ESCUCHARPor Sergio Castelli* y Tobías Larregui **
El régimen de patentes permite proteger los derechos de propiedad intelectual, funcionando como estimulo necesario para los grandes laboratorios o inversionistas por detrás de ellos, para enmarcarse en una búsqueda y creación de nuevos productos para mejorar la vida de las personas. Particularmente debe señalarse que el derecho exclusivo que la patente otorga a su titular por un plazo de 20 años permite evitar la competencia y someter los precios a la ley de oferta y demanda.
Sin embargo, el fin último de las patentes, es decir la divulgación de los nuevos conocimientos y el desarrollo tecnológico, está recibiendo embates por parte de la “piratería farmacéutica”, la cual somete a los grandes laboratorios a pérdidas millonarias, que desembocan en una falta de aliento a iniciar proyectos con altos costos, lo cual en definitiva termina afectando al derecho de la salud.
En épocas de apogeo del Internet, la venta de productos falsificados aumentó exponencialmente, el mercado negro de los productos farmacéuticos se ha convertido en un riesgo para los países. Esta cuestión ha sido abordada por le OMS desde 1998, creándose en su ámbito el Grupo Especial Internacional contra la Falsificación de Productos Médicos que presta asistencia a los Estados en la detención de este mercado paralelo.
Se calcula que, en la Unión Europea, las empresas farmacéuticas pierden alrededor de 10 millones de euros anuales con la presencia de estos productos falsificados, los cuales se han desarrollado a tal punto que resulta muy compleja su detención. Por su parte, en nuestro país, “La Salada” se ha convertido en un ámbito de proliferación de estos productos, sin contar con los menores controles de sanidad, tornándose una bomba de tiempo ante la lentitud del Estado.
Lo cierto es que el sistema de patentamiento en la industria farmacéutica y de los procedimientos médicos siempre ha sido causa de críticas, transformando a la salud en una ganancia, los altos costos de los productos de algún modo se tornan violatorios del derecho a la salud y contribuyen a la creación de mercados paralelos sin ningún tipo de control. Sin duda, el problema de la piratería farmacéutica es estructural y así debe ser reconocido por los Estados.
Las acciones activas por parte de los Estados y de la Comunidad Internacional contra la producción de medicamentos en la clandestinidad no son negociables ante un mercado negro cada vez más intenso. Sin perjuicio de ello, el momento actual es propicio para discutir el sistema de patentamiento farmacéutico, el cual -con sus fallas y efectos colaterales- está contribuyendo indirectamente a la creación de los primeros.
* Agente de la Propiedad Industrial. ** Abogado
