martes 26, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

El rol de las entidades intermedias en la superación de la crisis

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Por Luis Alberto Esterlizi (*)

Es hora de que los dirigentes que representamos alguna organización sectorial,
gremial o social de Argentina asumamos la convicción de que es fundamental superar los límites de nuestra representación para poner todas las instituciones al servicio del país.

Como miembros de una asociación empresarial que durante más de 15 años ha signado su futuro con el del país y con la construcción de una sociedad mejor, vemos como imperiosa la necesidad de promover desde los ámbitos en que nos toca actuar la paz, la armonía y la integración de los sectores políticos, económicos y sociales, como única manera de no quedar sometidos a los efectos de la crisis sistémica que se despliega sobre América del Sur yel mundo en general y que también puede repercutir en nuestro país.

La crisis sistémica
Ponemos en relieve que lo que está ocurriendo en muchas regiones del planeta es la manifestación palpable de la crisis de sistemas de gobierno que hasta el presente no han podido o no han querido abrir el ejercicio de la democracia a la participación y al compromiso institucional de los pueblos.

Las comunidades en la realidad palpable de hoy no se conforman con saber o conocer el contenido de las políticas públicas sino también y esencialmente lo que quieren es ejercer el derecho de participar en la elaboración y explicitación de las mismas por ser destinatarias naturales de los impactos que dichas políticas de Estado producen en sus vidas y proyecciones.

La necesidad de un Estado y una comunidad organizados                                                             En total sintonía con dicha aseveración, en nuestra asociación sostenemos que las entidades intermedias –sean sectoriales, gremiales o sociales– son las expresiones organizativas más
fidedignas de la sociedad argentina ya que independientemente de los gobiernos de turno- están permanentemente pulsando la verdadera realidad que viven, sufren o gozan a partir del diseño y explicitación de las políticas de Estado.

También es cierto que, auscultando las causas de nuestros problemas políticos, económicos y sociales, llegamos a la conclusión de que una gran parte de la dirigencia –en general- como del proceder de distintas instituciones sean públicas o privadas– han perdido el rumbo de sus objetivos y el rol de sus funciones, olvidándose tanto del concepto de servidores públicos como el de la responsabilidad social.

Es innegable la realidad de estos años ininterrumpidos de democracia, al haber comprobado que con la sola representación que emana de los partidos -que hoy carecen de bases programáticas y de estructuras solidas de participación ciudadana– no se logra una real participación de la sociedad ya que al final terminan siendo representantes de Juan, de Pedro o de cualquier gobernante de turno.

Por tales circunstancias, la sociedad que observa dichos procedimientos “democráticos”, comienza a buscar otros medios para hacer llegar sus reclamos y propuestas y exige a las organizaciones y entidades intermedias que ejerzan tal representación ante los distintos niveles gubernamentales, comprobando lo difícil que es consensuar una institucionalidad que vertebre la integración público-privado con sentido trascendente a través de las políticas públicas.

La visión de un Estado moderno debe contemplar la integración entre lo público y lo privado, porque es fundamental de que trabajando al servicio del bienestar de la sociedad los límites de dicha integración no pueden exponer conflictos de ninguna naturaleza.

Y éste es tal vez el mayor desafío ya que por un lado tanto la dirigencia como las instituciones en general deben recuperar la ética, la moral y el compromiso social, que son los pilares de un sistema de gobernanza del pueblo, para el pueblo y especialmente con el pueblo.

La Argentina de hoy
En Argentina, hemos cumplido con una nueva etapa en el recambio de gobiernos y representantes legislativos afianzando de alguna manera el ciclo democrático iniciado en 1883, pero más allá de su importancia- nos queda la enorme preocupación por la agresividad de secuelas que devienen de profundas grietas políticas, económicas y sociales. De persistir este contexto de graves confrontaciones, discriminaciones y erráticas políticas públicas concebidas en los laboratorios y despachos de dirigentes sesgados por un personalismo irreverente e incapaces de institucionalizar los ámbitos públicos-privados para construir consensos con todos los actores sectoriales, gremiales y sociales y acordar los compromisos en acciones concurrentes, jamás podremos construir una sociedad unida e integrada en valores y principios esenciales puestos en acción.

Argentina necesita, en primer lugar, recuperar su unidad trascendiendo por encima de dichas tragedias, ya que como lo hemos dicho en repetidas oportunidades, ningún sector o clase social podrá salvarse en un país que se hunde en el me- dio de una lucha intestina entre clases sociales y fobias racistas.

La Argentina del futuro
El escenario mundial en que hoy nos toca actuar,transita por un cambio de época que va modificando substancialmente el comportamiento de los pueblos y las naciones, de los territorios y las regiones imponiéndonos la necesidad insoslayable de la convivencia pacífica que estrechando las distancias en todos sus aspectos- construya la imprescindibilidad de tener que armonizar todos y cada uno de los aportes para la realización de un universalismo que merezca ser vivido por quienes lo constituimos, seamos del norte o del sur, de occidente u oriente.

Tanto el que desoiga el llamado de los pueblos como el que intente imponer supremacías, son igualmente culpables en la posibilidad de impedirla superación de la irracionalidad que opera a favor del exterminio de la humanidad y la destrucción de la naturaleza que han sido creados para coexistir en constante y permanente equilibrio y armonía.

En nuestra Sudamérica, así como en todo el mundo, se vive -por encima de enfrentamientos entre concepciones ideológicas arcaicas un cambio de paradigmas que preanuncia como parte del proceso de evolución social, que los pueblos intentan construir su propio liderazgo sin imposiciones de ninguna naturaleza o de ideologías extrañas a sus idiosincrasias.

Hace bastante tiempo deberían haber sido superadas las etapas gregarias de caudillos y líderes, del poder omnímodo de grupos corporativos, de gobiernos autocráticos y de sistemas de gobiernos que no permiten el desarrollo social y el protagonismo institucional de las distintas entidades que son las expresiones orgánicas de las actividades de hombres, mujeres y jóvenes que se sienten dueños de este país.

El rol de la dirigenciay de las entidades intermedias                                                                     Este proceso por lo tanto nos exige a dirigentes e instituciones obrar bajo la ética, la moral y el compromiso social, como ingredientes insustituibles que marcan la calidad institucional y de sus representantes puestos al servicio del país en su conjunto. Porque un pueblo que no logre conformar o no tener la capacidad de establecer una organización que le permita ser el soporte fundamental de la soberanía de su país y de establecer las bases programáticas de un modelo de gobernanza que fielmente defienda y promueva sus intereses, será presa fácil de cualquier ideología extraña a nuestra idiosincrasia que ande circulando por estas latitudes. La existencia de realidades complejas y confusas a la que se suma la presión ejercida por estrategias económicas, financieras y geopolíticas derivadas de la confrontación entre las potencias por conformar un nuevo orden mundial y que también repercuten en este escenario, nos deben llamar a la reflexión para entender que hoy tal vez más que nunca, resulta estratégico trabajar para que el año 2020 sea la puerta de entrada hacia nuestra realización como sociedad organizada.

Es hora de que los dirigentes que representamos alguna organización sectorial, gremial o social de Argentina asumamos la convicción de que es fundamental superar los límites de nuestra representación para poner todas las instituciones al servicio del país y que si es importante saber qué es lo que hacen los gobiernos, tan o más importante es comprender que el país y la sociedad en su conjunto esperan que demostremos de que somos capaces de hacer por ellos.

(*) Presidente Foro Productivo Zona Norte

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