lunes 25, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

“Que la pandemia no nos haga perder el foco de los problemas de la desigualdad social”

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Desde el Gran Buenos Aires, el jesuita Rafael Velasco, ex rector de la UCC, afirmó que “hay una realidad bastante invisibilizada que es la de los más pobres; si este virus llega allí, va a hacer desastres” y agregó: “El gran peligro, que todavía no vivimos en este momento, es que finalmente prime el ‘sálvese quien pueda”

 

 

Carolina Klepp [email protected]

Desde la casa donde vive en el Gran Buenos, más precisamente en San Miguel, al límite con Moreno, el jesuita Rafael Velasco describe la cruda realidad de los más vulnerables ante la pandemia. El ex rector de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) y actual provincial de la orden jesuita para Argentina y Uruguay, conoce al detalle lo que pasa en esta población porque está trabajando en el conourbano bonaerense. Al mismo tiempo, tiene compañeros trabajando en el medio del bosque santiagueño. En ambos casos, la descripción del panorama es, como mínimo, “muy difícil”, al tiempo que describe que puede parangonarse con lo que acontece en Córdoba en asentamientos como Hogar 3 o Villa Angelelli.

– ¿Cómo está observando la situación en la población más vulnerable?
– Tenemos presencia y contacto con párrocos de Quilmes, por ejemplo, que están trabajando con los que están en situación de calle en Buenos Aires. Son en este momento los que peor la están pasando. Que yo le diga a alguien que vive en un departamento en Alta Córdoba que se quede en su casa, implica que tiene dónde quedarse. Aquí, en nuestros barrios, muchas veces las casas son de 3×3, de 4×4, y quedarse en la casa no existe. El lugar es la calle, hay lugares en los que estamos trabajando en que no hay agua corriente. Ahora empieza el gobierno municipal de Quilmes haciendo llegar el agua, para que se puedan armar comedores para que los chicos puedan comer, porque ni siquiera había agua para ellos. Hay una realidad bastante invisibilizada que es la de los más pobres, que si el virus èste llega ahí va a hacer desastres. Con esta psicosis que se ha desatado lo primero que surge es el miedo y el miedo a cuidarse a uno mismo y que genera cosas tremendas, como que un municipio se cierra sobre otro municipio. Aquí en Gran Buenos Aires está pasando eso, no puede pasar la comida. En la zona de San José del Boquerón, donde tenemos una parroquia en el medio del bosque santiagueño, no pueden pasar de un lugar a otro ni siquiera para cobrar la tarjeta alimentaria. El Gobierno está haciendo esfuerzos para que lleguen recursos a esos sectores, pero éstos son los sectores que están en riesgo y menos aparecen en los medios.
En los barrios más periféricos de Córdoba también ocurre lo mismo: si uno piensa en Hogar 3, Angelelli, toda esa zona en que las casas son pequeñas y está toda la familia adentro, es una situación muy complicada. Son los sectores más vulnerables y que requieren mayor cuidado.
– Afloran más que nunca los problemas estructurales
– Hay que pensar que toda esta cuestión en la que estamos tan centrados en la pandemia puede hacernos perder el foco de los problemas que todavía hay, que va a haber que atender seriamente y que salen a la luz también: este problema de desigualdad social. Es desigualdad entre quien puede ir a la clínica y puede tener acceso al respirador y a los sistemas de salud que le pueden garantizar una mejor recuperación, y aquellos que están en el sistema de salud pública y que si la crisis llega a ser grande va a estallar.
Hay asentamientos con dificultades para el acceso al agua y a la comida que -además- empiezan a tener precios altísimos. Por ejemplo, me dicen que en la zona del Boquerón en Santiago del Estero, una bolsa de papas que hace una semana estaba a $500, esta semana a $1.000 y hoy están pagando $1.200. Están tratando los almaceneros que les llegue la mercadería porque están obstruídos los pasos porque la policía de una localidad deja pasar y otra no.
– ¿También ocurre esto en Buenos Aires?
