La Cámara respaldó la postura del a quo, quien dio por probado que la reclamante no tiene la capacidad necesaria para criar a la infante. Ésta tiene un retraso psicomotriz causado por un cuadro grave de desnutrición.
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Además, puntualizó que la solicitante desconoce el paradero de su hija, de 19 años, quien también padece retraso mental, y que no tuvo contacto con ella durante seis años.
“No se entiende cómo una persona que no puede cuidar de su hija discapacitada, más allá de que sea mayor de edad, pueda hacerse cargo de la crianza de su nieta”, plantearon los camaristas.