Los países occidentales vienen padeciendo desde 2008 en adelante un proceso recesivo que no han logrado superar plenamente, incluso con bastante riesgo de que extienda su vigencia y afecte todos los de América Latina.
Durante el año 2011 se verificó el máximo nivel de intercambio, alcanzando en ambos sentidos los registros más elevados pues las exportaciones ascendieron a US$83.951 millones y las importaciones llegaron a US$73.038 millones, con lo cual el saldo favorable fue de US$10.023 millones. Pese a que aquellas cifras no pudieron superarse desde entonces, el superávit de 2012 trepó a US$12.419 millones debido a que, mediante una estricta selección, nuestras compras externas se redujeron en US$5.490 millones (-7,43% respecto al año precedente); mientras las ventas sufrieron un recorte menor con una baja de US$3.024 millones (-3,60%).
En el año 2013 se tuvo la impresión de que habría una recuperación pues las exportaciones ascendieron a US$81.660 millones y las importaciones a US$73.657 millones, lo que estrechó el saldo positivo a US$8.993 millones y sembró inquietudes por su manifiesta insuficiencia para cubrir los compromisos financieros respectivos (capital e intereses). Sin embargo, de allí en delante el deterioro fue bastante mayor pues las ventas al exterior cayeron en 2014 a US$71.977 millones, traduciendo una vertical merma de US$9.683 millones, que equivalen a -11,85%. Las importaciones, por su parte, bajaron US$8.334 millones, que representan un muy semejante porcentaje (-11,28%); a la par de que también disminuyó el saldo favorable a sólo US$6.634 millones, marcadamente insuficientes para atender a las obligaciones financieras.
Pero es obvio que no habíamos “tocado fondo”. Al cierre del primer semestre 2015 la baja generalizada viene agudizándose mucho pues las exportaciones descendieron US$6.616 millones y las importaciones reiteran esa tendencia en otros US$4.512 millones, y el saldo positivo es de apenas US$1.232 millones.
Esta situación ha obligado a utilizar casi en su totalidad el swap convenido con China para evitar una reducción muy elevada de las reservas del Banco Central; aunque esto puede servir como un paliativo transitorio. Quizá la noticia más promisoria haya sido el contenido de las declaraciones del alto funcionario chino Justin Yifu Lin, quien afirmó en tono muy firme que su país crecerá en los próximos 10 años a un ritmo anual de 7% y que en ese transcurso importará crecientes cantidades de alimentos, cereales y oleaginosas.
El citado funcionario visitó a potenciales proveedores del interior del país con el objeto de adquirir carne vacuna, rubro que ahora se pretende implementar como alimento de primera calidad. Obviamente, también se incluirá soja (poroto, aceite y harina), siendo el primer embarque de un millón de toneladas.
Por su parte, el presidente Barack Obama advirtió de que China llenará el vacío económico en caso de que Washington no logre completar y poner en marcha un pacto de libre comercio con países de Asia, América Latina y Oceanía. Manifestó que “si nosotros no escribimos las reglas, China lo hará con las reglas en la región sin ofrecer puestos permanentes. Quedaremos al margen de los empleos tanto las empresas como la agricultura, salvo algo de soja. Tal actividad se puede traducir en una pérdida contra la agricultura estadounidense que se extendería en una pérdida de empleos dentro de EEUU.”
Las perspectivas
Según sucedió hasta 2012, la República Popular China creció a un promedio de +10,6% anual, pero en 2013 ese indicador cayó a 7,5% y luego siguió descendiendo a 7,2% y se estima que en el curso se ubicará en escalón mas abajo (6,8%). En América Latina, corresponden a Bolivia las mejores marcas pues el respectivo indicador en 2015 aguardan cerrarlo con +4,1% y 2016 con una leve caída (+3,5%). En segundo lugar se ha situado Paraguay, con +3% y 4,8%, respectivamente. A continuación está Argentina, a la que dicho organismo le asigna este año +0,4% y en el próximo anticipan que habrá una baja de -0,7%; y Perú con +2,4 y +3,3% cierra ese ordenamiento.
Las peores marcas, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), se verifican en Brasil (-3 y -1%) y, muy especialmente, Venezuela (-10% y -6%). Luego aparecen México (+2,3 y +2,9%), Chile y Uruguay (ambos con +2,3 y +2,5%).
El FMI y el Banco Mundial (BM), en sus reuniones anuales realizadas este año en Lima -entre el 2 y el 6 pasados-, concitaron la presencia de 188 países asociados en diversos foros con sus 12.000 respectivos representantes.
Respecto de nuestro país, el FMI subraya que enfrenta una “tendencia insostenible” y el máximo responsable regional llama la atención respecto al elevado déficit y la inflación, preanunciando como muy probable una devaluación en el transcurso de 2016. Dicho funcionario entiende que “la marcada volatilidad tendrá una perfomance volátil que se traducirá en una recesión profunda en Brasil, junto con la aguda volatilidad que asuela a China; las cuales permanecerán bastante tiempo más”.
