La capital argentina respira el tango a través de todos sus poros. Es el escenario perfecto para dar rienda suelta a la mística y la devoción que gira en torno a esta expresión emblamática que define la identidad porteña.
Atardece en Buenos Aires. Las luces callejeras adquieren protagonismo con paso tímido. Al final de la calle Corrientes, el obelisco se hace más blanco y se viste con el multicolor de las marquesinas que titilan histéricas. La metrópolis se descomprime de los hombres de traje que huyen eufóricos de la jungla de cemento, mientras los teatros de la zona se desperezan dando paso a la noche porteña.
Cerrito 570. En el interior del edificio emblemático que supo ser un cine-teatro propiedad de la Metro Goldwyn Mayer comienza la clase de tango. La pareja de profesores enfundados bajo el vestuario arrabalero, enseñan, con paciencia y coraje, los codiciados pasos sensuales del 2×4 a un grupo de turistas colombianos, brasileños, holandeses y venezolanos.
Luego de esta breve introducción al género musical que apasiona al mundo entero, el contingente de alumnos es conducido al salón para disfrutar, junto a una exquisita cena gourmet, del espectáculo “Tango Porteño”.
El show, de alto impacto visual ,recrea la década de 40 del tango argentino, la época dorada de una de las grandes pasiones que quedó instalada en la tradición del pueblo. Treinta artistas en escena, una orquesta en vivo con doce músicos, ocho parejas de bailarines profesionales, dos cantantes y hasta la presencia de una bailarina que mezcla danza y magia, dan forma a un espectáculo a la altura de los más importantes despliegues de Broadway.
Encabezado por el maestro Juan Carlos Copes, su hija Johanna, y la dirección artística de Dolores de Amo, el show aborda una historia de amor y pasión que, apoyados en el despliegue escenográfico y la meticulosidad de un vestuario que recrea la época en sus más mínimos detalles, logran trasportar al público en el tiempo y hacerlo disfrutar de una experiencia inolvidable.
El espacio gastronómico y cultural propone un recorrido en el tiempo por esos gloriosos años en Buenos Aires cuando se disfrutaba y respiraba tango en todos los rincones. Donde viven y conviven grandes orquestas de Canaro, Fresedo, Piazzolla, De Caro, Gobbi, Biagi, Angelis, Di Sarli, y los inolvidables Troilo y Pugliese, entre otros grandes exponentes de la música tanguera argentina.
Ciudad de tango
El tango nació y vive en Buenos Aires. Marginal en sus orígenes, creció en popularidad y hoy su compás suena en bares, tanguerías, teatros, espectáculos, museos y monumentos históricos de la ciudad.
Mucho más que un género musical, es la expresión emblemática de la identidad porteña. Abunda en lugares donde mirar y aprender a bailarlo como antiguos salones, cafés o clubes de barrio que albergan cada noche una milonga, en la que principiantes y expertos de todo el mundo recorren la pista girando en sentido contrario a las agujas del reloj.
En estos templos tangueros se disfrutan temas clásicos o modernos: ecos de grandes figuras como Carlos Gardel, Aníbal Troilo y Astor Piazzolla que conviven con nuevos estilos contemporáneos, distintas voces y armonías que dan rienda suelta a un mismo fervor.
Entre los puntos imperdibles para los amantes de la milonga se destaca el pasaje Caminito en La Boca, dedicado al género musical; la bóveda de Carlos Gardel en el cementerio de la Chacarita; la milonga de la Plaza Dorrego y el Mercado de Antigüedades en San Telmo; el Museo Mundial del Tango y la Academia Nacional del Tango en barrio Monserrat; el Monumento al Tango en Puerto Madero; el Museo-Casa Carlos Gardel y la vereda del Tango, recientemente inaugurada frente a la Escuela de Tango de Mayoral y Elsa María, en Recoleta.
Buenos Aires también tiene barrios especialmente tangueros, por su historia y sus canciones. Boedo, con su tradición literaria y su repertorio de cafés y bares históricos, es uno de los más destacados. Allí se encuentra la famosa esquina porteña: San Juan y Boedo, inmortalizada por el poeta Homero Manzi en el tango Sur.
El Abasto es otro baluarte del espíritu tanguero, donde vivió Carlos Gardel, homenajeado en este barrio con un monumento y un pasaje en el que se ve representada su fina estampa de cantor de tangos. Este recorrido cuenta con audio-guía y circuitos que orientan al visitante durante el paseo.
A través de estas células, el tango marca el pulso de la capital cosmopolita, que lo respira, lo palpita y lo expone como su mejor conquista.
AGENDA
– Tango Porteño. El teatro restaurante está ubicado en Cerrito 570, donde ofrece la posibilidad de disfrutar un espectáculo de tango solo o con cena.
– Precios: para el Día del Padre, Tango Porteño lanzó la promoción 2×4 (pagan dos por el precio de cuatro) que se extenderá del 15 al 17 de este mes. La cena show parte de $570 por persona. La oferta es válida para cena show platea, ejecutivo y VIP. Las tres opciones incluyen entrada, plato principal, postre y bebida.
– Informes y reservas: 011-4124 – 9400. Abierto de lunes a lunes.