Según datos provistos por la Fundación Activismo Digital, 75% de las acusaciones se vincula con la difusión no consentida de imágenes íntimas y el restante 25%, con el acoso virtual. En 44% de estos casos existe un trasfondo de violencia doméstica.
Unas cinco denuncias diarias por acoso virtual y publicación de imágenes y videos íntimos recibió en 2017 la Fundación Activismo Feminista Digital, referente en el tema, que presentó a finales del año pasado ante Naciones Unidas el primer informe sobre violencia digital en Argentina, donde no hay cifras oficiales al respecto.
“Cada día son más los casos de mujeres que ven vulnerados sus derechos en las plataformas virtuales”, aseguró Marina Benítez Demtschenko, presidenta y fundadora de la organización que en diciembre presentó junto a la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) ante la ONU el documento sobre la violencia de género digital.
“La violencia de género digital tiene como característica la permanencia, es un acto que queda eternamente porque el contenido no se puede eliminar y la viralización magnifica el daño”, explicó Benítez Demtschenko, y alertó: “Sólo uno de cada nueve casos que recibimos tienen denuncias en fiscalías o comisarías”.
Una foto de la violencia digital
Según el informe elevado por las organizaciones a la Relatoría Especial de la ONU sobre violencia contra la mujer, 75% de las denuncias se vincula con la difusión no consentida de imágenes íntimas y el restante 25%, con el acoso virtual; en tanto, 60% del material difundido tiene contenido sexual explícito
Cuarenta y cinco por ciento de esas fotografías o videos se difunde a través de redes sociales; 29%, por servicios de mensajería instantánea como WhatsApp y 16%, en sitios web de pornografía como “PornHub” y “xvideos”.
La franja etaria “más severamente atacada” es la que va de 22 a 35 años, y la provincia de Buenos Aires concentra 48% de los casos. “Es una modalidad nueva de una violencia tradicional”, explicó Benítez Demtschenko ya que “44% de los casos de violencia digital tiene como trasfondo casos de violencia doméstica”, según los registros que realiza la organización ya que no hay estadísticas oficiales acerca del tema.
Los inicios de la entidad
La Fundación Activismo Feminista Digital nació en 2012 a partir de la propia experiencia de Benítez Demtschenko, luego de que una ex pareja difundió material íntimo, y desde entonces brindan acompañamiento y asesoramiento jurídico e informático a víctimas de estos delitos y bregan por “el real ejercicio de los derechos de las mujeres en la esfera digital”.
“Los límites de la privacidad se han corrido en la sociedad pero hay algo muy claro que es el consentimiento”, dijo, por su parte, María Eugenia Orbea, secretaria de la fundación, sobre los casos de filtraciones de fotos de mujeres y aseveró que “la Justicia aquí no funciona porque es todo daño moral, no se logra tener una real dimensión de los daños que se le producen a la víctima”.
En la misma línea se expresó la fiscal a cargo del Equipo de Delitos Informáticos de la Ciudad de Buenos Aires y autora del libro Cibercrimen, Daniela Dupuy, quien dijo que “no es sólo un daño moral o emocional a las mujeres, pueden generar problemas laborales, con los hijos, familiares, entre otros”.
“Esta problemática no está legislada en Argentina; en el ámbito civil se puede hacer una demanda por daños morales pero no tenemos una tipificación penal como tiene España sobre el delito de difusión de imágenes íntimas sin consentimiento”, agregó.
Proyecto de ley
En 2017 obtuvo media sanción en el Senado y dictamen favorable en la comisión de Legislación Penal de Diputados un proyecto que pena con prisión a quien difunda material de contenido erótico o sexual privado, aunque no obliga al responsable a eliminar el material de la web.
“Siempre está el primero que comparte y es en él donde debe caer el peso de ley; no se puede hacer una denuncia a todas las personas que viralizan”, aseguró Benítez y agregó que “la víctima no puede esperar un juicio de seis años para cobrar una indemnización, se necesita sacar las fotos de circulación en el momento”.
Para Dupuy “no es fácil retirar las fotos; las empresas proveedoras de Internet dependen de una orden de un juez para accionar”, por lo que instó a “trabajar mucho en la prevención y en la conciencia porque lo que ingresa en la red deja de ser propio”.
A pesar de tratar con víctimas de acoso virtual y de difusión no consentida de imágenes eróticas, Activismo Feminista Digital promueve el uso del sexting (el intercambio de material íntimo entre personas adultas) ya que llaman a “no demonizar la libre expresión, sino que las mujeres nos animemos a vivir la sexualidad digital”.
“El intercambio seguro de imágenes se puede hacer en aplicaciones de chats como Signal o Telegram en las que se borran los mensajes y están cifrados, no quedan los archivos”, explicó Julieta Luceri, del comité Ejecutivo de la fundación.