Ante las referencias hacia Argentina, se pronunció el ministro de Economía, Axel Kicillof, quien enfatizó que “los precitados informes se explican debido a que tienen una manifiesta intencionalidad política”, una verdadera vergüenza.
Por su parte, la directora del citado organismo, la francesa Christine Lagarde, sostuvo que la economía mundial continuará creciendo a una media universal de +3,6% en 2016, frente a +3,1% este año y que cerrará la segunda década de este siglo con economías saneadas.
Dado que puede ser el último año de su mandato, en la conferencia de prensa Lagarde anticipó que habrá una notoria recuperación y sólo se la vio preocupada cuando discurrió, en dúo con el subdirector David Lipton, en una manifestación muy extensa insistiendo en que hay tres desafíos en todo el mundo que deben afrontarse. “El mundo -dijo- debe prepararse para sortear, actualizando recetas tradicionales con gran variedad de recetas que incluyan innovaciones”. Sobre el carácter del trío de “ingredientes”, recomiendó recrear el modelo de crecimiento, basado en el consumo interno y las exportaciones.
Respecto a América Latina, consideró que dicha región ha tenido una gran mejoría, pero Alejandro Werner se extendió para examinar la situación de Europa que ya hace casi ocho años que se mantiene sin recuperar y Estados Unidos que actualmente amaga una reactivación bastante apreciable pero ya una vez frustró todo tipo de esperanzas e incluso fue de signo negativo el primer trimestre de 2015. Resulta obvio que existe una cierta inquietud sobre la posibilidad de que un período tan problemático llegue a su fin.
Lagarde se ocupó también de distinguir la fortaleza de la entidad y, en cuanto a América Latina, con mucho énfasis, dijo que “ni esa área ni el FMI no son los mismos que hace 15 años, son mucho más fuertes”. En el caso de China, subrayó que “su desaceleración es previsible y el año próximo crecerá +6,3%”. Con respecto a ella consideró que “los temores son infundados. Le damos la bienvenida al cambio y es una buena transición“ hacia una coordinación y complementación; no como lo hizo antes basándose en las exportaciones.
Las últimas palabras fueron de elogio a la asociación de 12 países en las costas de Asia y la parte oriental del océano Pacífico. La globalización que se está perfeccionando. Por otro lado, con respecto a este tema, Comisión de Demócratas y Republicanos en el Senado de EEUU aprobó una legislación por la vía rápida, que últimamente han impulsado el despido masivo y han aprovechado para aprobar la desigualdad de idénticos trabajos.
No debe olvidarse que de los 325 millones de habitantes que tiene en la actualidad ese país 115 millones de personas que viven en el campo (tantos como todo México) y que los salarios se vuelven cada vez más elevados mediante la promoción de las explotaciones fuera del país.
En el caso de Argentina, la mano de obra rural plantea reclamos derivados de que las cosechas de cereales y oleaginosas, arroz, tabaco, azúcar, tienen superficies preparadas al efecto y se logran altos rendimientos por hectárea. Pero en los Estados de la cuenca del río Missisipi-Missourí y de la zona sur occidental de EEUU los trabajadores elevan quejas muy frecuentes y crean tensiones que en muchos casos desencadenan conflictos harto complejos, pese a ser el mayor productor agrícola del planeta de trigo, maíz y soja.
La reciente y muy abundante localización de petróleo en estado sólido y a profundidad (entre 1.500 y 3.600 metros) ha convertido una amplia zona de EEUU, le ha permitido llegar a un récord absoluto diario de 11,6 millones de barriles; es decir, por encima de Arabia Saudita, que produce 11,5 millones. Luego de ellos se alinean Rusia 10,88 mb, Canadá 4,29 mb, China 4,24 mb e Irán 3,6 mb.
Hace 10 años, entre el período de los años 2005 y 2008, Estados Unidos multiplicó su producción por tres llegando a 142.000 millones de barriles; pero la rapidez con que progresó China ha sido casi milagrosa pues en ese mismo lapso de cuatro años llegó a producir nada menos que 222.000 millones de barriles.
El presidente Obama, en los últimos 60 días se refirió cuatro veces a China, y en especial se detuvo cada vez más en detalle en África, concluyendo que su balanza comercial es tres veces más grande que la de EEUU. Sostiene que las políticas exteriores occidentales siempre fueron muy diversas y que el comercio internacional se viene desarrollando con gran ímpetu y procura consolidar sus relaciones al máximo. Por su parte, Rusia le proveerá gas a China por 40 años a través del más extenso gasoducto que posee en Siberia (el mas grande del planeta: 15.000 Km.), pues ha interrumpido sus envíos a Europa debido a las desinteligencias con la OTAN.
La competencia en los rubros antes mencionados compromete en alta medida reservas que se vienen comercializando a muy bajo precio y sólo los que tienen gran abundancia pueden mantener el ritmo de comercialización “normal”. La cotización habitual es de alrededor del doble de la vigente y se piensa que, por lo menos hasta el año 2017, se mantendrá sin mayores cambios.