Estados Unidos vetó una de las últimas medidas de la administración Obama, que beneficiaba a productoresargentinos. Detrás están en riesgo los envíos de otros productos primarios e industriales. Las especulaciones y los datos de la realidad
Apenas unos días duró la anunciada apertura comercial de los Estados Unidos a los limones frescos argentinos, antes bloqueados durante más de 15 años sin razones técnicas o científicas y como resultado del lobby de los productores limoneros californianos.
El gobierno de Mauricio Macri anunciaba hace un mes, el pasado 20 de diciembre, la medida tomada por el Servicio de Inspección de la Sanidad Animal y Vegetal del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Aphis, por su sigla en inglés), de permitir a partir de este mes el ingreso a ese país de limones argentinos, bajo el cumplimiento de ciertos requisitos.
La alegría duró poco. A escasas 48 horas de la asunción del nuevo gobierno estadounidense encabezado por el magnate inmobiliario Donald Trump, la Secretaría de Agricultura de ese país informó que por 60 días suspendió la importación de limones procedentes de Argentina. La medida ya generó fuertes reacciones tanto en el Gobierno cuanto en la producción, ya que desmintió al propio presidente Mauricio Macri quien horas antes aseguraba que la llegada de Trump no significaría mayores problemas para el país y que por el contrario, era “una oportunidad”.
Incluso para algunos expertos en comercio exterior, el bloqueo al envío de limones argentinos es sólo la punta del iceberg de un conjunto de medidas a tomar por la nueva administración estadounidense, que afectarían en una primera etapa a los despachos de arándanos, miel, granadas, té, aluminio, jugos y biocombustibles, entre otros productos que tienen en EEUU un mercado privilegiado.
En rigor, la “ventana” comercial abierta en diciembre no permitió el ingreso de un solo cítrico a tierras norteamericanas, ya que el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) estaba trabajando con el Aphis para cumplir con el requisito de que los limones argentinos no reprodujeran la mosca mediterránea (la excusa de EEUU) y que puedan así realizarse envíos a partir de la próxima cosecha, estimada para abril de 2017.
Los rumores de veto de la nueva administración a la medida tomada bajo el gobierno de Barack Obama surgieron inmediatamente después de que se supo que Trump era el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Sin embargo, José Molina, agregado agrícola de Argentina en esa nación, había quitado dramatismo al asunto. “En los Estados Unidos una cosa es la campaña y otra diferente cuando se toma la posesión de la Presidencia”, dijo en aquel entonces.
El bloqueo a las importaciones de limones argentinos a Estados Unidos, el mayor consumidor mundial de esta fruta, fue impuesto en 2001 después de que los fruticultores de cítricos de California expresaron preocupación por las posibles enfermedades de la fruta argentina que pudieran dañar sus cultivos.
Por supuesto, Argentina reclamó numerosas veces y, en ausencia de fundamentos sólidos, en 2012 el país expuso una preocupación comercial específica (PCE) sobre el tema en la Organización Mundial de Comercio (OMC). El organismo sanitario estadounidense no respondió y en octubre de ese año Argentina accionó en contra de EEUU en el Órgano de Solución de Diferencias (OSD) de la OMC, lo que obligó a EEUU a disponer la finalización de los análisis de riesgo que derivaron en la autorización final que habilitó la apertura de ese mercado a los limones argentinos.
Es precisamente el respaldo de esa arquitectura legal lo que lleva ahora a decir a Raúl Robin, de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que no será fácil para Trump derribar “el trabajo conjunto de diez años” que llevó a la aceptación de la entrada de limones a los EEUU. “No hay riesgos con otro cultivo como los arándanos porque entra cuando no compite con la producción local”, pronosticó el dirigente ante la consulta de la prensa.
Advertencias contrarias distribuyó en las últimas horas el consultor en comercio exterior Marcelo Elizondo, titular de la agencia DNI (Desarrollo de Negocios Internacionales). “La situación más preocupante es la de algunos productos vinculados a las economías regionales”, estimó el experto. “Si bien no tienen un gran peso dentro de las exportaciones a nivel agregado, la importancia de Estados Unidos para dichos mercados genera incertidumbre ante un posible giro en la política comercial de ese país”, señaló DNI en un informe distribuido el lunes.
Estados Unidos es el tercer socio comercial de la Argentina detrás de Brasil y China, pero la dependencia de las ventas externas a ese país se agudizó durante el año pasado. De acuerdo con un informe de Ecolatina, en los primeros once meses los envíos a EEUU subieron 30% respecto a 2015 y así pasó a representar ocho por ciento del total de las exportaciones, frente a seis por ciento del año anterior.
No obstante, se trata de un país eminentemente proteccionista, aun antes de la asunción de Trump:
– Es el país que recibió el mayor número de demandas en la historia de la OMC (121 acusaciones).
– Es el país que más casos perdió en la OMC (fue condenado en el 75% de los casos en los que, siendo parte demandada, hubo un fallo del OSD).
– Aplica picos arancelarios prohibitivos para algunos productos primarios: tabaco (350%), maní (140%), queso (50%), azúcar (49%).
– Entrega subsidios directos a la producción y las exportaciones de productos agropecuarios, una de las medidas más cuestionadas en la órbita multilateral.
– En ese marco, gasta un promedio de 100 mil millones de dólares por año en subsidios a sus productores primarios. Una acción distorsiva que desplaza la competencia.