lunes 25, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Visitas que enamoran

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El mes más romántico del año invita a recorrer los secretos que alberga la historia de la ciudad por medio de los relatos y “culebrones” de las épocas de antaño.

Amores fugaces, platónicos, imposibles, prohibidos, eternos, ¿qué sería de la historia sin los grandes amores?.

La pregunta que surgió en la Dirección de Turismo de la Municipalidad de Córdoba fue la disparadora de una serie de visitas guiadas por el centro de la ciudad, basadas en los romances y pasiones de la historia que tuvieron como escenario el suelo cordobés. El mes del amor fue elegido para diseñar un recorrido por la zona céntrica, cuyo ingrediente principal es el amor. Se trata de una serie de “culebrones” que transportarán a los visitantes a otras épocas cuando el recato valía oro a pesar de que puertas adentro se desataban las más grandes pasiones.

Las siguientes historias, contadas por Ariel Eduardo Bustos, guía de turismo municipal, les darán vida a aquellas fachadas y rincones de la ciudad que estamos tan acostumbrados a pasar por alto.

Una mujer incomparable
Una de las tantas historias románticas de la Córdoba de antaño tuvo como protagonistas al General José María Paz y a su “incomparable Margarita”,  como él la llamaba. Ella era su sobrina, 23 años menor, la que desde niña sentía admiración por su tío militar, que con los años se transformó en atracción y luego en pasión. La declaración de amor se produjo en prisión, en Santa Fe, donde el General Paz permanecía detenido desde 1831.

A diferencia de lo que se acostumbraba, no fue él quien le propuso matrimonio, sino ella, cansada de hacerle demostraciones de amor sin resultado. Entre sorprendido y desconcertado, no pudo negarse frente a tal declaración y -finalmente- planificaron la boda en secreto, consiguiendo las dispensas por su parentesco de segundo grado de consanguinidad. Tiempo después, él afirmaría que fue la única batalla en la que no le dolió perder, la batalla contra Margarita.

Tiempos difíciles acecharon a la pareja, entre nacimientos de sus hijos y el traslado a la prisión de Luján, hasta que finalmente, en libertad y con oposiciones políticas constantes, deciden emigrar a Río de Janeiro con lo poco que les quedaba. Allí sobrevivirán vendiendo empanadas y fabricando zapatos hasta la muerte de Margarita, momento en que el General Paz decide volver a Argentina donde finalmente muere en 1854. Hoy los restos de la pareja descansan juntos en un mausoleo ubicado en el nártex de la Catedral de Córdoba donde cada día reviven en el amor que se profesaron.

Las andanzas de Luis
Hijo de Juan Tejeda, fundador del Monasterio de las Carmelitas Descalzas de San José en 1628 y sobrino de Leonor de Tejeda, fundador del Monasterio de Santa Catalina, el más antiguo del país, Luis de Tejeda no parecía compartir en su totalidad la religiosidad de su familia. Según cuentan algunos relatos históricos, desde joven le gustaba encontrarse en las orillas del río con las hermanas Ana y Catalina Bernal del Mercado, acompañado de sus hermanos Gabriel y Gregorio.

Mientras él cortejaba a Ana y la llamaba en sus poemas “Anarda”, sus hermanos se debatían por el amor de Catalina.
Finalmente Gregorio se casa en secreto con Catalina y cuando su padre, Juan, se entera, anula el matrimonio y lo envía a prisión. A pesar de haber sido un aviso para Luis y Ana, ellos seguirán viéndose por un tiempo hasta que una noche Luis encuentra clavado un puñal en su almohada, señal suficiente para que abandonara a Ana, la que un tiempo después muere de amor. El dolor que le causó su muerte hizo que Luis intentara encaminar su vida, aceptando el matrimonio que le había arreglado su padre con Francisca de Vera y Aragón.

Al principio las cosas marchaban muy bien hasta que Luis conoce a la mejor amiga de su mujer, la que él llamaba en sus poemas “Lucinda” y comienza un romance prohibido con ella que acabará con la muerte de la dama. Tiempo después también muere su legítima esposa y, frente a tanto dolor, decide acabar sus días en los claustros del convento dominico de la ciudad de Córdoba, donde muere en 1680.

Amor fundacional
La historia de Jerónimo Luis de Cabrera y su mujer, doña Luisa Martel de los Ríos, es atrapante desde el comienzo. Jerónimo llega al Nuevo Mundo intentando alejarse de un pasado bastante tortuoso que involucraba a su padre, el capitán Miguel Cabrera, casado con Elena de Figueroa Ponce de León, y su madre, María de Toledo, también casada. Jerónimo era fruto de una relación extramatrimonial conocida a vivas voces en la lejana Sevilla. Una vez que arriba a Cusco, Perú, comienza a frecuentar las casas de las familias más importantes del lugar y así conoce a Luisa Martel de los Ríos, casada con el capitán Sebastián Gracilaso de la Vega.

Algunos afirman que fue amor a primera vista pero la relación estaba prohibida. Se pudo concretar un tiempo después cuando muere Gracilaso de la Vega y Luisa, en un acto total de osadía, decide no respetar el año de luto obligatorio para una viuda, como mandaba la tradición, y se casa con Jerónimo a pocos meses de la muerte de su marido.
La fundación de Ica en Perú va a ser un hito importante en la vida de la pareja y, luego de un paso por Potosí, a Jerónimo lo designan gobernador de la provincia del Tucumán, Juríes y Diaguitas, y así arriba a la tierra de los comechingones y funda la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía.

Al poco tiempo de la fundación, llega a Córdoba Gonzalo Abreu de Figueroa, que tenía el mismo cargo que el virrey del Perú había designado para Jerónimo Luis de Cabrera en 1571 sin saber que el rey de España había hecho lo mismo con Abreu de Figueroa en 1570. Por lo tanto, un error de comunicación generó que se acusara a Cabrera de usurpación del cargo y se lo condenara a muerte, dejando a Luisa y sus hijos en la pobreza. El tiempo que le quedó de vida a Luisa lo ocupó para demostrar la injusticia que se había cometido con su marido. Finalmente logró comprobarlo y Abreu de Figueroa fue condenado a la pena capital, recuperando Luisa y sus hijos sus bienes y el honor.

Visita con pasión

– Visita guiada gratuita “Pasiones cordobesas”.
– Fechas: 27 de septiembre a las 11 y  29 de septiembre a las 17.
– Partida: Oficina de Turismo del Cabildo (Independencia 30).
– Recorrido: Atrio Iglesia Catedral (historia del General Paz y Margarita Weild) – Fachada del Monasterio de Carmelitas Descalzas de San José (historias de Luis de Tejeda) – Plazoleta del Fundador (historia de Jerónimo Luis de Cabrera y Luisa Martel de los Ríos) – Fachada del Monasterio Santa Catalina (historia del Capitán Hernán Mexía Miraval y la nativa María Mancho) – Museo Genaro Pérez (Amor platónico de Emilio Caraffa).
– Informes. Teléfonos (0351) 434-1227 y 434-1200. www.facebook.com/guiasmunicipales.cordoba

Comentarios 1

  1. MIRIAM says:

    EXCELENTE , QUE LAS REINICIEN TAMBIEN EN HORARIOS QUE PUEDA IR LA GENTE QUE TRABAJA.-

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