ESCUCHAREn Alagoas brotan las palmeras cocoteras por doquier enmarcando un manto de aguas tibias en turquesas y verdes escalonados donde se forman piscinas naturales y coloridas barreras de coral. En esta zona madura un destino que además de playas maravillosas, gestó un centro histórico floreciente habitado por una población que cultiva la paz y la tranquilidad.
Por Carolina Brenner – [email protected]
Enviada especial a ALAGOAS-BRASIL
Se llama Flor. “Flor de mar” aclara rodeando con sus ojos expresivos el entorno que la rodea. Sus dos grandes luceros que sobresalen de una tez morena curtida por el sol intenso del nordeste brasileño recorren los pescados lustrosos que descansan sobre el mostrador entre bandejas abarrotadas de camarones recién pelados y langostinos aún grisáceos. Nació hace 38 años en la favela de la zona sur de la ciudad y hoy está al frente de la pescadería, también conocida como “balanza” de Punta Verde, la única que funciona en el corazón de la costanera de Maceió, la capital del estado de Alagoas.
El puesto, que llama la atención por su gran plantel de empleados vestidos con delantales blancos que trozan, descaman y limpian sus piezas con una velocidad impactante, está escoltado por una veintena de jangadas multicolores y encuadrado sobre un océano de celestes vivos que compite con las tonalidades del cielo diáfano y luminoso.
“Aquí la vida es gostosa pero sufrida. Trabajamos las veinticuatro horas como la Rede Globo”, bromea la morocha que atiende al público desde la madrugada hasta las últimas horas del día para sostener a sus hijas que, a diferencia de ella, tuvieron la oportunidad de ir a la universidad. También recuerda que tiempo atrás se embarcaba hasta cinco días en alta mar sobre las endebles barcazas de madera para conseguir entre 10 y 80 kilos de mariscos.
-¿No es mucho tiempo para tan poco botín?, pregunta un cliente.
– Aquí todo es mar, responde a modo de explicación escueta pero suficiente, mientras sostiene una langosta que puja por escaparse de sus manos.
Es que en Alagoas, como su nombre lo indica, la vida gira en torno al agua que nutre la región. El territorio es dueño de 17 lagunas permanentes y 34 lagos temporales, además de ríos, manglares y 230 kilómetros de costa marítima. En este entorno, al igual que en el resto de las regiones que lindan con el Atlántico, la pesca es una de las actividades más importantes pero, particularmente, en el estado conocido como uno de los más pequeños de Brasil, el turismo y la producción de caña son su principal fuente de ingreso, aunque esta última perdió su primer lugar desde hace tres años, debido a la gran sequía, una de las más intensas durante el pasado medio siglo, que perjudicó sobremanera la producción de azúcar y alcohol.
Por el contrario, el turismo adquiere cada vez más impulso tanto a escala local como internacional atraído no sólo por la transparencia, claridad y temperatura del mar sino también por el efecto particular causado por el juego de las mareas que crea piscinas naturales insertas entre corales y regala la experiencia de apreciar -con el agua en la cintura- la bullida vida submarina.
Además, al estar cerca de la línea del Ecuador, el clima es más que bondadoso y agradable ya que oscila entre 22 y 32 grados durante todo el año. “Aquí tenemos cuatro estaciones: verano, verano, verano y verano”, bromea Ricardo Fiori, el guía que acompaña diariamente a los contingentes, quien además de incluir un recorrido por el diverso universo de balnearios, reserva un circuito de dos horas para transportar a sus pasajeros por el pasado de la región y sus principales emblemas culturales.
Legado cimarrón
Maceió cuenta con aproximadamente un millón de habitantes y el Estado duplica tal cantidad, que para Brasil no es una suma considerable. Pese a ello, su historia resguarda interesantes curiosidades para rescatar. Por ejemplo, que sus tierras vieron nacer a dos de los presidentes que gobernaron el país: Deodoro da Fonseca y Floriano Peixoto, así como también conservan uno de los mayores legados de la comunidad de negros cimarrones de América en el Quilombo dos Palmares, enclavado en la Sierra de la Barriga. Se trata del último refugio de los fugitivos liderados por el histórico personaje Zumbi, cuyos vestigios aún perduran e incluso pueden ser visitados en la actualidad.
