El entorno virginal que abraza la pequeña población refugiada en uno de los pliegues de la cordillera andina es el sitio que la naturaleza eligió para conservar sus raíces milenarias y cobijar a la originaria cultura mapuche, propietaria del parque de nieve con mejor vista del país.
Por Carolina Brenner – [email protected]
Enviada especial a Neuquén
Señala el lago como si fuera su hijo. “Es todo mío”, dice convencido. “Mi abuelo fue el primero en surcar las aguas del Aluminé, entonces podría decirse que le pertenece todo esto. Como sucedió con los mapuches, que por ser los primeros habitantes de estas tierras les cedieron una porción de ellas”, agrega Guillermo, medio en broma, medio en serio.
Es que gran parte de su pasión se encuentra bajo la estela azul líquida que predomina en la postal de Villa Pehuenia, además de los otros siete lagos y más de 150 kilómetros de ríos que bañan la región del centro oeste neuquino. Su amor por los peces llegó a tal punto que viajó a Neuquén para recibirse de técnico en acuicultura y regresar al joven pueblo enclavado en uno de los pliegues más bellos de la cordillera andina para dedicarse a las excursiones de pesca.
Su comentario es con la mejor intención respecto de la comunidad aborigen que habita esta geografía. Se crió junto a ellos y valora su plan de desarrollo turístico que revolucionó la aldea hace no más de veinte años. “Esta gente es un ejemplo de interculturalidad, distribución equitativa del ingreso y aplicación del turismo como integración social y económica, gracias a lo cual pudo retener a los jóvenes y darles trabajo”, explica.
Muestra de ello es el Parque de Nieve Batea Mahuida, ubicado a tan sólo 12 kilómetros del pueblo. Surgió de la acertada idea del dueño de una fábrica de alfajores que introdujo los equipos para ascender al cerro y deslizarse por el manto blanco que lo baña en invierno.
A los mapuches le cedieron este territorio, a partir de lo cual tomaron el mando del único centro de esquí del mundo administrado por una comunidad aborigen, que además se destaca por una maravillosa vista a los lagos, volcanes y picos cordilleranos. Sus pistas están escoltadas por el volcán Batea Mahuida (en cuyo cráter interior se encuentra una laguna), y por los bosques de pehuenes, nombre mapuche que identifica a las araucarias araucanas que crecen exclusivamente en estos terrenos e impactan por sus ramas en semicírculos que parecen manos dispuestas a recibir algún regalo del cielo.
“Esta especie arbórea milenaria, considerada sagrada por quienes habitan el lugar, es intocable”, indica Julio “Pagnui” Russo, actual presidente de la Cámara de Comercio de la villa, durante la apertura oficial de la temporada del predio invernal, del que además participan los miembros de la comunidad mapuche junto con las autoridades de turismo de Neuquén y Villa Pehuenia.
“Hace quince años que venimos trabajando en este parque de nieve y nuestro propósito es estar a la altura de los visitantes”, declara Orlando Paredes, el Longo (cacique en mapuche) de la comunidad Puel, quien hace dos meses asumió el cargo más alto de la congregación aborigen que gerencia el lugar y nuclea unas 250 personas. “Habitamos en el paraíso y nuestro objetivo es compartirlo con los turistas”, agregó el jefe mapuche.
Por su parte, Sandro Badilla, el flamante intendente de la ciudad de montaña se une a su discurso y agrega: “Gozamos de infinidad de paisajes en pocos kilómetros y un sitio familiar, seguro y tranquilo para quienes nos quieran visitar”.
La sinergia entre los habitantes del valle -1.200 personas-, con la colectividad originaria, le otorga una energía especial al destino. Mientras los primeros se esfuerzan en ofrecer una variada oferta de calidad en cuanto a alojamiento y gastronomía, los nativos se comprometen en mejorar el predio níveo e instalarlo como una de las principales actividades de su oferta anual.
“El Batea Mahuida es la piedra angular del trabajo compartido con la comunidad mapuche. Fuente de riqueza, desarrollo e igualdad de la villa“, dice un cartel que data del invierno de 2009.
“Por aquellos tiempos, una mano india pidió la del huinca y esta la tendió como símbolo de crecimiento conjunto. Una elevada demostración por parte de la divinidad en su fantástica labor de acallar pasiones dando paso al sentido común”, escribió Daniel Carro en su libro El sueño del Longo.
Estos párrafos reflejan una pequeña parte de la cultura intrínseca arraigada en este suelo, como un halo mágico, un sentimiento milenario que se cuela entre su gente y el paisaje.
(Ver también: Neuquén para sibaritas: la ruta del vino y sus condimentos)
Agenda de viaje
Cómo llegar: Villa Pehuenia está ubicada a 370 kilómetros de Neuquén. Aerolíneas Argentinas une a Córdoba con Neuquén con escala en Mendoza. Son aproximadamente tres horas de viaje por tramo. Tarifa desde $4.091.
Dónde dormir:
En Villa Pehuenia:
– Puerto Malén
– Las Terrazas
Tarifas desde $1.200 cabañas para dos personas.
En Neuquén:
– Hotel Comahue. Tarifa desde $2.100 la habitación doble.
Donde comer:
En Villa Pehuenia:
– Parador del Lago ([email protected]).
– Patagonia Bistró (Tel: 02942- 15592913).
– La Fábrica.
– La Confitería de la base del parque de nieve.
En Neuquén:
– Casa Tinta
(Fotheringham 166)
– Restaurante Saurus en Bodega Schroeder (www.familiaschroeder.com).
Qué hacer:
Esquí, esquí de fondo, snowboard, excursiones con raquetas, paseos en moto de nieve al Cerro Batea Mahuida y excursiones con trineos, entre otras.
Más info:
www.villapehuenia.gov.ar
www.neuquentur.gob.ar
Twitter–Facebook: