Estamos en un escenario económico complejo: recesión en los principales sectores de producción provincial (industria y construcción, entre otros), aceleración en el nivel de inflación, baja en el precio de los principales productos de exportación agroindustrial y expectativas crecientes de devaluación.
Todo esto se hace sentir en la evolución de la recaudación provincial y en las transferencias que recibe la Provincia por coparticipación y Fondo Federal Solidario (fondo sojero), que hace varios meses caen a valores reales y encienden señales de alerta en el Ministerio de Finanzas de la Provincia.
Ante esto, la Administración provincial tiene poco margen para actuar. Ya no puede pretender subir impuestos porque se encuentra en un nivel de presión tributaria récord, tiene que hacer frente al déficit de la Caja de Jubilaciones (aproximadamente $850 millones en el ejercicio en curso) por no poder acordar una solución con la Anses y debe asistir a la EPEC en sus servicios de deuda dolarizados (10,5 millones de dólares mensuales).
Lejos de buscar un punto de retorno a la ayuda nacional, este año es la única provincia que no refinanció su deuda con la nación y debe pagar casi $60 millones por mes. Quizás pensaban que a este ahogo financiero lo iban a solucionar como otras veces, siguiendo el camino del endeudamiento pero, dado el contexto actual, esto resulta casi imposible.