martes 26, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Sin signos de que pueda despejarse el horizonte económico mundial

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Todos los pronósticos que se hicieron sobre la evolución en 2014 debieron ser frecuentemente corregidos disminuyendo las perspectivas en proporciones alarmantes, y las primeras evaluaciones sobre lo que puede ocurrir en 2015 no aportan ningún grado de tranquilidad.

La convocatoria, a fines de la segunda semana de octubre ppdo., de los ministros de Finanzas y presidentes de los Bancos Centrales de los países que constituyen el Grupo de los Veinte (G20), pese a la llamativa parquedad de sus referidos asistentes, tuvo un clima cargado de preocupación debido a los mediocres indicadores que vienen caracterizando la actual realidad de la economía mundial.

Pocos días antes de la Segunda Asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que se realizó entre los días 10 y 12 de octubre ppdo., mediante un Informe Especial emanado del FMI anunció como un hecho consumado que al evaluar en moneda de igual valor adquisitivo (PPA) China ha pasado a ser la máxima potencia mundial, desplazando de ese sitial a Estados Unidos. Respaldando tal situación, determinaron que representaba 16,46% del Producto Bruto Interno (PBI) mundial, que equivale a US$17,4 billones.

De esa manera, quedaron por primera vez superados los respectivos registros de Estados Unidos que alcanzan a cubrir 16,27%; o sea, US$240 mil millones menos que el gigante asiático. No sólo se ha verificado lo referido sino que se anticipa que esa brecha seguirá ensanchándose cada vez más; incluso a un ritmo notoriamente más acelerado. Esta virtual carrera, según la misma fuente, en abril de 2011 preveía su concreción para fines de 2016, lo cual revela que dicho liderazgo se ha adelantado en un par de años.

El significado del trabajo del FMI
La elaboración del citado organismo está acompañada de una importante aclaración en cuanto a la metodología, que es muy similar a la del trabajo conocido a fines de abril de 2011 pero no debe confundirse con las respectivas evaluaciones del PBI nominal de los países asociados. En el caso de Estados Unidos, al optarse por valuar todos los bienes y servicios que lo integran a precios de mercado del año 2013, surge una cifra total que triplica la de China, que le permite mantener también esa relación en cuanto a la comparación de sus respectivos ingresos por habitante. Los especialistas del país asiático se han mostrado muy serenos y nada triunfalistas. Advierten de que ellos sólo quedarán satisfechos cuando lleguen a superar de tal forma su producción que quede eliminada esa amplia brecha, a cuyo efecto han acelerado el proceso de reeducación y traslado a las actividades urbanas de más de 300 millones de trabajadores rurales, área en la que sólo permanecerán 50 millones munidos del equipamiento más moderno y sofisticado.

De todas maneras, lo sucedido debe ser analizado cuidadosamente y en forma muy especial pues, como enfatiza el Financial Times, “…en 1980 la producción económica de China era una décima parte de la de EE.UU”; ello significa que adecuadamente evaluada, será 20% más grande que la de Estados Unidos para fines de 2019. Tampoco se puede dejar de dar su real significación al anuncio oficial de Pekín en el sentido de que a partir del pasado 7 de octubre han resuelto flexibilizar la inversión exterior e interior acentuando la dotación en áreas claves del crecimiento.

De acuerdo con un comunicado oficial suscripto por el Consejo de Estado, que difundió la agencia Xinhua, las empresas privadas de cualquier origen deberán cumplir con el trámite de registro fehaciente para poder operar con total autonomía en su mercado interno. El primer ministro Li Keqiang destacó al respecto que “debemos confiar en los fundamentos del crecimiento a largo plazo” esforzándose por obviar “las dificultades y los retos” que ello supone. Las medidas de promoción abarcan 15 sectores que han sido seleccionados por su significación estratégica prevalente.

La actualidad
En su carácter de directora-gerente del FMI, la francesa Christine Lagarde, en vísperas de la reciente segunda reunión anual de ese organismo, no vaciló en admitir que “a nivel mundial la economía es más débil de lo que habíamos esperado”, y acto seguido confesó que no espera que se interrumpa pronto la secuencia de años “decepcionantes en serie”. Muy por el contrario, prefirió reconocer explícitamente que “El riesgo es que el mundo quede estancado en un crecimiento mediocre”.

A juzgar por el contenido de sus reflexiones, no le faltan motivos. Hasta las mayores potencias exportadoras que pudieron defender por algún tiempo su normal ritmo de crecimiento, más recientemente han perdido en alto grado la perspectiva expansiva que mantenían, aportando datos que verifican la vigencia de múltiples obstáculos, razón por lo cual dejó de avanzar, contagiando esa desaceleración globalmente desde comienzos de 2011 en adelante.

