La psicóloga Francisca Cano Yegros señala la importancia de reflexionar sobre las vigentes identificaciones de género y propone educar a jóvenes y profesionales en la prevención y detección de las relaciones violentas.
Por Luz Saint-Phat – [email protected]
¿Es posible prevenir con tiempo los trágicos acontecimientos que resultan en la muerte de mujeres, como sucedió este año con los de Melina Romero y Paola Acosta? Seguramente ésta es una de las preguntas que dieron inicio al proyecto “Hablamos de amor Córdoba”, que se desarrolla desde 2008 y está destinado a la prevención e investigación de la violencia de género en noviazgos adolescentes.
La iniciativa está radicada en la Escuela de Ciencias de la Información (ECI) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y es llevada a cabo por Carolina Guevara, Francisca Cano Yegros y Natalia Gontero (foto). La propuesta está becada por la Secretaría de Extensión de la UNC y por la Comisión Nacional Salud Investiga, del Ministerio de Salud de la Nación.
Aborda esta difícil problemática desde una mirada interdisciplinaria entre la comunicación, la salud y la educación. Para lograr su objetivo, el equipo de trabajo realiza campañas y piezas de comunicación sobre la temática, desarrolla materiales de prevención, impulsa la realización de debates y charlas públicas y produce distintos tipos de investigación.
“En el proyecto están contemplados talleres grupales y los jóvenes pueden hablar de lo que les pasa a cada uno. En el transcurso van apareciendo las problemáticas familiares y las relaciones de noviazgo. Reflexionar es la única forma que los chicos puedan pensar algo sobre estas cuestiones ligadas a la violencia de género”, dijo la psicóloga del equipo, Cano Yegros, en conversación con Comercio y Justicia.
“En realidad, hay que contextualizar el problema de la violencia de género, sobre todo en el caso de los adolescentes. Estamos en una sociedad patriarcal en la que el hombre sigue gozando todavía de ciertos privilegios en la relación. Y los adolescentes vienen de familias que poseen esos modelos”, dijo la especialista.
“Es en este marco que nos encontramos con adolescentes mujeres que permiten que su novio ejerza cierto control sobre su vida y que aceptan la vulneración de sus derechos. La adolescente lo tolera porque seguramente también es el modelo que tiene en la casa o se rige por un estereotipo de género femenino relacionado con la subordinación y la dependencia emocional; mientras el varón tiene el rol de proveedor y se caracteriza por su temeridad”, agregó Cano Yegros.
“Aún hoy existe violencia cuando se le pide a una chica la ‘prueba de amor’ y se la obliga a tener sexo. Muchas veces las adolescentes acceden por temor o porque piensan que eso es la demostración del amor”, dijo.
“Todavía en este tiempo la violencia de género sigue teniendo prevalencia, aunque han cambiado algunos aspectos. Todos somos conscientes del cambio pero, a mi modo de ver, falta rato para que realmente lleguemos a una equidad en cuanto a los roles y en cuanto a los derechos. Si bien hay una ‘cosmética’ de dudosa calidad porque la mujer ocupa espacios públicos, en el espacio doméstico la situación continúa en muchos casos igual. Es decir, la mujer sigue siendo sobrecargada de tareas y esto la lleva a tener problemáticas de salud física y mental. Esta violencia de género de la cual estamos todos los días escuchando tiene su antesala en el noviazgo adolescente”, aseguró la terapeuta familiar.
Indicios
“El apego afectivo excesivo, por ejemplo, puede ser un indicador de este tipo de vínculos. En la adolescencia esto se da generalmente en las mujeres. Ellas seducen al varón y cuando se ponen de novias la relación es muy fusionada, muy dependiente. El varón quiere saber a dónde va, con quién se juntó, qué está haciendo”, dijo Cano Yegros, al comentar al menos uno de los aspectos que pueden vincularse con una relación violenta.
“Ese comportamiento también parte de una forma de socialización que existe para la mujer y para el varón, en la cual él está socializado desde el poder y el control”, aseguró la especialista.
“Es interesante ver que en la clínica, a una determinada edad, las consultas de las chicas surgen porque no consiguen novio. ‘Estoy sola’ -dicen-, y la identidad de la mujer tiene sentido porque tiene un varón al lado. Muchas veces esto es a cualquier precio y entonces toleran. Generalmente se piensa sólo en la violencia física y no somos conscientes de que la violencia psicológica es la que va minando la autoestima de la mujer y posibilita que ella después se paralice cuando aparece una situación física, que suele surgir mucho tiempo después”, dijo la psicóloga.
“Esta situación se va naturalizando y la mujer piensa que es sinónimo de amor cuando el hombre la está controlando, cuando no la deja ir a tomar un café con sus amigas. Y eso pasa en todas las clases sociales”, agregó.
Prevención
“Yo creo que, en cuanto a la prevención, lo más urgente sería implementar la educación en perspectiva de género en todos los niveles de formación y en todos los actores sociales. También creo que es posible implementar talleres de concienciación en los adolescentes y en los profesionales. Además, el Estado tiene que ocuparse de reinstalar los programas de género en todas las políticas”, recomendó Cano Yegros.
“Creo que es necesario replantearse algunas cosas, por ejemplo, el concepto de qué es el amor. Se trata de un fenómeno cultural que constituye subjetividades, pero en nombre del amor se comenten grandes violencias y femicidios”, dijo la especialista.
“Fijate que hasta hace poco en los medios de comunicación hablaban de violencia pasional: ‘la quiero tanto que por eso la mato’, una cosa así”, advirtió la psicóloga.
“También me parece que los medios de comunicación son responsables importantes de esta cuestión y deberían utilizar un lenguaje menos sexista”, opinó.
“Es importante, además, tener en cuenta que siempre que haya una buena comunicación con los progenitores vamos a tener más posibilidades de prevención. Si vos estás con un adolescente que no se comunica, algo te está diciendo. No hay que demorar una consulta, para eso están los psicopedagogos, los psicólogos, para ayudar y facilitar la comunicación con los adolescentes”, aseguro la terapeuta.
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