ESCUCHAREl Gobierno nacional busca mecanismos que faciliten la movilidad y disminuyan la deserción universitaria. Uno de sus ejes es el reconocimiento del trayecto formativo.
La última novedad es el pasaporte universitario, que busca concentrar y reflejar toda la actividad académica del alumno para promover el intercambio entre carreras e instituciones y, de ese modo, evitar un cúmulo de trámites engorrosos a la hora de intentar el reconocimiento de las equivalencias.
La iniciativa tiene el potencial de alcanzar 2.015.597 estudiantes; el total entre universidades públicas y privadas. Sin embargo, aún se encuentra en una fase incipiente.
La barrera contra la que pueden chocar es la autonomía de las universidades. Hasta el momento, la mayoría de las instituciones expiden certificaciones que sólo contienen información académica relativa a la cantidad de materias aprobadas. Dejan afuera actividades académicas, investigación o extensión universitaria que pueda haber realizado el estudiante.
El pasaporte se presenta sólo como una herramienta. El Ministerio de Educación se encargará de generarla, por lo cual será único. Luego, en la articulación entre distintos estudios, cada institución tiene la potestad de coordinar sus pautas por medio del Consejo de Universidades.
En el ámbito nacional, hay 700 acuerdos firmados que comprenden al menos una materia. La UBA firmó un convenio de cooperación con la Universidad de Córdoba (UNC), que propicia un mapa curricular de todas las carreras -con materias, seminarios y talleres incluidos- para establecer posibilidades de movilidad.
La propia casa de altos estudios imprimirá y hará entrega del pasaporte que, en su versión física, será una tarjeta que solo tendrá los datos personales y de carrera, más el logo de la entidad. Sin embargo, un código QR permitirá la consulta directa a través del Sistema Informático Universitario donde se encontrará el resto de la información académica.
