ESCUCHARContundente y desgarrador fue el testimonio del ex policía del Departamento de Informaciones (D2), Ramón Roque Calderón, quien declaró ayer en el marco del segundo juicio oral por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar.
Tal como se preveía, el hombre -hoy detenido por una causa de robo y considerado el principal testigo de la causa-, pudo describir en forma detallada los últimos momentos en los que vio con vida al subcomisario Ricardo Fermín Albareda e identificó a sus presuntos asesinos, entre ellos a Hugo Cayetano Britos, uno de los imputados de este juicio.
Así, declaró que Albareda fue trasladado por el entonces jefe del D2, Rául Pedro Telleldín y los policías Américo Pedro Romano y Hugo Cayetano Britos “esposado y con uniforme de policía” al chalet de Hidráulica la medianoche del 26 de setiembre de 1979. Una vez allí -dijo- fue atado a una silla con alambre, donde le “arrancaron las insignias y lo degradaron”.
Tras ser golpeado en forma salvaje, Telleldín le cortó los testículos y después se los introdujo en la boca, que posteriormente cosió. Mientras Albareda se desangraba, Telleldín y el resto de los policías se fueron a comer un asado fuera de la casa, relató Calderón.
Destino incierto
A lo largo de su extensa declaración, el ex policía remarcó que nunca supo hacia dónde fue trasladado Albareda. “Lo llevaron como un bolsa de papa al auto y antes de irse, Telleldín ordenó que limpiáramos “la sangre bien con lavandina".
Consultado sobre las causas del asesinato del subcomisario, Calderón recordó los dichos de otro policía: “Era un subversivo y un traidor".
Además de la muerte de Albareda, el ex policía aseguró haber sido testigo de numerosas torturas y asesinatos . En el tiempo en que se desempeñó como guardia del chalet -desde 1976 a 1980- dijo haber visto pasar al menos unas 200 personas.
“La gente no valía nada”, admitió, al tiempo que reconoció que aquella noche “tuvo terror".
Más testimonios
Por la tarde declaró el comisario retirado Octavio Cuello, quien no aportó ningún dato respecto de la muerte de Albareda. No obstante, su testimonio sirvió para relatar cómo se fue gestando y estructurando el aparato represivo de aquellos años.
A su turno, también prestó declaración Ludmila da Silva Catela, del Archivo Provincial de la Memoria.
Hoy continuará la quinta audiencia con, al menos, tres testigos.
| “Un gran hombre” |
| – El ex policía Ramón Roque Calderón dedicó un tramo de su declaración al testigo Jesús González, el ex uniformado que murió pocos días antes del comienzo del juicio. – Lo calificó como “un gran hombre, un buen compañero y un amigo”. – Dijo que le cayó muy mal su muerte y que tanto él como González fueron testigos directos de las torturas que sufrió Ricardo Fermín Albareda en la Casa de Hidráulica. |
