“Desde 1993, en Argentina no hemos tenido una banca especializada destinada a apoyar emprendimientos que contribuyan al desarrollo productivo argentino, cuyas líneas de financiamiento contemplen préstamos a largo plazo y costos financieros menores que los del mercado minorista, desarrollando proyectos de inversiones y la adquisición de máquinas y equipamientos nuevos, fabricados en el país, así como también para incentivar el aumento de las exportaciones”, denunció en un comunicado la Federación Argentina de Jóvenes Empresarios (Fedaje).
En este contexto, Fedaje puntualizó que, desde la salida de la convertibilidad, “el sector pyme creció a pasos agigantados y muchos jóvenes comenzaron a consolidar sus emprendimientos, pero una vez más lo hizo gracias a financiamiento propio y a la reinversión de sus utilidades”.
Así, continuó la entidad, en un contexto favorable, de crecimiento sostenido desde 2003, de creación de empleo, la expansión del mercado interno apuntaló la demanda y la industria nacional se vio beneficiada frente a políticas de fomento industrial. Sin embargo, las limitaciones de la capacidad instalada impidieron al sector de las pequeñas y medianas empresas crecer al ritmo que quisieran y trajeron aparejada la necesidad de apelar al sistema financiero para ampliar su capacidad de producción. En la Argentina, el crédito disponible se destina principalmente al consumo a corto plazo y escasea el acceso al financiamiento productivo de baja tasa y largo plazo.
Para la Fedaje es un factor “clave e indispensable volver a la creación o implementación de una banca nacional de desarrollo que estimule la inversión, ya que va a tener un rol crucial en el futuro de la Argentina, y fomente, promueva y financie a largo plazo los emprendimientos que contribuyan al desarrollo del país”.