El Observatorio de la Universidad cordobesa exploró la zona de procedencia del hallazgo en busca de alguna observación óptica del evento. Colaboró con datos del hemisferio sur para el estudio internacional. La onda descubierta aporta información acerca del movimiento de los objetos en el universo y ratifica supuestos expresados en la Teoría de la Relatividad.
Un grupo de científicos estadounidenses detectó por primera vez las ondas gravitacionales que Albert Einstein predijo hace un siglo en su Teoría de la Relatividad General. Esto ocurrió de manera directa el pasado 14 de septiembre, pero ayer fue anunciado por los responsables del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO). El hallazgo abre la puerta a redescubrir el universo sin necesidad de la luz ,ya que las ondas gravitacionales transportan información acerca del movimiento de los objetos en el universo.
El anuncio fue confirmado en Washington por el director ejecutivo del laboratorio LIGO, David Reitze, y una cordobesa, la doctora Gabriela González, formada en la Universidad de Córdoba, física egresada del Famaf, doctorada en la Universidad de Syracusey y vocera del proyecto LIGO.
El hallazgo tuvo repercusión local ya que el Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC) de la UNC participó en la exploración de la zona de procedencia de la onda gravitacional detectada en septiembre pasado por los dos centros de LIGO, uno localizado en Livingston (Luisiana) y otro en Hanford (Washington), en Estados Unidos.
Ayer el OAC detalló el rol que le cupo al observatorio universitario. Se explicó que en el marco de un acuerdo con LIGO participan para la detección de las posibles contrapartes ópticas asociadas a las emisiones detectadas de ondas gravitacionales a través del denominado proyecto Toros, siglas en inglés de “Observatorio Austral Robótico de Transitorios”. La operación se concretó mediante instrumentos ubicados en la Estación Astrofísica de Bosque Alegre y en el nuevo Observatorio Astronómico del cerro Macón en la Puna salteña. Desde los telescopios buscaron alguna señal óptica, como por ejemplo una pequeña luz que se manifestara como contraparte del sonido captado por los científicos estadounidenses.
Alarma y seguimiento
Así lo detalló el Observatorio Córdoba: “El pasado 15 de septiembre Toros recibió la alarma de la detección de ondas gravitacionales procedente de LIGO y procedió en la búsqueda de su posible contraparte óptica utilizando también el telescopio de 1.54 de diámetro, en galaxias vecinas en la zona de procedencia de las ondas gravitacionales, ya que la tecnología actual solo permite acotar una región relativamente extensa”.
Si bien el OAC no detectó una contraparte óptica, relevó datos que contribuyeron, junto al de otros observatorios, al seguimiento de este histórico evento astronómico.
“No resulta sencillo aventurar las consecuencias para la vida cotidiana de este descubrimiento. Sin dudas se inicia un nuevo capítulo para la astronomía, la de ondas gravitacionales, que posibilita la detección de colisiones de objetos compactos tales como agujeros negros y estrellas de neutrones. Baste recordar que las ondas electromagnéticas fueron a mediados del siglo 19 un desarrollo teórico, y que tiempo después posibilitó la radio, televisión, telefonía celular, etcétera. Con la detección de las ondas gravitacionales, un nuevo desafío se abre a la humanidad”, detalló Diego García Lambas del Observatorio Astronómico de Córdoba.
Descubrimiento
Los físicos concluyeron que las ondas gravitacionales detectadas se produjeron durante la fracción final de un segundo de la fusión de dos agujeros negros en uno más masivo, una colisión que había sido predicha pero nunca observada.
Como esa clase de sistemas son poco frecuentes, ese tipo de fuentes se encuentra a distancias de años luz. Por tanto, la búsqueda de ondas gravitacionales implica intentar encontrar los minúsculos efectos de algunos de los sistemas astrofísicos más energéticos en las profundidades del universo.
Cabe recordar que Einstein descubrió en su Teoría de la Relatividad General que los objetos que se mueven en el universo producen ondulaciones en el espacio-tiempo y que éstas se propagan por el espacio; de esa forma predijo las ondas gravitacionales, aunque demostrar de manera directa su existencia era el último reto pendiente de la teoría.