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Mucho se ha escrito sobre Silicon Valley (SV) y no es mi intención aumentar esos documentos: mi idea es hablar sobre el legado de este imperio moderno.
Por Alberto Harriague* – Exclusivo para Comercio y Justicia
La primera de ellas fue que gracias a los organizadores de este viaje pudimos ver en una semana casi todo lo necesario, cosa imposible de concretar si se viaja solo.
Estuvimos en Google, en Skype, en la Universidad de Stanford, en la NASA, en Appthority, con varios emprendedores ya establecidos, en distintos grados de avance de su negocio, que nos contaron sus experiencias, las buenas y las malas. Y ahí aprendí que en el mundo de los negocios “no se gana ni se pierde; se juega o no se juega”.
El lunes comenzamos con Rick Rasmussen que nos mostró el tipo de negocio que implementa: aloja emprendedores y empresas que quieren estar en la zona y les ofrece todo un paquete organizado, incluido coaching, mentores y todo lo necesario para desarrollar las actividades mientras dure la estadía prevista. Incluso había países que quisieron estar allí y lo hicieron, por caso Austria.
Una sorpresa que fui transformando en aprendizaje fue encontrar una famosa fábrica de automóviles alemana allí. ¿Por qué una fábrica de autos quisiera estar en SV? Porque ahí se respira innovación + ideas que pueden ser aplicadas en los automóviles.
Y ¿Por qué un país quisiera estar en SV? Después de vivir una semana allí, uno se da cuenta y comienza a tener respuestas para todas estas preguntas: en el Valle se respiran ideas, Angel Investors, Venture Capital y asesores de todo tipo. Ahí todo es innovación, intercambio de ideas y, sobre todo, la gente que está en este negocio tiene mucha práctica, todos los días del año se escuchan nuevas modalidades, analizan posibilidades y planes de negocios y son muy abiertos, no tienen problemas en compartir lo que saben, tanto sobre las experiencias pasadas y los proyectos. Es una forma de aprender y validar los proyectos que cada uno tiene en mente, evaluando su funcionamiento.
Sí se puede
¿Se puede copiar? SI, en el Valle está bien visto copiar, por eso hay que ser muy rápido en traspolar las ideas a la práctica. Ya no estamos en la era de que el pez grande se come el pez chico, ahora el pez rápido le gana al lento. Otro aprendizaje.
Nadie improvisa, todo está organizado y preparado en pos de dar a luz un buen negocio, todo es “de manual”. Y acá la gran moraleja que pretendo aplicar en mi negocio: “Lo que hay que saber, cómo evaluarlo y qué pasos seguir para transformar una idea en un proyecto y luego en una empresa”.
Dentro de la recorrida que hicimos en NestGSV (la empresa de Rick), algo me llamó mucho la atención: las oficinas. Tres mil o 4000 m2 de oficinas diáfanas, con cañerías de electricidad, aire acondicionado y otros detalles al aire libre, allí nadie se preocupa por el “diseño interior”; una vez más las ideas son más importantes que las oficinas. En ellas la gente se sienta en grupos, de una empresa, de un país, por ideas afines que están desarrollando y trabajan buscando solamente nuevas oportunidades de negocios.
Pensé que sólo eran así las oficinas de Rick, dos días después observé que nadie gasta en cosas superfluas, todos los edificios son iguales, todo es practicidad, allí otra lección que acuñar. Así son las oficinas, simples pero muy efectivas. En estas mismas oficinas, cada viernes “desfilan” los emprendedores que explican su proyecto ante un grupo de personas que los califican. Este proceso dura entre 40 y 50 minutos cada uno, nada más.
¿Exponer un negocio o una idea en un poco más de media hora? No hay tiempo para equivocarse. Ése es otro aprendizaje.
No recuerdo la cantidad de proyectos que evalúan por mes y el porcentaje de proyectos que triunfan. Pero en SV fracasar está bien visto, es parte del juego. Fracasar es lo que garantiza que uno no se da por vencido. Por esta sala “desfilan” los proyectos los viernes cada 40 minutos.
La gran enseñanza es que, así como durante y después de la Revolución Industrial los países de la periferia consumíamos productos manufacturados de los países industrializados -como autos, máquinas y hasta las agujas de coser-, ahora sucede algo parecido pero en la era del conocimiento apelamos a otra forma.
¿Quién no ha usado Skype? Una idea que tuvieron dos estonios (sí, un país repequeño que está al lado de Finlandia) que luego la fueron mejorando, la transformaron en negocio, la capitalizaron, fue creciendo, se capitalizaron más, hasta que se vendió por US$ 8.500 millones. Y hoy es un éxito.
Eso es lo que ocurre en SV: les imprimen velocidad a los negocios y, si creen que valen la pena, los capitalizan, los transforman rápidamente en una gran empresa y todos ganan más dinero para ir en búsqueda de la próxima idea, para seguir ganando más dinero.
Así es la rueda, así lo aprendí yo.
* Socio de Harriague y Asociados.