– Hay distritos en que se están teniendo que poner de acuerdo los intendentes porque está empezando a pasar eso, que se cierran distritos, cada uno por su cuenta. El gran peligro, en el que todavía no estamos en ese momento, es que finalmente prime el “sálvese quien pueda”, “nosotros nos encerramos y no dejamos pasar a los otros”, “hay quejas de camiones con comida que no dejan pasar”.
– El Presidente se reunió con curas villeros para tratar el tema de la distribución de comida.
– En eso están tratando de hacer las cosas bien, eso lo sé porque estamos con el Centro de Investigación Acción Social, que es una obra que tenemos los jesuitas en Buenos Aires, que trabaja en la formación de cuadros políticos y también en intentar incidir un poco en el sistema político. Incluso hay un grupo de empresarios que está tratando de donar para que lleguen los alimentos a los sectores más carenciados. El Gobierno está intentando hacer una red para llegar allí. Hay varios niveles en esto: uno es el de los que reciben la Asignación Universal por Hijo; a esa familia le han aumentado la asignación y le han llenado la tarjeta alimentaria, tiene algo. El problema ha sido con el otro grupo, que son los trabajadores de la economía popular, como el que vende en el tren, que no están registrados en ningún lugar. ¿Cómo se le hace llegar a esa gente algo de ayuda? Otro grupo es el del decreto para el que tiene el monotributo social, que suele vender en el tren, que corta el pasto en el country, pero no trabajan para el Estado o un privado que le va a dar el sueldo o la licencia. Y hay otro grupo que son los que trabajan por cuenta propia y que no están registrados “en blanco”, como taxistas, que son buen porcentaje de la economía, están viendo cómo llegarle a esa gente. Tenemos bastante investigación con lo que pasa en conurbano bonaerense -sobre todo- y allí tenemos una información de primera mano; están tratando de llegar allí porque temen que va a ser el sector más castigado.
– La desigualdad se manifiesta a cada paso.
– Sale a la luz toda la desigualdad que ya estaba; con esta situación queda muy patente. Ésta es la primera gran reflexión: uno no tiene que dejarse encandilar por la pandemia. Esto pone el reflector enormemente en la cuestión social, en cómo hay gente que antes no llegaba a lo mínimo, los denominados “planeros”, pero que si no comen se mueren. Se van a morir de hambre, no del coronavirus, y ya es un problema de todos. El hecho de que un grupo de empresarios se haya reunido para poner plata para que llegue la comida es un avance. Es decir, tenemos que hacer algo, nos compete a todos y no sólo al Gobierno; si no, esto va a estallar. Ha puesto a la luz la inequidad, no sólo de acceder a la salud o a un tratamiento, sino a la inequidad de qué espaldas tiene uno para soportar un mes sin trabajar, en el que no se produce ni se vende casi nada, y el que no tiene nada.
El otro día leí una reflexión que es tremenda, porque es clasista pero algo de verdad tiene: ahora preocupa el coronavirus porque le puede agarrar a un rico, a la clase media, a un príncipe, le puede agarrar a cualquiera. En cambio, la pobreza agarra siempre a los mismos, es un virus que no se contagia, que se solucionaría con comida, que ahora hay preocupación por esas personas que se van a morir o -si no- van a hacer lío porque van a saquear. Ahora hay una preocupación por mirar esto, pero cuando estuvo el virus del hambre todos miraban la tele tranquilos, moría un montón de gente por hambre.
Mientras el “hambre virus” estaba dando vuelta por el mundo y nuestro país, no se miraba porque no hay contagio de eso.
– ¿Quiénes observa que están peores, la gente el conurbano o en el monte santiagueño?
– No podría decirlo, pero sí ocurre que una zona como la de Santiago del Estero tiene la dificultad de que está más invisibilizada. Un compañero está trabajando en el monte y contó que hay un grupo grande de trabajadores de la zona del Boquerón que fue a trabajar a la cosecha de la aceituna de La Rioja y no puede volver; los están por echar del lugar donde hicieron la cosecha y no pueden retornar a Santiago del Estero porque está cerrada la frontera. ¿Qué hace esa pobre gente? y ¿dónde aparece esa gente? En ningún lado. Estamos en gestiones con el gobierno de Santiago del Estero por ellos.

 

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