Por Mabel Bianco (*)
Muchos se preguntarán qué vínculo existe entre la violencia contra las mujeres y niñas y el Virus de Inmuno Deficiencia Humano (VIH).
En todo el mundo se ha observado esta asociación. Las mujeres que experimentan violencia tienen más riesgo de infectarse con el VIH debido a que tienen menos capacidad de reclamar el uso de preservativo en las relaciones sexuales a sus parejas y son más habitualmente abusadas u obligadas a tener relaciones sin protección por la pareja violenta.
Esto ocurre en parejas estables y también en parejas ocasionales.
En Argentina, en los años 2011-2012, la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM) realizó el primer estudio en el país para ver esta asociación y observamos que un alto porcentaje (86%) de las mujeres que viven con VIH/Sida (MVVS) habían padecido o padecían en el momento violencia.
Y a diferencia de, por ejemplo, lo que se observa en países de África, la casi totalidad de las mujeres argentinas sufría violencia antes de infectarse y no una vez diagnosticado el VIH como en África, donde vivían con el VIH los compañeros o parejas que agredían a las mujeres.
De las formas de violencia padecidas, las más frecuentes eran la psicológica y física, de acuerdo con el sondeo; sin embargo, encontramos un importante número de mujeres que habían padecido violencia sexual -es decir- habían sido violadas e incluso éste habían sido el motivo de la infección con el VIH.
Si bien existe en el país un protocolo de atención de las víctimas de violencia sexual, que contempla la prevención de la infección por el VIH, aún no se aplica totalmente en muchos servicios debido a que en las violaciones de mujeres el protocolo incluye la indicación de la anticoncepción de emergencia para la prevención del embarazo, pero -en caso de que esta falle, no se indique o se supere el período en que se puede usar para que sea efectiva y no se produzca el embarazo- el protocolo indica la interrupción del embarazo y esto en muchos servicios de salud públicos aún no se realiza, por resistencia de los profesionales o por rechazo de las autoridades provinciales o por ambos motivos. También se evidenció que las MVVS en tratamiento para el VIH en hospitales públicos, cuando sufrían violencia, tenían problemas de la adherencia al tratamiento y frecuentemente presentaban enfermedades asociadas al VIH. Esto demostró la necesidad de que las MVVS sean atendidas por ambos problemas de salud.
Algo que no es fácil, ya que en los servicios de infectología no existen personas con capacidad de atención de la violencia y no se articulan con quienes tienen esa experiencia.
Este estudio realizado por FEIM con el Grupo de Mujeres viviendo con VIH permitió profundizar el tema y desarrollar un modelo para incorporar en los servicios de atención de VIH la investigación sobre violencia y su atención, coordinando con los servicios de atención de la violencia y a su vez conteniendo a las mujeres que experimentan violencia para que en los servicios que las atienden se investigue si viven con VIH y, según corresponda, se las asista para la infección o se promueva la prevención. Este modelo se está desarrollando en el municipio de Merlo, provincia de Buenos Aires, y creemos que es para reproducirlo en otros municipios e incluso en el ámbito nacional.
Demostrada la importante vinculación entre infección con el VIH y la violencia en las mujeres, es momento de empezar a entender que se debe empezar ya a incorporar este cuidado de ambos problemas en todos los servicios de salud y también en los de atención de la violencia. Esperemos que en 2018 esto ocurra en Argentina.
(*) Médica. Master en Salud Pública. Presidente de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM