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Por Luz Saint Phat / [email protected]
El presente y las perspectivas de una profesión que puede “construir un futuro mejor” es la clave de esta entrevista con María Alejandra Deguer, presidenta del Colegio de Ingenieros Civiles de Córdoba
En un contexto donde cada vez cobra más protagonismo la planificación, diseño y abastecimiento de recursos de las urbes, junto a la preocupación y necesidad de un mayor cuidado del medioambiente, es fundamental conocer las encrucijadas en las que se encuentra este amplio hacer profesional.
– ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los ingenieros civiles en la actualidad?
– Estamos acostumbrados a pensar en la ingeniería civil como la encargada del proyecto, construcción y mantenimiento de las obras puramente civiles. Sin embargo, la realidad es que su rol va mucho más allá y abarca la planificación completa del entorno para adaptarlo a las necesidades sociales y comunitarias. Los campos de aplicación de la ingeniería civil son múltiples y abarcan diferentes intervenciones, entre las que se destacan obras hidráulicas y de saneamiento, sistemas viales y de transporte, diseño de servicios públicos y todas aquellas acciones que mejoran la calidad de vida.
Es un desafío para los ingenieros civiles ser los impulsores del urbanismo, ordenando y transformando los recursos naturales para la adaptabilidad y el bien de la sociedad.
– ¿Cuál es el impacto de las nuevas tecnologías (como la inteligencia artificial) en la actividad profesional?
– Hay un amplio campo en la ingeniería civil para el desarrollo científico-tecnológico de aporte inmediato a la comunidad.
Post pandemia, desde el colegio, apostamos a la digitalización institucional. Además, fomentamos a través de becas a nuestros matriculados el uso de tecnologías BIM (siglas de Building Information Modeling) que es una metodología de trabajo colaborativa para la creación y gestión de un proyecto de construcción, administrando información detallada de una edificación, incluyendo aspectos referentes tanto a su diseño como a su mantenimiento, con la finalidad de evitar la pérdida de recursos y administrar de forma más exacta el tiempo en la construcción de la estructura, o eludir costes innecesarios en futuras remodelaciones.
En fin, todos los avances tecnológicos fomentan e impactan en materia de diseño de ciudades inteligentes, eficiencia energética, y en la industria de la construcción propiamente dicha.
– ¿En qué medida la actividad profesional se está formando y capacitando para afrontar la problemática del cambio climático?
– Desde siempre, los asentamientos humanos se han desarrollado en zonas que brindan respuesta a sus necesidades. Así, a través de la historia, hemos “planificado” los lugares de asiento: nos refugiamos en cavernas, nos asentamos en las cercanías de fuentes de agua y fuimos incorporando la idea de planificación y el concepto de riesgo como respuesta a las demandas de la colectividad. Es importante tener en cuenta que la sociedad causa cambios profundos en el territorio que ocupa, transformándose así en una organización de riesgo. Por eso, debemos ser conscientes también de que sufrimos las consecuencias de esas modificaciones traducidas en cuantiosos daños humanos y económicos.
– ¿Cuáles son las principales competencias y habilidades que deben incorporar los ingenieros civiles en la actualidad?
– Esta pregunta está muy ligada a las anteriores ya que los ingenieros civiles en la actualidad, deben ser los impulsores del nuevo urbanismo, aplicando nuevas tecnologías que cuiden el ambiente, anticipándose a los desastres provocados por el cambio climático y minimizando las consecuencias de los efectos de la construcción en la naturaleza.
Tenemos el poder de transformar el mundo a nuestro alrededor siendo protagonistas de estas transformaciones proyectando, planificando, diseñando y construyendo un futuro mejor para las nuevas generaciones.
