Actualmente, las organizaciones se encuentran en un escenario en donde, de manera habitual, surgen necesidades para las cuales no existen precedentes o respuestas.
Por Vanessa Cravero y Sofía Conrero * – Exclusivo para Comercio y Justicia
La complejidad de la situación y la diversidad de enfoques y de información hacen que las soluciones no estén en manos de una sola persona.
Así, las organizaciones se enfrentan al gran desafío de hacer más con menos.
En general, la respuesta natural de las personas que sienten la presión de los tiempos y los requerimientos es replegarse y resolver de manera ágil y espontánea, desde el plano individual. En esos contextos, donde todo apremia, parece que coordinar con otros termina siendo una pérdida de tiempo.
Sin embargo, en este marco, el trabajo en equipo es justamente una de las respuestas al reto de la productividad. Cada vez más se habla de espacios colaborativos, es decir que no siempre mi competidor es mi contrincante, y es probable que a veces necesite buscar que el otro gane tanto como yo.
Así, hablamos no sólo de equipos hacia dentro de las organizaciones sino con otras organizaciones, alimentando una red local, regional o internacional. Esto requiere, principalmente, contar con personas capaces y dispuestas a trabajar en equipo en este contexto, contribuyendo a alcanzar la visión y misión de cada organización. Esto es, poder trabajar combinando la responsabilidad individual, potenciando los resultados, sumando aportes en el contexto de un equipo.
De esta manera, podríamos definir los equipos de trabajo como una forma de coordinar habilidades y crear acuerdos para dar respuestas relativamente rápidas y efectivas a problemas cambiantes.
Parece sencillo, pero trabajar con otros -porque compartimos el espacio físico o la tarea- no es lo mismo que trabajar en equipo. Tener en cuenta esta afirmación es el primer paso para poder iniciar una experiencia que nos permita lograr consolidarnos como equipos.
En ocasiones se confunde la idea de trabajar en equipo con la de llevarse bien. Es cierto que la armonía en las relaciones es necesaria para poder trabajar en equipo.
Sin embargo, son otros los factores que determinan la existencia de un verdadero equipo, tales como: objetivos compartidos, roles definidos, compromiso y confianza mutua, entre otros.
El factor central, a partir del cual se nuclean todos los demás, es la existencia de un objetivo común.
Trabajar bien en equipo requiere que cada uno conozca qué se espera de sí y en qué puede contribuir, comprendiendo que los aportes individuales no deben ser anulados o soslayados sino que deben integrarse y coordinarse en pos de un objetivo común.
Y en este desafío es central el rol del líder que, entre otras cuestiones, debe:
– Decidir y acordar objetivos comprensibles sobre el desempeño de los miembros del equipo.
– Minimizar las conductas individualistas sin anular las acciones individuales.
– Reconocer a las personas que priorizan los intereses del equipo ante los propios.
– Mantener el equipo enfocado, evitando distracciones.
– Garantizar la retroalimentación frecuente, positiva y de desarrollo.
– Propiciar que los miembros se sientan responsables por los resultados.
– Celebrar en conjunto los resultados/logros para fortalecer las acciones que aportan al objetivo.
Finalmente, querríamos destacar que, si bien se viene hablando hace tiempo de la importancia y los beneficios de trabajar en equipo, sabemos que lograr la sinergia con otros no es una cuestión natural o espontánea sino que, por el contrario, requiere de trabajo; trabajar para lograr trabajar en equipo.
– Para profundizar este tema se puede consultar esta web
* Consultora en gestión organizacional y recursos humanos