Los economistas del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE) advirtieron ayer de los rojos en materia fiscal y de la cuenta de capital. Encendieron luces amarillas respecto de la dependencia del endeudamiento externo y del ficticio resultado de los capitales especulativos
El Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE) analizó las ayer “luces y sombras” de la economía argentina y fue crítico respecto del Monitor de la Economía Real que difundió el Ministerio de Producción en febrero pasado que, según aquél, “fue demasiado optimista”.
“Ovbiaron tener en cuenta algunas informaciones”, mencionó Mary Acosta, integrante de la Comisión de Economía de la entidad colegiada.
Por su parte, el presidente del CPCE, José Simonella, reconoció que el Gobierno afrontó restricciones en lo político y en lo social para ser menos gradualista que lo que es. “Se fueron arriando banderas por esas limitaciones, por un lado la baja fuerte del déficit fiscal y, por otra, la de la inflación. Sin embargo, hay que trabajar en la eficiencia del gasto”, afirmó, y al respecto, señaló que hay una recuperación y que el desafío pasa por sostenerla.
Según la exposición que presenció Comercio y Justicia, en 2017 la mayoría de los sectores creció respecto a 2016. Sin embargo, eso no significó que se haya registrado una mejora, ya que muy pocos sectores se ubicaron por encima de la pérdida de ese año. “La mayoría de los sectores están ubicados en los mismos niveles de 2015”, explicó Acosta.
En efecto, el análisis del sector industrial, por ejemplo, muestra que la actividad del año pasado se ubicó cuatro puntos por debajo de la de 2015.
La industria automotriz es la mayor impulsora de la recuperación, mientras que alimentos y bebidas no logró despegar, influenciado por un consumo que no estabiliza su mejora.
La construcción, en tanto, que había sufrido una drástica baja en 2016 se recuperó y cerró con un empate.
Luces amarillas
Acosta señaló que uno de los factores más preocupantes es el déficit comercial. Uno de los sectores con más aumento de importaciones es el automotor. “Si Brasil mejora sus niveles de consumo tendería a bajar el envío de unidades a Argentina por menos disponibilidad de stock”, dijo.
Sobre las cuentas públicas, apuntó que el déficit primario (Hacienda informó 3,9% en 2017) analizado en función del PBI de los últimos cuatro trimestres (desde el cuarto de 2016 al tercero de 2017) se ubicó en 4,2%; si la estimación es sobre el tercer trimestre de 2017, da 3,8%. Para la especialista, en cualquiera de los casos la meta de 4,2% fijada por el Gobierno se cumplió.
Simonella, por su parte, señaló que lo importante es la tendencia. “Si hubiera bajado de una manera más abrupta se podría ser más optimista, pero es clara la rigidez que existe”.
Insistió en que el trabajo a realizar para reducir el gasto público debería pasar por quitar los excesos para volverlo eficiente. “No se trata de quitar jubilaciones ni beneficios a los más vulnerables, hay que trabajar en la calidad del gasto. Hay que ir tapando las ‘pérdidas del caño’, ver cómo se pueden controlar todas las ‘filtraciones’. No fuimos capaces de aplicar eficientemente los recursos para que los argentinos vivan mejor; se disparó el gasto público, la presión impositiva y aumentó la pobreza”.
Si al rojo primario se le suma el financiero (fundamentalmente por el pago de intereses de la deuda pública), el total se eleva a 6,5% con un alza importante (casi $240.000 millones entre 2016 y 2017) en el último año. “En dos años se agregarían otros $200.000 millones si se cumple lo dicho por las autoridades de que se requiere tomar unos US$30.000 millones de deuda por año para cumplir con el programa previsto”, destacó Acosta, y agregó que ese gasto implica compromiso financiero que, si no se paga, genera más deuda. En ese sentido, subrayó que si la tendencia continúa, condiciona la política económica.
Vale tener en cuenta que a la deuda no sólo la acrecentó el sector púbico nacional sino también las provincias, los municipios y las empresas que recurrieron a los mercados.
“El ingreso de dólares permitió que las reservas del Banco Central crecieran pero con la contracara de un alza de su endeudamiento que alcanzó un máximo a fin de año y mejoró en los últimos meses por la mejora del tipo de cambio. El mayor precio del dólar mejoró el balance del Central”, reconocieron los economistas.
La cuenta capital -es decir, el resultado entre el ingreso y la salida de divisas-, que ya venía siendo deficitaria, “alcanzó valores negativos récord. El ingreso de mayor magnitud de divisas pasa hoy por el endeudamiento y la inversión de cartera (financiera de capitales especulativos) que aumentó 737% al tercer trimestre de 2017 respecto a igual lapso de 2015.
Todos estos son aspectos que acentúan la vulnerabilidad de la economía, según Acosta.