las grandes cadenas desde fines de 2008, ampliaron cada vez más la diferencia entre ambos tipos de comercios”, se dijo.
Aunque la implementación de este tipo de acciones logró sostener la demanda y motorizó gran parte del consumo durante la última crisis, en el escenario actual “las ofertas ya no bastan para atraer clientes”.
En efecto, Ecolatina aseguró que las ventas en locales tradicionales están creciendo a un ritmo mayor que en los supermercados. Ello se debe a que en épocas de inflación los consumidores realizan compras de poco monto con mayor frecuencia, y prefieren la proximidad al menor precio o las promociones.
Existen varios factores que explican la creciente brecha de precios entre supermercados y comercios tradicionales, según se indicó en el informe. En primer lugar, los acuerdos de precios se implementan sólo en supermercados, pues es más sencillo acordar y controlar a un grupo reducido de cadenas que a miles de comercios.
A su vez, los supermercados pueden mantener bajo el precio de un producto de manera artificial y compensar la pérdida de rentabilidad con la venta de otros. En cambio, los comercios tradicionales tienen una menor variedad por lo que deben trasladar el alza de costos al precio de venta final.
En el estudio, el caso de la carne fue un claro ejemplo: de un relevamiento de 26 cortes vacunos se observó que el precio promedio para el caso del novillo es 25% más barato en los supermercados que en las carnicerías.
Por el contrario, los cortes de ternera, generalmente más costosos, son casi 10% más caros en las grandes cadenas que en los comercios de barrio.