Eran, ambos, estrellas por brillo propio y terminaron encandilándose
Por Luis R. Carranza Torres
Sorprendieron al mundo con su amor. Uno parecía la antítesis del otro. Ella, la mujer más deseada del cine, el epítome de la actriz rubia glamorosa hollywoodense: divertida, atrayente y, al parecer, superficial. Él, uno de los intelectuales más reconocidos en la época, el genio creador de la literatura estadounidense, ícono de la categoría de los intelectuales de entonces: serio, pensativo y, al parecer, muy aburrido.
Ella medía 1,67 de estatura y él, 1,91. Hasta físicamente, a primera vista, eran muy distintos. Nada de eso les importó. El 29 de junio de 1956 anunciaron su relación y próximo enlace matrimonial en una conferencia de prensa en Nueva York. Marilyn Monroe dijo sobre él: “Congeniamos muy bien. Es la primera vez que estoy realmente enamorada. Arthur es un hombre serio, pero con un sentido del humor maravilloso. Reímos y bromeamos mucho. Estoy loca por él”. Arthur Miller, nada creativo en eso, la copió: “Creo que es la primera vez que me enamoro de verdad”.
Más allá de cualquier otra cosa, el matrimonio entre ambos fue la historia de dos personas que se amaron intensamente pero no pudieron unirse lo suficiente como para preservar en el tiempo ese sentimiento. Ambos se idolatraban y allí estuvo la semilla del fracaso. Miller creyó haberse casado con un ángel y, al descubrir los problemas de Marilyn con el alcohol y los somníferos, fruto de su fragilidad emocional, se desilusionó y escribió sobre esa desilusión. Marilyn sufrió una verdadera conmoción al descubrir que ese hombre que había soñado como protector era tanto o más frágil que ella y se sintió traicionada.
Trataron de salvar, varias veces, su matrimonio, sin éxito. Buscaron un hijo: Marilyn quedó embarazada dos veces y en las dos ocasiones los perdió. Al final, ya nada hacían en común, salvo comer en silencio y pelear todo el tiempo.
Luego de dar la diva un comunicado de prensa en que anunciaba su separación, el 11 de noviembre de 1960, cada cual vivió por su lado. Para evitar a los medios, dos meses después, llevaron a cabo su juicio de “divorcio necesario”, por “incompatibilidad de caracteres”, en Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, en el vecino país de México.
En el Archivo Histórico del Supremo Tribunal de Justicia del estado de Chihuahua se halla el expediente número 406/961, correspondiente al caso de ellos. Patricia Vega, con la ayuda de Miguel Ángel Gómora Vázquez, lo rescató del olvido en una nota con motivo del medio siglo de la muerte de la actriz. Se inició el mismo día en que John F. Kennedy asumía como presidente de Estados Unidos (20 de enero de 1961), con la prensa ocupada en tal hecho, sustanciándose en el Juzgado Primero de lo Civil de Ciudad Juárez, distrito de Bravos, Chihuahua, a cargo del juez, licenciado en derecho, Miguel Gómez Guerra, secretaría a cargo de Rodolfo Silva, sin otro título que el de ciudadano.
Con el patrocinio del abogado Arturo Sosa Aguilar, la demanda consta de una hoja mecanografiada por ambas caras del papel, en la cual la “Sra. Marilyn M. Miller” se somete a la jurisdicción mexicana y solicita, ante la imposibilidad de acompañar su partida de matrimonio con Arthur Miller, que se pruebe por testigos tal enlace.
En el punto cinco del escrito expresa que Miller, “el demandado”, “es de carácter incompatible con la suscrita, lo que ha hecho imposible la continuación de nuestra vida matrimonial, al grado que desde el mes de noviembre de 1960 nos encontramos separados el uno de la otra y no siendo posible ninguna reconciliación, me veo en la necesidad de demandar este divorcio para que sea disuelto el vínculo matrimonial que nos une, y se me restituya mi nombre de soltera”.
Consta en el expediente un “Special Power of Attorney”, un poder para representar en juicio, en inglés, junto a su traducción al español otorgado ante la escribana Mildred Fink, en Estados Unidos, para que el licenciado Aureliano González Vargas representara a Arthur Miller en el pleito, así como las declaraciones de los testigos Benjamín Ochoa, de 24 años de edad, y Manuel Molina, de 25, que acreditan el matrimonio entre Marilyn M. Miller y Arthur Miller.
Tanto Monroe como Miller ratificaron haber celebrado, el 19 de enero de 1961, un convenio para finiquitar sus derechos patrimoniales en Estados Unidos, no existiendo desavenencia sobre esos asuntos.
Cumplidos los requisitos, el 23 de enero de 1961, en dos hojas mecanografiadas por ambos lados, dicta el juez la sentencia del pleito, en los siguientes términos: “PRIMERO.- Se declara disuelto, con todas sus consecuencias legales, el matrimonio contraído por la señora Marilyn Monroe Miller con el señor Arthur Miller, el treinta de junio de mil novecientos cincuenta y seis en White Plains, Nueva York, quedando ambas partes en aptitud legal de contraer nuevo matrimonio. SEGUNDO.- Se restituye a la actora su nombre anterior de: Marilyn Monroe. TERCERO.- Regístrese la presente resolución, publíquese, dénse a los interesados las copias certificadas que de la misma soliciten y, en su oportunidad, archívese el expediente por tratarse de un asunto concluido.”
Obra asimismo en los actuados el recibo 000252, dado el 24 de enero de 1961 por la Tesorería General del Estado de Chihuahua, que acredita el pago de 500 pesos -unos cuarenta dólares estadounidenses al cambio de la época- necesarios para publicar la sentencia de divorcio de los autos “Marilyn Miller vs. Arthur Miller” en el Diario Oficial de ese Estado federado mexicano.
De tal forma, el matrimonio más mediático de su tiempo, de cinco años, fue disuelto con toda discreción, en tan sólo cinco días.