Así se explica que Alemania, después de operar como “tractor” para los demás países de la denominada Eurozona, en la actualidad ha registrado por dos trimestres consecutivos índices negativos. Justamente esa circunstancia es la que caracteriza el advenimiento de procesos recesivos antes no existentes, que entran en ese peligroso círculo de retraso relativo. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo redujo sus estimaciones y anticipa que, de seguir primando las condiciones que se aprecian actualmente, deberán volver a corregir a principios de 2015 sus menguados indicadores.

La problemática de los mayores protagonistas
La evolución ocurrida durante las últimas tres décadas, tal como ya se ha destacado precedentemente, ofrece la “novedad” histórica sobre la exaltación de China, medida mediante el incremento de su PBI, a la cumbre entre todos los países económicamente más exitosos del planeta. Pese a la disminución de su velocidad intrínseca y característica, ello no le impide seguir ensanchando la brecha en su favor. Prueba de esto es que durante la década 2003-2012 su evolución en cuanto a transacciones internacionales alcanzó el inusitado nivel promedio de 20% anual. Como contraste de ello, desde 2007 tanto las economías europeas como las de Estados Unidos y Japón debieron afrontar graves problemas que hasta la fecha siguen sin resolverse y las retrasa en forma progresiva frente al dinamismo chino.

No obstante, en 2013 ese índice en este último caso se redujo a “sólo” 8,6% y se espera que se cierre el presente 2014 con un punto porcentual menor. Mediante la última evaluación realizada con extensión universal, que suscribieron en forma conjunta el FMI y el BM, llegaron a la conclusión de que en lo inmediato descendería, que la recuperación que suponían alcanzaría 5,3% han debido bajarla a 4% y reconocen estar preparados para enfrentar secuencias de sucesivos registros que, posiblemente, sigan cayendo hasta un muy modesto y frustrante 1,9%.

Algunos casos particulares
El caso de Alemania es de singular importancia y harto ilustrativo de lo que está pasando e incluso de lo que puede sobrevenir en 2015. Este país ha sido hasta 2013, inclusive, el que presentaba el saldo positivo más elevado en cuanto a su volumen del comercio con el resto del mundo. Fue decisivo en ese empinamiento su rol creciente como proveedor de máquinas y herramientas de última generación; pero la disminución de la demanda externa en lo que va de 2014 ha costado perder ese liderazgo debido a la reducción habida en su nivel global de exportaciones, en alrededor de 6,5%, caída ésta que bastó para que fuera desplazado del lugar que había logrado tener desde 1998 por una década y media.

Si se examina lo que esta pasando en los principales países desarrollados de Europa, debe admitirse que no exagera el FMI cuando, al igual que Japón, considera que se está transitando penosamente una “década perdida”. Su fórmula en tal sentido destaca un crecimiento anémico o nulo que coincide con presiones inflacionarias nada habituales.

Esa confluencia de factores negativos ha impulsado la idea que enunciaron algunos ministros de Economía y Finanzas, exhibiendo cierta propensión a encarar devaluaciones de suficiente magnitud en procura de impulsar la mayor colocación de productos de exportación. Al expresarse en tal sentido, cundió gran alarma pues dicha alternativa, si se generaliza, sólo podrá generar una peligrosísima “guerra de divisas” que agravaría aún más el escenario actual.

En el ámbito más especializado cayeron muy mal las declaraciones del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, quien se refirió en términos casi laudatorios a la devaluación operada en el euro y, mucho más aún, cuando el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, recogió la idea admitiendo que la venía evaluando desde hace algún tiempo como la más posible “salida”. La reacción no se hizo esperar y los representes de países acreedores sostuvieron prestamente que tal decisión se convertiría en una forma de despojo, advirtiendo en tono muy severo que no se quedarían “de brazos cruzados”.

Por su parte, Brasil, séptima economía del mundo, ha optado por convocar a las grandes empresas para que procuren incrementar inversiones reduciendo plazos de ejecución, tendientes a mejorar el funcionamiento del sistema tributario vigente e intensificar el alcance de la gestión educativa en todos los niveles. Las ideas que vienen ganando más adeptos fueron expresadas por el director Ejecutivo de la Confederación Nacional de la Industria, Diego Bonomo, quien dijo ser intérprete de la disposición mayoritaria en el seno de sus más de 500 mil empresas asociadas, insistiendo en alentar a que todos procuren “…buscar reformas y aumentar la productividad para hacer crecer nuestro mercado interno”.

En oportunidad de la reciente reunión de los ministros de Finanzas y presidentes de Bancos Centrales de los integrantes del G20, dichas problemáticas ocuparon el tiempo de deliberación casi en su totalidad, pero no hubo a posteriori ningún comunicado que informara sobre lo analizado y resuelto en definitiva. Lo evidente es que hay mucha preocupación y franca predisposición a aunar fuerzas para superar los múltiples riesgos que acechan a todos en esta difícil coyuntura.

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