En la entrega anterior señalamos que la contención de redes institucionales, familiares y de lazos sociales ofrece una trama que confiere a los individuos vínculos que funcionan como sostén. La carencia de este tejido puede hacer “fracasar” la mediación familiar y reforzar en los sujetos la sensación de soledad, sostener posturas inflexibles e impedir encontrar una alternativa de solución.
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El caso. Asisten a mediación Carla (23) y Mario (25), padres de Agustina (10 meses). Carla es docente; sólo hace suplencias cortas y da clases particulares que le permiten subsistir precariamente; no tiene obra social. Mario trabaja “en negro” en una empresa de construcción. Hasta la ruptura convivieron dos años en casa de la madre de él.
Mario cuenta que pidió la mediación ya que quiere ver a su hija, con quien no tenía contacto desde hacía dos meses. Previo a la mediación la veía en casa de Carla durante lapsos breves y en una situación “muy incómoda” ya que la relación con ella era mala. Quería pasar más tiempo con Agustina y llevarla a su casa.
A su turno, Carla manifiesta que no permitirá que Agustina vaya a casa de su padre ya que él consume o consumía drogas y su casa no es un lugar adecuado para su hija. Agrega que la madre de Mario tiene esquizofrenia y a veces es violenta, que un tío de Mario suele ir a la casa y se alcoholiza con frecuencia. Señala que es un ambiente hostil, donde todos discuten.
Y “ni loca” manda a su hija sola con un adicto, un alcohólico y una mujer que “se pierde”, olvida lo que hace y ha causado varios accidentes.
Carla quiere obtener de la mediación “un papel que le dé la tenencia de Agustina”; teme que Mario intente llevársela sin su consentimiento. Dijo que no expondría a su hija a ese entorno, que no confía en Mario ya que por su adicción no puede sostener su palabra.
Relata que él dejó tratamientos de rehabilitación, trabajos e incluso las visitas que hacía al principio a Agustina.
Mario vuelve a hablar y dice -sin negar que antes consumía drogas- que desde hace varios meses está “limpio” y puede presentar todos los certificados médicos que se le pidan.
Admite que su madre está enferma, que no puede contar con ella pero que “de ninguna manera es peligrosa para Agustina” ya que es muy tranquila y buena.
En privado cuenta que su padre lo abandonó de chico y sufrió mucho su ausencia, que no quiere perder a su hija; desea mantener un vínculo con ella y ejercer sus derechos y obligaciones como padre.
Por la enorme ansiedad que tenían, dedicamos largo tiempo a parafrasear sus relatos para que se sintieran comprendidos, restar carga emocional y corroborar y aclarar lo que entendíamos, ya que la información era poco precisa. Indagamos en el entorno familiar y de amistades de ambos. Buscábamos personas que pudieran brindar contención afectiva y que oficiaran como nexo entre ellos.
Lamentablemente, descubrimos la pobreza de sus redes sociales, lo que los volvía vulnerables y probablemente causó su crisis familiar.
Carla, fuerte y emprendedora, se mostraba capaz de asumir el cuidado de su hija pero no podía pensar en compartir la crianza. Se sentía segura pensándose sola con ella y quería que “la justicia” legitimara esa situación. Sus temores la llevaban a posiciones que no le permitían concebir otra posibilidad: no iba a dejar a su hija en manos de personas en quienes no confiaba. Si él quería ayudar, que ayudara económicamente y si quería verla, que fuera a su casa.
Para Mario, ir a casa de Carla era abrir la puerta a continuas peleas. Era imposible pasar un momento agradable con su hija bajo la permanente vigilancia de Carla.
Fijamos nueva audiencia para que buscaran asistencia terapéutica. Nuestra intención era ver si la contención psicológica permitía sostener el espacio de mediación y construir acuerdos parciales que posibilitaran, al menos, reconstruir la confianza entre ellos.
Se comprometieron a traer una constancia de haber iniciado un tratamiento. Sin embargo, en la audiencia siguiente ambos manifestaron dificultades para obtener atención psicológica ya que no tenían obra social y los centros públicos les daban turnos muy lejanos en el tiempo. Abandonaron la idea.
Aunque el tiempo les sirvió para reflexionar, no podían moverse de sus posturas iniciales y seguían sin aparecer recursos dentro de su pobre red social. Mario propuso la intermediación de una amiga de ambos pero Carla la rechazó por su desconfianza hacia Mario.
Reflexionamos con ellos sobre sus alternativas fuera de la mediación y sobre qué pensaban podría ocurrir si el caso se judicializaba. Ambos manifestaron que defenderían sus posturas a “cualquier costo”.
Vemos aquí el rol determinante que la contención familiar, social e institucional tiene sobre la vida de los sujetos y en la resolución o no de sus conflictos. En un próximo artículo se observará cuándo este entramado juega un papel positivo en la vida de las personas.
* Lic. en Comunicación, mediadora. ** Abogado, mediador.