Por Belén Torres Cammisa (*)
La información judicial circula en un escenario comunicacional que cambia de manera vertiginosa. Gran parte de las transformaciones se origina con los múltiples avances tecnológicos pero, sin lugar a dudas, calan profundamente en una cultura social cada vez más signada por la vida digital.
El informe anual Global Overview Report indica que en Argentina más de 40 millones de usuarios utilizan Internet. Éstos se conectan por encima de las ocho horas diarias, y cinco de ellas, las emplean para navegar a través de dispositivos móviles. Asimismo, tres horas de ese tiempo lo usan para estar en las redes sociales. La información judicial entonces no puede ser ajena a este cambio. Requiere una comunicación que se haga presente en esos lugares que los usuarios habitan.
Las personas viven inmersas en el entorno digital, fundamentalmente desde la incorporación intensiva de sus celulares en la cotidianeidad. Esta realidad ha modificado completamente el consumo y la circulación de la información, que antes lo hacía exclusivamente en el terreno clásico de los medios masivos de comunicación. La vida misma transcurre en este contexto digital: aquí nos comunicamos, aprendemos, realizamos transacciones comerciales, nos relacionamos, trabajamos, pasamos nuestro tiempo libre y nos informamos.
En cuanto a este último aspecto, el Instituto Reuters y la Universidad de Oxford publicaron en junio su Digital News Report, un relevamiento anual que analiza las claves sobre el consumo de las noticias digitales en todo el mundo. Vale el paralelismo para pensar en cómo se accede a la información judicial.
En primer lugar, 74 por ciento de los usuarios se informa a través de medios online, incluido 59 por ciento que lo hace en las propias redes sociales. Es decir, los medios masivos han perdido claramente su liderazgo y el consumo de noticias se ha mudado al terreno de la comunicación digital. Con un plus: los usuarios ya no se limitan a consumir contenidos; también interactúan con ellos, comentan, reenvían y producen sus propias informaciones.
Asimismo, el informe alerta sobre otra cuestión que preocupa en todo el mundo: el desinterés por las noticias. Cuarenta y cinco por ciento de los argentinos evita leer noticias. Las fuentes de información judicial también necesitan generar confianza y captar la atención en un espacio en el que esa batalla se libra segundo a segundo.
Como plantea Carlos Scolari, la “infoxicación” nos enfrenta a un mundo en el que estamos siempre on, recibiendo centenares de informaciones diarias. El aumento desmedido de contenidos genera en el usuario una sensación de agobio informativo.
En medio de tanta información, el formato preferido es el video: el 66 por ciento consume al menos un video semanal breve de noticias. ¿Qué razones justifican esta elección? Porque confían más en aquello que ven; porque las plataformas sociales (en la lógica del algoritmo) les ofrecen contenidos alineados a sus intereses; y porque los videos presentan mayor variedad de voces. El video entonces es clave para ofrecer la información judicial. El lenguaje audiovisual es un terreno bastante desconocido para las organizaciones judiciales, pero de la mano de profesionales, se ofrece como un recurso verdaderamente potente para conectar con la ciudadanía.
La realidad y el escenario para la comunicación judicial se ha transformado profundamente. Urge estar presentes en el terreno digital, tener canales y voz propia que comuniquen con identidad y coherencia. Más aún, explotar la oportunidad para desarrollar y gestionar medios y redes de comunicación digital en los que podrán progresivamente generar comunidades de interés y de conversación judicial.
Asimismo, ser conscientes de que el contexto de desinterés por las noticias y de sobreabundancia de información, demanda ser sumamente creativos, profesionales, sacar provecho de la riqueza del lenguaje multimedia, en particular los videos cortos, para lograr captar la atención y la confianza del usuario. Todo ello, con lenguaje claro, breve y, otra vez, mucha creatividad.
Éstas son solo algunas pistas que nos animan a seguir experimentando en esta búsqueda de una comunicación judicial cada vez más cercana y natural a la cultura digital en la que estamos inmersos. Ojalá podamos interpretar los signos de esta nueva época para que la información judicial ocupe su espacio, ofrezca su riqueza y converse con una cultura ciudadana cada vez más digital.
(*) Licenciada en comunicación social. Directora del Instituto de Comunicación Digital en JusCom