No son buenos tiempos para la música. Sobre fin del pasado año perdimos a Joe Cocker. Ahora, el pasado día 15 falleció a los 89 años Riley B King, más conocido como BB King, músico de blues de origen afroamericano, quien fue inspirador de muchos de los guitarristas argentinos de rock y blues.
Nacido en Itta Bena, Mississippi, creció en un ambiente de pobreza y segregación racial, sin mayores aspiraciones que a una educación elemental, un trabajo fijo en alguna fábrica para llevarse algunos dólares al bolsillo. Sin embargo, quien lo desvió de ese destino cuasi forzoso fue la música. Su primer contacto con ella fue en su propia iglesia, donde al poco tiempo se convirtió en el primer corista de la congregación, distinguiéndose de los demás feligreses por ser el muchachito que luego de la ceremonia se quedaba a practicar con la guitarra.
La música fue su camino a la fama, la que empezó a golpear su puerta a principios de la década del 50, cuando editó un disco simple con el tema Three o’clock blues, una canción de Lowell Fulson transformada por B.B. King, incluyendo una sección de instrumentos de viento en la que fue acompañado por Ike Turner al piano, Willie Mitchell a la trompeta y Hank Crawford al saxo alto.
Acompañado de su guitarra, se fue ganando la fama y el reconocimiento, que tal vez por su origen de pobreza era para él impensado cuando empezaba a ejecutar sus primeros acordes en su comunidad del sur de Estados Unidos.
Él y su guitarra-la que seguramente lo estará extrañando- fueron inseparables, y si bien en el ambiente musical todo el mundo sabe que su compañera se llamaba “Lucille”, pocos saben cuál es el origen de su nombre, al que bautizó así en el invierno de 1949.
Fue durante una presentación en un local en Arkansas cuando, debido al frío que se hacía sentir, para calentar el ambiente alguien encendió un barril con combustible, algo habitual en aquella época cuando no existían los medios de calefacción modernos, y mucho menos en los lugares pobres donde B.B. prodigaba su arte.
Ese día, en una de las habituales peleas que se producían en el lugar, uno de los contendientes golpeó el recipiente derramando el combustible, lo que causó un incendio que obligo a una rápida evacuación del local. B.B. King como todos los parroquianos corrió a la calle, pero ni bien respiró aire puro se dio cuenta de que había olvidado su guitarra. Ante la angustia que le causaba la posibilidad de perder a su compañera, no dudó y arriesgando su vida entró al local para recuperarla. En esa noche trágica murieron dos personas.
Pasado el mal momento, King descubrió que aquellos hombres se habían peleado por una mujer cuyo nombre era Lucille. Desde ese día su instrumento llevó el nombre de la dama que casi causa la destrucción de su compañera. Era tal el amor y fidelidad que sentía por su “Lucille” que le dedicó a ella una de sus canciones, como una manera de reconocerle su sentimiento: “El sonido que escuchas / viene de mi guitarra llamada Lucille / Estoy realmente loco por Lucille / Lucille me sacó de la plantación / o podrías decir que me dio la fama” (Lucille, 1968).
En 1981, la famosísima fábrica de Instrumentos Gibson puso a la venta un modelo de esa guitarra con el nombre Lucille, que se constituyó en uno de los modelos más requeridos por los músicos de Rythym and Blues del mundo. La maestría de BB King había dado origen a una marca notoria en materia de instrumentos. A estas alturas, por explotación de imagen, derechos discográficos y nombre, el arte no sólo lo había redimido de un impío destino sino que le procuraba pingües beneficios.
Vayan estas letras en reconocimiento al gran B.B. King, un músico que si bien dejó sola su guitarra, nos seguirá acompañando a todos nosotros cada vez que escuchemos una blue note sonar acompañada por los clásicos doce acordes de un blues.
* Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas.
** Abogado, magister en Derecho y Argumentación Jurídica