Esta reserva natural protege las palmeras yatay y alberga -en un territorio de 8.500 hectáreas- riquezas arquitectónicas y arqueológicas que conviven con especies de monte y aves migratoria
El Parque Nacional El Palmar, que se extiende en las cercanías de la ciudad entrerriana de Colón, sale al cruce de quienes lo visitan con una diversidad de flora y fauna que, en sus 8.500 hectáreas, es atravesada por las ecorregiones Pampeana y Del Espinal. Este enclave natural y turístico resulta ideal para los amantes del avistaje de flora y fauna, los deportes de aventura y la fotografía, quienes se conmueven por igual al advertir la armónica convivencia con la vida silvestre que se puede disfrutar en este lugar.
El territorio está surcado por numerosos senderos que pueden descubrirse caminando o en cualquier vehículo, lo que permite a los visitantes tomar contacto directo con especies autóctonas en una reserva única en el mundo, que protege las palmeras yatay y alberga riquezas arquitectónicas y arqueológicas que perviven entre especies de monte y aves migratorias que habitan estacionalmente estas latitudes.
Con absoluta literalidad, una de las características de este parque, que muchos visitantes destacan efusivamente, es que la flora y la fauna salen al paso, casi sin que sea necesaria una expedición exhaustiva.
Así, los guías profesionales que acompañan a los grupos sostienen que lo importante “siempre es conocer los horarios habituales de cada especie y, en particular, la manera como se alimentan para poder encontrarlos”. Esto lo tienen muy presente quienes arriban motivados por la práctica del avistaje, acostumbrados a tomarse el paciente tiempo para aguardar el momento justo para conmoverse con una postal.
Circuitos y miradores
Apenas ingresan al parque, las personas y los grupos reciben folletos con el diagrama de circuitos y miradores disponibles que les permiten planificar los recorridos a realizar. Éstos pueden ser autogestionados o, en el mejor de los casos, se puede recurrir a los guías disponibles para, por un lado, seleccionar los caminos acordes con los intereses particulares y, principalmente, para contar con las descripciones y contextualizaciones que éstos brindan, que permiten poder dimensionar el valor de cada paisaje que sale al paso. En un parque nacional con las dimensiones y la diversidad de El Palmar, el guía es un protagonista en la tarea de completar con información, detallando lo que la vista percibe al instante.
El Palmar cuenta con senderos demarcados para el recorrido en vehículo, como el del Mirador, que desemboca en dos senderos peatonales: La Glorieta y Arroyo El Palmar. También el del arroyo Los Loros, que atraviesa los ambientes de monte y selva en galería y arriba al límite norte del parque; y el sendero hacia el área de servicios, que permite llegar a una recomendada playa sobre el río Uruguay y al sitio histórico La Calera de Barquín.
También hay diversos senderos peatonales que en sus recorridos, algunos más cortos y otros más largos, atraviesan bosques de palmeras y pastizales, recorren las veras de arroyos, repasan la historia del lugar y ofrecen miradores extraordinarios para registrar postales inolvidables. Se destaca la bajada al arroyo de La Glorieta, la accesibilidad del sendero Yatay, el mirador del arroyo Los Loros y el cuidado arqueológico del sitio histórico.
Fauna y flora al paso
En la zona de pastizales y lagunas, resulta habitual encontrar carpinchos, los roedores más grandes del mundo, que juegan, se alimentan y toman sol ante la mirada de visitantes, en un ámbito común donde también se pueden apreciar aves autóctonas y otras que migran estacionalmente.
El circuito más reciente que tiene el Parque Nacional El Palmar es el de la selva, que en una hora y media recorre, desde el sitio histórico, toda la vera del río Uruguay, con un paisaje característico de frondosa vegetación, propia de la selva ribereña y el ambiente en galería.
Cerca de La Glorieta sorprende la posibilidad de interactuar con los zorritos (el zorro gris pampeano y el zorro de monte), que en este lugar suelen ser muy mansos. Se recomienda habitualmente no alimentarlos y, según la época, se los pueden llegar a observar incluso los cachorros y circunstancialmente sus madres amamantándolos. En las lagunas, en tanto, guías han registrado la presencia del yacaré ñato.
Otra singularidad de este territorio es que hay aves migratorias que cruzan el río Uruguay, que toman como corredor biológico, como los aguiluchos langosteros, que completan su ciclo reproductivo en los bancos de arena, lo que representa, entre tantas otras, una de las postales más extraordinarias del lugar.
En cuanto a las especies y flora del sitio, se destaca principalmente el frutero azul, declarado monumento provincial, así como el recorrido del circuito histórico donde, entre guayabos colorados, blancos y amarillos, se observan especies de gran porte y madera noble como el ibirá pitá, junto a enredaderas y ejemplares de ubajay, en caminatas que derivan en la playa.
Como alternativa de alojamiento, vale destacar que el destino cuenta con un camping habilitado para familias y grupos que opten por pasar la noche en el lugar.
Esta opción de hospedaje permite realizar los recorridos nocturnos, a través de los cuales es posible capturar las floraciones de cactus que se abren cuando el sol se esconde. En esas caminatas, se dejan ver los búhos y en las jornadas de luna llena, las especies de mayuato o aguará popé, conocidas comúnmente como osito lavador, ejemplar muy vistoso semejante al mapache. En el arroyo El Palmar, en tanto, la curiosidad tiene su premio cuando los lobitos de río interactúan en comunidad.
Además, para los amantes de las aves, en este predio y en cualquier caminata habitual y doméstica rumbo al área de servicios es probable encontrar reinamoras chicas, martinetas y copetonas en pleno vuelo.
Geografía privilegiada
La provincia de Entre Ríos se encuentra en la convergencia de dos ecorregiones: la del Espinal y la pampeana. Precisamente, en el Parque Nacional El Palmar ocurre esta transición, lo que explica tanta diversidad de flora y fauna. Están los pastizales pampeanos, debajo de los palmares; y hacia la costa del Uruguay, el parque tiene un dador de vida que es el arroyo Palmar, reconocido como Sitio Ramsar por la Unesco: se trata de un humedal protegido con internacional desde 2011 por su importancia ambiental y biológica.
El parque resguarda, precisamente, estas especies de palmeras yatay, únicas en el mundo. Pero, además, en la desembocadura del arroyo se forma un banco gigante de arena donde anidan especies migratorias de alto valor de conservación, como las colonias de rayadores y tordos de collar, cuya observación es demandada por observadores que incluso contratan embarcaciones que parten desde Colón.
En esta ciudad pueden contratarse guías especializados en avistamiento, para que la visita sea una oportunidad no sólo para tomar contacto con la naturaleza sino también para contar con el conocimiento y la concientización que garantice su defensa y preservación.
Un paseo por el Parque Nacional El Palmar es un paréntesis atrapante en la vida doméstica que cambia la perspectiva con la que se retoma la rutina. Se trata de una oportunidad para que los públicos más diversos, amantes de la naturaleza, deportistas, observadores profesionales, grupos de amigos y familias se permitan comprender la naturaleza compleja del mundo en un ambiente donde conviven diversos ecosistemas y se traza un puente entre el pasado, el presente y el futuro del planeta, teniendo como objetivo primario el cuidado responsable y su preservación.