Mientras continúa el juicio que investiga lo sucedido hace más de cuatro años en la tragedia de Cromañón, Córdoba intenta recuperarse de los coletazos de aquel hecho, que signó un antes y un después en las políticas de control de los espacios destinados al entretenimiento y la cultura local. Para ilustrar la afirmación, basta recordar cómo modificó el accionar de los inspectores municipales la muerte de aquellas 194 personas que asistieron al recital de Callejeros. Se intensificaron los controles y se exigieron con firmeza los debidos certificados de habilitación de bomberos, para dar curso al permiso correspondiente de salas de teatro, bares y otros espacios culturales.
Surgió además una repartición especial en la Municipalidad: la Secretaría de Protección Humana, y se sancionó además la Ordenanza 10.840 de Espectáculos Públicos.
El ritmo artístico y social de la capital se detuvo, casi hasta la parálisis. Es que las exigencias de seguridad, sumadas a los cortos plazos para su debido cumplimiento, ahogaron a los productores culturales locales que se vieron superados por los gastos necesarios para mantener sus puertas abiertas al público.
El impacto económico que significó para algunos sectores de la cultura cordobesa la adaptación urgente de los espacios, a raíz de la repentina toma de conciencia tras la tragedia en el barrio porteño de Once, se tradujo en un viraje regresivo por parte del municipio en lo referido al fomento, a la producción y la vida cultural de la ciudad.
Rigurosos
“Quizás se planteó una situación de una extrema rigurosidad donde algunos de estos espacios, que son espacios que albergan una muy pequeña cantidad de público -y opino a modo personal por haber estado al frente de la Subsecretaría de Cultura en aquel momento- se generó un inconveniente en esa adaptación de algunos lugares y esto resintió la actividad artística. Quizá se puso un extremo celo en algunas cuestiones”, reconoció la concejal Susana Frossi en diálogo con Comercio y Justicia.
Sin embargo Frossi, quien actualmente preside la Comisión del Concejo Deliberante que revisa las modificaciones a la Ordenanza de Espectáculos Públicos 10.840, aclaró que “lo que ocurrió puso una luz roja y una mirada distinta sobre aquellos lugares donde concurre una gran cantidad de público”. En un mes y medio, la Comisión deberá presentar el proyecto final de la normativa municipal que, según la edil juecista, entre sus puntos principales contempla la posibilidad de “recuperar la diversidad en lo que hace a la oferta de consumo para el tiempo libre en Córdoba y, de alguna manera, tentar a los empresarios para que elijan ese rubro”.
Entretanto, los productores culturales y artistas independientes de la ciudad nucleados en organizaciones como la Asociación de Músicos Convocados de Córdoba (MUCC) y la Red de Salas de Teatro Independiente, reclaman que la normativa actual no alienta a la producción cultural local, sino que, por el contrario, le pone trabas.
¿La nueva ordenanza contemplará el fomento a la proliferación de producciones artísticas independientes diversas?
“En lo que hace a tributos podríamos tener alguna señal hacia estos espacios, ya que tienen otra finalidad que es la de la difusión de la cultura y es una forma de promoción a los artistas locales, que tienen que ver con la identidad de nuestra ciudad. Es i