Por Sergio Castelli* y María Constanza Leiva**
Un ritmo reconocido y de moda para utilizar en ambientación de lugares es la bossa nova, pero lo que no todos saben es que este género musical derivado del samba, con influencia del jazz, nació a finales de los años 50 gracias a músicos como João Gilberto y que con el correr de los años se ha convertido en uno de los movimientos más influyentes de la historia de la música popular brasileña, alcanzado proyección mundial.
En 1959 el primer trabajo de Gilberto Chega de saudade comenzó a ser distribuido en las tiendas de discos de Brasil. Se comenzó a hablar de la bossa nova. Pero no todo fueron alegrías para uno de los padres de este nuevo ritmo, ya que con el correr de los años Gilberto, alejado de las presentaciones y las entrevistas, se vio presionado por deudas que lo obligaron a abandonar su presuntuoso departamento en Leblon, Río de Janeiro. Sumado a ello, hace más de dos décadas que se encuentra en una lucha por la defensa de los derechos de autor que posee sobre sus tres primeros discos: Chega de saudade (1959); O amor, o sorriso e a flor (1960) y João Gilberto (1961), discos que la discográfica EMI habría republicado sin su autorización.
Gilberto salió victorioso en su primera lucha contra EMI, pero para entonces ésta ya había sido absorbida por Universal, firma que -según los jueces- debería asumir el pago de las regalías adeudadas por los derechos de autor.
Los letrados de Gilberto acusaron a EMI de aprovechar la reorganización para desprenderse del patrimonio y evitar el pago. En esta segunda pulseada contra Universal, Gilberto también resultó ganador. La sentencia unánime del tribunal de Río de Janeiro obligó a la discográfica a devolver a Gilberto las regalías impagadas desde 1964, además de lo correspondiente a daños morales. El monto fue estimado en unos casi 40 millones de euros.
La violación a los derechos implicaba, por un lado, el pago de indemnización por los daños ya causados y, por otro, a la prohibición de la venta sin la autorización de João Gilberto. “El juzgado destacó que la futura comercialización de los medios del artista está condicionada a lo que sea pactado entre las partes, si es pactado.
Ausente cualquier tratativa en este sentido, queda prohibida la producción y comercialización de los fonogramas del artista. La obligación negativa es un efecto necesario del decidido en la sentencia”, se destacó en el fallo.
De todos modos, esta no es la última palabra en el pleito, ya que puede ser recurrido ante el Tribunal Supremo de Brasil. Igualmente, si no es impugnado o si luego de la impugnación vuelve a resultar triunfante el cantautor y le pagaren las regalías adeudadas, el dinero no iría completamente a las manos de Gilberto.
Un gran porcentaje deberá ir a los fondos de un banco con el que el cantante firmó un acuerdo hace seis años. La entidad le pagó al artista para tomar las riendas del pleito y obtener un porcentaje de las regalías que se recuperasen.
(*) Agente de la Propiedad Industrial ** Abogada