viernes 29, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

La guapa

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Arantza Quiroga Cía, una mujer decidida. Auténtica y fiel a sus ideas, logró alcanzar metas difíciles en la conflictiva arena política del País Vasco.

Por Luis R. Carranza Torres – Exclusivo para Comercio y Justicia

Arantza Quiroga Cía es uno de los rostros más comprometidos de la política de España. Siempre se ubica al tope de los listados tanto de las políticas más bellas como de los dirigentes españoles más auténticos. Todavía hoy le aflora la timidez al hablar en público. Propios y adversarios coinciden en definir su carácter como agradable, dialoguista y de fuertes convicciones, a un mismo tiempo. Tampoco nadie pone en duda su privilegiada inteligencia.

Nacida un 26 de julio de 1973 en Irún, comenzó a militar en política por una salida, en grupo de jóvenes, ocurrida en el verano de 1994, en la cual entre copa y copa se terminó hablando de política. “Llamaba la atención por lo guapa que era”, diría luego Francisco de Borja Semper, actual portavoz del Partido Popular (PP) vasco y quien la invitó entonces a ver más de cerca la política en dicho partido.

Hija de un calderero vallisoletano llegado a Euskadi en busca de trabajo y de una madre vasca y euskaldún (vasco hablante), creció en un ambiente familiar nacionalista. Era una casa donde se votaba al Partido Nacionalista Vasco (PNV).

Como dijo en una entrevista sobre la primera vez que concurrió a votar: “Mis padres votaban al PNV, pero cuando me tocó hacerlo y mi madre me dio la papeleta del partido, yo tenía muy claro que quería votar a Aznar, porque éramos vascos y españoles. Las dos cosas al mismo tiempo, sin que lo uno negara lo otro”.

Pertenece a una generación política que definió sus ideas desde el rechazo al terrorismo de ETA. El asesinato en 1995 del carismático presidente del PP en Gipuzkoa, Gregorio Ordóñez, que sacudió a España, la llevó a aceptar ser candidata por ese partido en las elecciones municipales en Irún, que se celebraron pocos meses después del atentado. Por entonces, los asesinatos de ETA y la presión de diversos sectores de la sociedad vasca hacían muy difícil encontrar candidatos para formar las listas del PP. Sus padres fueron los primeros sorprendidos por la decisión, pero accedieron al verla “tan entusiasmada”. En dichos comicios mostró su carisma; y resultó elegida.

Dos años después, en diciembre de 1997, el asesinato de su colega José Luis Caso, concejal del PP en Rentería, la marcó como pocas cosas en su vida, personal y política. Todavía hoy recuerda que verlo tendido en el suelo fue lo que le dio fortaleza para “aprender a aparcar el miedo, a tragarlo y a seguir adelante”.

Siendo uno de los objetivos potenciales de ETA, debió por ello vivir con custodia la mayor parte de su vida, sin poder llevarla plenamente normal. Recurrentemente es amenazada de muerte. Eso no le ha impedido casarse con su novio de toda la vida, Álvaro Arrieta Konyay, y formar una familia de cinco hijos, todos ellos varones: Andrés, Pablo, Álvaro, Pedro y Jesús.  Y a pesar del riesgo para su seguridad, ha mantenido siempre una actividad incólume en el mismo sitio y horario: ir todos juntos a misa en la mañana de los domingos.

Lo relativo a la familia ha sido una constante para ella. Sin importar el puesto que ocupara, siempre mantuvo su prioridad, aun por sobre la política. Como dijo alguna vez: “Hay veces en las que hay que saber cerrar la persiana en el trabajo y decir que no se puede. Hay que saber que la prioridad es la familia, porque el día que deje la política mi familia va a seguir estando ahí”.

Una herencia de sus padres que sí ha seguido tiene relación con su formación católica. Fue educada en colegios religiosos y ha dado la misma educación a sus hijos.  Estudió en Irún en El Pilar, en la Compañía de María. Luego en San Sebastián, en el colegio Eskisabel, antes de recibirse de licenciada en Derecho en la UNED.

Dialogante y de carácter tranquilo, es firme en la defensa del concepto católico de la familia y las posturas de la iglesia en materia de moral y costumbres. Ello la ha llevado a ocupar las posturas más conservadoras dentro de su propio partido. No obstante lo cual, se le reconoce que “es una mujer muy respetuosa que no mezcla su vida personal con la política”. Incluso las otras fuerzas políticas con que comparte banca en la legislatura siempre se la rescató como “buena compañera”.

En 2009, con sólo 35 años, le tocó presidir la cámara legislativa vasca. Fue criticada por no hablar el  vasco, y su respuesta fue volver a las aulas para aprenderlo “por respeto a sus compañeros”. Fue también reelecta luego de un período en la presidencia del PP Vasco, con 72,8% de los votos.

Sus ideas políticas entienden que una Europa de las regiones no es incompatible con la Europa de los Estados. Y que el país Vasco debe tener una mayor presencia en Europa, y aún más autonomía que la presente, sin dejar de ser parte de España ni de ser una sociedad bilingüe. Se ha preocupado además por una legislación protectora respecto de las personas discapacitadas, ayudar a las mujeres en situación de riesgo y proponer medidas de “conciliación” en materia del trabajo destinadas a que la mujer pueda armonizar su carrera laboral con la voluntad de formar una familia y estar presente en la vida de sus hijos.

Por ello, lo del mote de guapa va más allá del plano de lo físico. Habla, asimismo, de su valor para superar el miedo que causan quienes0 no conciben la política sino por la muerte, la intimidación y los balazos. También, de su arrojo en postular ciertas ideas aun en contra de la corriente general de opinión en una sociedad y tiempo determinados.

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