Asimismo, hacia el interior de la provincia se lucen ciudades históricas totalmente restauradas como Marechal Deodoro (primera capital), Penedo y Piranhas donde subsisten antiguos caseríos y callejuelas que revelan las marcas del pasado colonial; así como diferentes circuitos que delatan la base de la formación sociocultural local por medio de la civilización del azúcar. En este aspecto, resulta fácil descubrir los ingenios azucareros sumergidos en el paisaje agreste predominante de las carreteras que unen los diferentes poblados.
En la capital, algunas muestras vivas de la esencia de esta población pueden apreciarse en la Catedral de Nuestra Señora de los Placeres situada frente a la Plaza Pedro II (cuya construcción se remonta a la llegada de los colonizadores portugueses en el siglo XVII); la Iglesia de Nuestra Señora Madre de los Negros; la Casa Rosada donde funciona el Instituto Histórico Geográfico, uno de los mayores acerbos afrobrasileños de Sudamérica; y la Iglesia Bon Jesús de los Martirios, cuya construcción demandó cincuenta años y resalta por su revestimiento en azulejos azules provenientes de Portugal.
También vale detenerse en la Plaza y el Palacio de los Martirios (edificado en el siglo XIX e inaugurado en 1902 donde actualmente funciona la sede del gobierno), y en la plaza Marechal Deodoro da Fonseca donde se encuentra el teatro Deodoro, de estilo neoclásico y considerado uno de los más bellos de la zona.
En el trayecto, por las arterias céntricas se aprecia un importante movimiento comercial principalmente frente al Palacio Municipal donde se ven puestos de todo tipo: alimentos, indumentaria, artículos para el hogar y demás productos. También vale la pena visitar el Mercado do Artesanato y obtener alguna pieza realizada en filé, cerámica y bordados.
El tour concluye en la capilla y el mirador de San Gonzalo , emblema del barrio Farol situado en la parte más alta de la urbe, que regala una panorámica general de la ciudad y el océano.
(Ver también: Poema al natural)
Agenda de viaje
Cómo Llegar
En avión son aproximadamente seis horas de vuelo.
El valor de un pasaje aéreo de Córdoba a Maceió con escala en San Pablo, tiene un costo desde US$499 + 326 de impuestos por persona (con emisión válida hasta el 15/11/14).
Donde dormir
En Maceió hay una gran variedad de categorías de alojamiento, no hay hoteles con sistema todo incluido ya que vale la pena disfrutar de la gran variedad de restaurantes que se esparcen por la costanera.
En el resto de los balnearios si se pueden encontrar complejos de gran categoría con sistema all inclusive.
Precios: desde US$150 la doble en hoteles desde cuatro estrellas con desayuno.
Desde US$300 la doble en hoteles 4 y 5 estrellas con sistema all inclusive.
Qué hacer
– Excursión en catamarán a la playa de Gunga desde la Barra de San Miguel. Desde 20 reales por persona. Paseo en buggy por los Acantilados de Colores desde 40 reales por persona.
– Excursión en lancha hasta la Playa de Carro Quebrado. Desde 60 reales por persona
– Excursión en catamarán hasta banco de arena frente a la playa de Maragogi. Desde 50 reales por persona.
– Excursión Piscinas Naturales de Maragogi. Desde 65 reales por persona.
Más Información
En Buenos Aires: Comité Visite Brasil y Sector de Turismo de la Embajada de Brasil.
Cerrito 1350 – Entrepiso
C1010ABB – Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tel.: (011) 4515 – 2422
Fax: (011) 4515 – 2403
E- mail: [email protected]
Horario: lunes a viernes, de 9.30 a 12.30 y de 15.30 a 17.30.
En Córdoba: Consulado General de Brasil
Av. Ambrosio Olmos 615 – X5000JGB – Córdoba
Tel. (0351) 468-5919 / 5812 /7077 460-1005
E-mail: [email protected]
Horario: lunes a viernes 9 a 15.
