La unión es un sueño histórico de América Latina desde los tiempos de las primeras independencias. Existen numerosos organismos que en la práctica no funcionan. ¿Será éste el caso?
Por Gonzalo Fiore *
Especial para CyJ
El pasado 22 de marzo se reunieron en Santiago de Chile, junto al presidente del país anfitrión, los primeros mandatarios de Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, además del embajador chileno de Guyana, y representantes de Bolivia, Uruguay y Surinam. El encuentro tuvo el objetivo de ser la punta de lanza de un nuevo bloque para la integración regional que viene a reemplazar la Unasur: Prosur. Se abstuvieron de firmar la declaración conjunta los enviados uruguayos, bolivianos y surinameses. Más allá de las palabras del presidente chileno, Sebastián Piñera, respecto de que el nuevo foro no tendrá “ideología ni burocracia”, a nadie se le debería escapar la clara intencionalidad política de este nuevo bloque de integración. Luego de la cuasi desintegración de la Unasur, en la cual sólo se mantienen como países activos Bolivia, Uruguay, Venezuela, Guyana y Surinam, el nuevo foro será un intento de institucionalizar el giro a la derecha que dio la región a partir de 2015.
La llegada al poder de Jair Bolsonaro en Brasil desencadenó preocupación en los países del Mercosur debido a su mirada crítica en consonancia con Trump, tanto con el organismo en particular como con los bloques regionales en general. Sin embargo, su postura discursiva ha cambiado y asegura que mira la región como uno de sus principales objetivos comerciales. Los dos socios más importantes de Brasil son China y Estados Unidos, seguidos por Argentina. Si se considerare el PBI que produce todo el bloque, el Mercosur llegaría a ser la quinta economía mundial. En lo que va del siglo XXI, las exportaciones de Brasil a Argentina representan entre 21% y el 25% de su total. Pese a su supuesto compromiso con la región, tanto Bolsonaro como su ministro de Economía, Paulo Guedes, tienen entre sus objetivos dotar de mayor flexibilidad al Mercosur para que sus miembros puedan realizar acuerdos autónomos con otros países, evitando el bloque, lo cual aumentaría las exigencias de competitividad para las empresas argentinas y del resto de los países miembros.
Por supuesto, la situación de la República Bolivariana de Venezuela es un tema central en la agenda de los países sudamericanos. El país no será incluido en el foro en tanto y en cuanto Nicolás Maduro siga siendo presidente. Los países firmantes del acuerdo inicial reconocen como mandatario legitimo al autoproclamado presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó. Lo cierto es que la crisis migratoria que vive Venezuela afecta especialmente los países de la región. Particularmente a Colombia, que ha recibido aproximadamente a 800.000 migrantes venezolanos entre 2015 y 2018. No obstante, las constantes intervenciones discursivas sobre los problemas internos de Venezuela realizadas por el resto de los países de la región no dejan de asemejarse demasiado a una injerencia externa en los asuntos de otro Estado soberano. Por ello, el gobierno uruguayo decidió, por ahora, no integrar Prosur ya que lo considera un “proyecto ideológico”. Al igual que la Bolivia de Evo Morales, alineada con Venezuela. Surinam, gobernado por Desiré Bouterse, cuestionado por organismos internacionales de derechos humanos, es otro de los países que siguen apoyando a Maduro, por lo cual también decidió abstenerse de integrar Prosur.
Al momento de visitar Paraguay a principios de marzo, Bolsonaro reivindicó al dictador Alfredo Stroessner. Cuando llegó a Chile aclaró que no haría declaraciones sobre el también dictador Augusto Pinochet, a quien defendió cuando el juez Baltazar Garzón pidió su extradición en 1998 luego de ser arrestado en Londres, a la vez que lo ha alabado en numerosas ocasiones durante su período como diputado. La semana pasada instruyó a los militares para que festejen el aniversario del golpe de Estado que vivió Brasil en 1964, cuya dictadura se extendió hasta 1985. Piñera también ha dicho que el foro tendrá un “compromiso claro con los principios de libertad, los derechos humanos y la democracia”. En clara referencia a lo que considera “dictaduras” en Cuba y Venezuela, países excluidos de formar parte. Más allá de lo discursivo, habría que comprobar realmente cuál es el compromiso concreto para con la democracia del presidente del país más importante del flamante bloque.
La unión regional es un sueño histórico de América Latina desde los tiempos de las primeras independencias. La región tiene numerosos organismos de integración que, según muchos de sus miembros, en la práctica no funcionan como tales: Unasur, Mercosur, Aladi, Celac, Alalc, etcétera. En el mundo actual, incluso los organismos que realmente funcionan, como la Unión Europea (UE), son discutidos por sus miembros y se encuentran en crisis. América Latina, debido a sus vaivenes políticos internos, está muy lejos de alcanzar un grado de integración similar al de la UE. A priori, una diferencia fundamental de América Latina con la UE es la complementariedad de sus economías. Mientras que el comercio exterior entre los países miembros de la UE oscila entre 65% y 70%, en América Latina no supera la media de 20%. Pocas cosas podrían indicar que el Prosur no tenga el mismo destino que otros organismos de integración fallidos. Por lo pronto, excluyendo de sus miembros a algunos países y con otros reticentes a formar parte debido a profundas diferencias ideológicas, Prosur no ha comenzado precisamente de la mejor manera…
(*) Abogado – Experto en política internacional