Un dato preocupante es que ese número se redujo por tercera vez consecutiva. El último crecimiento se había registrado en 2015
De acuerdo con las estadísticas de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), el avance en cuanto a innovación en Latinoamérica y el Caribe se ha ralentizado en los últimos años. La región sigue rezagada frente a otras en lo que respecta a las patentes, uno de los indicadores más usados para determinar la cantidad de invenciones y nuevos productos que se generan en un territorio.
Como explicó Alejandra Luzardo, líder en Innovación y Creatividad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), existe una alta correlación entre la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) y el número de patentes que se registran. “Como sólo los inventos novedosos y útiles pueden aspirar a una patente, el crecimiento en el número de éstas suele tomarse como evidencia de que una economía evoluciona hacia la innovación”.
En números
Según las cifras de la OMPI, en Latinoamérica y el Caribe sólo se recibieron 56 mil solicitudes de patentes el año pasado, es decir 1,7% de las solicitudes en el mundo. De las 3.326.300 solicitudes que se presentaron durante 2018 -un aumento de 5,2% respecto a 2017-, 2.221.800 corresponden a Asia (66,8%); 633.300, a Norteamérica (19%); 362.000, a Europa (10,9%); 36.200, a Oceanía (1,1%), y 17.000 a África (0,5%).
Sin embargo, lo más preocupante es que esta cifra se redujo por tercer año consecutivo en la región. Las estadísticas de la OMPI muestran que la solicitud de patentes en Latinoamérica tuvo un crecimiento sostenido entre los años 2004 y 2008. Luego de una fuerte caída en 2009, las solicitudes volvieron a aumentar hasta el 2015, cuando se registraron 64.600 solicitudes, un récord regional.
Para Luzardo, uno de los problemas que enfrentan los emprendimientos latinoamericanos, en su mayoría pequeñas sociedades, es la falta de conocimientos legales, así como el desconocimiento de las ventajas de registrar sus creaciones. A eso se suma, afirma la experta, “la desconfianza en los sistemas de propiedad intelectual que existen en América Latina y el Caribe” y los altos costos que conlleva registrar las creaciones en algunos países.
“Lo lamentable es que si estos emprendimientos que fueron creciendo deciden entrar a un mercado global, es clave no sólo estar protegidos sino realmente entender sus derechos, ya que, si un emprendimiento no cuida sus derechos de autor, corre el riesgo de que alguien más se aproveche y lucre con sus ideas”, señala Luzardo.
Falta de conocimiento
En muchos casos, afirma la funcionaria del BID, los gobiernos de la región “no se han dado a la tarea de dar a conocer estos beneficios de una manera más simple”. Sin embargo, como muestran los números, los estados latinoamericanos tampoco han estado haciendo bien la tarea de invertir en innovación. Los recursos que destinan a la I+D siguen siendo muy inferiores a los de países de otras regiones. Según la ONU, los países de miembros de la OCDE destinan en promedio 2,5% de su PIB a I+D, mientras que la inversión promedio de Latinoamérica se encuentra por debajo de 0,5%.
Según datos del Banco Mundial, la inversión de China en I+D en el 2017 fue del 2,13% de su PIB; la de Corea del Sur del fue del 4,55% y la de Estados Unidos del 2,80% de su PIB. En contraste, la inversión en ese mismo rubro de países como Brasil, Perú y Colombia fue de 1,27% (cifra del 2016), 0,12% y 0,24%, respectivamente.
Según el informe, son los gobiernos los llamados a “apalancar la creación de políticas públicas que apoyen a todo el ecosistema creativo de manera que las regulaciones beneficien a todos”.