Por Lucas Croce *
Esto de invertir en el mercado argentino ¿es muy fácil, no? Cuando el dólar está planchado, como ocurrió de enero a mayo, y de agosto a diciembre del año pasado, vendo mis dólares, me subo a la bicicleta (financiera), y voy con los pesos a llevarme la súpertasa que me paga la Lebac.
Cuando el tipo de cambio se despierta de su siesta, salgo de la tasa en pesos, vuelvo a dólares, y gano con la suba, mientras espero que se vuelva a calmar, para entonces regresar a hacer tasa, sin riesgo.
En realidad, esta “estrategia” no sólo es de aplicación imposible sino que es riesgosa e ineficiente a largo plazo, ya que se basa en predecir (¿deberíamos decir “adivinar”?) el momento exacto en que cada fase del ciclo se inicia, algo que nadie sabe a ciencia cierta. Los mercados sólo son una timba cuando se operan de esta manera.
Afortunadamente, para aquellas personas dispuestas a pasar de ser ahorrista a inversor, el mercado de capitales ofrece múltiples instrumentos financieros que les permite acceder a una cartera a la medida de su perfil, objetivos, y necesidades, al mismo tiempo que maximizan los retornos posibles y minimizan los riesgos asociados.
En la práctica, salvo casos particulares, todo portafolio de inversión debería tener, independientemente de cuestiones coyunturales y modas, un mix de títulos públicos y privados, de renta fija y variable, en pesos y en dólares que, sobre la base de una visión de largo plazo, tome posiciones consistentes con esa visión, pero también invierta en otras inversamente correlacionadas que operen como cobertura en el caso de que el escenario previsto no se materialice.
Así, y llevando estos conceptos a la realidad actual del mercado, una cartera podría incluir Lebac (para aprovechar su alta tasa real en pesos, que supera cómodamente a la que pagan los bancos por las colocaciones a plazo fijo, e incluso es mayor a la inflación prevista), títulos en dólares de los tramos cortos y medios de la curva (cuyos rendimientos han mejorado luego de la reciente corrección de precios, y que oscilan entre cuatro y seis por ciento anual), y bonos en pesos con ajuste por CER, que hoy pagan una renta equivalente a la inflación más un plus superior a cuatro por ciento .
La ponderación de cada uno de estos instrumentos, y la inclusión de otros, más apropiados para inversores más experimentados, dependerá de cada persona.
Por ejemplo, parecería ser una opción válida para los próximos meses sobreponderar la porción destinada a tasa en pesos, toda vez que el Banco Central dice estar decidido a ponerle un techo al dólar, interviniendo para que no siga subiendo al fuerte ritmo al que lo hizo en los últimos 90 días. Pero como no podemos tomar el riesgo de que eso no ocurra, podríamos cubrirnos en el mercado de futuros.
Con un horizonte de más largo plazo, y apostando a los buenos balances y a la vuelta al índice de mercados emergentes, aquellos más tolerantes a la volatilidad tienen en las acciones de empresas argentinas una herramienta que podría potenciar la rentabilidad del portafolio.
Esto no implica, desde ya, despreciar los más que interesantes rendimientos en dólares que citáramos dos párrafos más arriba, ya que, además, podrían actuar como una cobertura para el caso de que el tipo de cambio, por algún factor que podría ser político, o externo, volviera a acelerar su tendencia alcista.
*Asesor financiero certificado de DLC Asesores Financieros.