Se estima que de cada 10 estudiantes, entre dos y tres tienen problemas para gestionar sus emociones ante una prueba. Un equipo del Laboratorio de Evaluación Psicológica y Educativa (LEPE) de la UNC encontró una solución
Noviembre y diciembre son meses de turnos de exámenes en la universidad y, para un número importante de estudiantes, esa instancia se asocia a un estado de malestar emocional general y sensaciones de ansiedad, preocupación, angustia o la falta de confianza.
Estos síntomas suelen ser aún más marcados cuando se trata de un examen oral, una modalidad de evaluación habitual en las casas de altos estudios y generalizada en la UNC en carreras masivas como Derecho y Ciencias Médicas, u otras como Odontología y las vinculadas a las Ciencias Sociales.
Para disminuir la ansiedad y las conductas de evitación de los exámenes orales, un equipo de especialistas del Laboratorio de Evaluación Psicológica y Educativa (LEPE) de la UNC diseñó un tratamiento grupal que testearon durante tres años en estudiantes, con comprobada efectividad: quienes participaron registraron una reducción de la intensidad de la ansiedad, mayor tranquilidad y mejor manejo del malestar, entre otros efectos positivos.
“La ansiedad ante los exámenes es una respuesta emocional que se caracteriza por la preocupación recurrente sobre un eventual fracaso, porque el desempeño del estudiante en la evaluación puede afectar el logro de metas que considera importantes, o puede dañar su autoestima”, explica Luis Furlan, director del estudio, mediante el cual se diseñó la intervención terapéutica.
El modelo emplea técnicas de mindfulness, terapia de aceptación y compromiso, y congnitivo-comportamentales, que aplicaron en diferentes grupos de estudiantes universitarios de distintas carreras con problemas persistentes para rendir exámenes orales.
Por medio de mediciones previas y posteriores a la intervención, constataron disminuciones estadísticamente significativas en las escalas de ansiedad ante los exámenes, emocionalidad, preocupación y falta de confianza.
“El entrenamiento puede ayudar, primero, a que no posterguen el examen y lleguen a rendir. Y una vez que lo hacen, se desenvuelvan mejor”, apunta el especialista.
“La intervención tiene un impacto importante en términos de reducción de los síntomas generales de la ansiedad. Quienes completaron la experiencia se benefician por haber participado de un espacio de escucha, compartir con otros lo que les pasa, y normalizar su sufrimiento”, agrega.
Furlan aclara además que niveles moderados de ansiedad son normales ante una situación de evaluación académica, pero esta puede transformarse en una fobia si adquiere dimensiones inmanejables. “El problema es cuando la ansiedad se incrementa de forma excesiva, fruto de especulaciones poco realistas e información parcial, basada en argumentos como ‘me dijeron que estuvo muy difícil el examen’, o ‘no voy a poder llegar’”, ejemplifica.
Se estima que de cada 10 estudiantes, entre dos y tres tienen dificultades para gestionar sus emociones ante una evaluación, con un desempeño por debajo de lo que podrían, mientras que uno de cada 10 presenta dificultades persistentes para rendir. El dato surge de un estudio epidemiológico realizado en el marco del LEPE, un espacio de investigación de la Facultad de Psicología dirigido por Furlan, que desde hace 20 años se dedica a la realización de estudios de psicometría, y construcción y adecuación de instrumentos de medición a la población local.
En qué consiste el tratamiento
Para el tratamiento, el equipo de investigación diseñó un instrumento de medición multidimensional de la ansiedad, adaptando uno de origen alemán a las características socio-culturales locales. El instrumento muestra un puntaje general de ansiedad, y evalúa cuatro parámetros: niveles de preocupación (“no voy a llegar”, “me va a ir mal”), emocionalidad (“me siento tenso, angustiado, con palpitaciones”), falta de confianza (“no voy a poder”) e interferencia o pensamientos ajenos al tema de estudio o situación de examen, que desenfocan de la tarea (“me olvidé la canilla abierta”).
La intervención puede impactar de manera diferente en cada una de estas dimensiones, por ello, miden el impacto promedio del grado de ansiedad, pero también su influencia en cada variable individual.
También construyeron otro instrumento que evalúa las conductas de evitación en exámenes orales (postergación e inhibición de la expresión). Ambos son aplicados antes y después de rendir, a fin de comparar resultados, junto con una serie de preguntas abiertas vinculadas a la experiencia del examen, principales dificultades atravesadas y recursos del programa que resultaron más útiles.
Para Furlan, el tratamiento aborda una de las puntas del problema, la del estudiante, pero destaca que es necesario también trabajar con los docentes en la creación de culturas evaluativas más amigables.
Talleres gratuitos: dónde y cuándo
En el LEPE de la Facultad de Psicología: taller grupal gratuito de control de ansiedad ante exámenes. Realizan dos convocatorias anuales (marzo y julio). La capacidad de atención es limitada (máximo de 20 personas por cuatrimestre) ya que no es un servicio abierto, sino una actividad que se desarrolla en el marco de un proyecto de investigación. Está específicamente enfocado a la regulación general de la ansiedad, y de sus síntomas asociados. Contacto: [email protected]
En la Secretaría de Asuntos Estudiantiles (SAE): taller grupal gratuito psicoeducativo.
Consiste en tres encuentros mensuales. Se trata de una oferta continua de servicio organizada mediante dispositivos grupales. Este taller ayuda a reconocer y regular distintos estados emocionales que se activan ante una evaluación (vergüenza, culpa, enojo, ansiedad, etcétera). Incluye técnicas de mindfulness, entrenamiento en respiración, y simulación de situaciones de exámenes.
Contacto: [email protected] /[email protected]