Es un abogado de raza, reconocido por sus pares por su larga trayectoria y su extenso conocimiento jurídico. Asegura que la profesión ha cambiado mucho en los últimos años pero que, a pesar de que se viven tiempos de “anomia”, todavía tiene la sensación de que con su aporta en “algo” a la sociedad.
Adán Ferrer está por cumplir las bodas de oro con la profesión. Es que hace ya 46 años se recibió de abogado y, salvo su paso por el Tribunal Superior de Justicia, siempre ejerció la profesión del “lado de afuera de la barandilla”. Dice que eso es lo que más le gusta. Ya tiene tres hijos, dos de ellos abogados; más conocidos que él, según remarca. Se autodefine como un “pájaro que nació libre”. Su estudio jurídico algo de eso refleja, tiene una oficina con un gran ventanal que va del techo hasta el piso. De allí tiene una vista panorámica de toda la avenida Hipólito Yrigoyen y, perfectamente, puede ver todos los que por allí circulan. Ocupó seis años el cargo más importante de la justicia cordobesa, llegó a ser el presidente del Tribunal Superior, pero después de seis años renunció. “Ese día me sentí sumamente libre, porque el pájaro que nació libre, aún en jaula de oro, sigue sintiendo que está en una jaula”, dijo sin dudar Ferrer en una charla que mantuvo con Comercio y Justicia.
-¿Cómo es ser abogado en estos tiempos?
-Ser abogado hoy es ser experto en una ciencia cuyo objeto se deshace porque el objeto de la ciencia jurídica es la ley, es la norma; y las leyes se deshacen no sólo porque cuanto el texto como las interpretaciones se modifican contínuamente, sino además porque pierden vigencia, simplemente, porque nadie las cumple. No las cumple el delincuente, no las cumple el ciudadano, no las cumplen las instituciones, no las cumple el Estado, el Gobierno y, a veces, no las cumplen los mismos jueces. Pero pese a eso, ser abogado vale la pena, simplemente porque a veces, sólo a veces, uno tiene la sensación de que contribuye a que se haga justicia.
-¿Qué cosas han cambiado en el ejercicio de la profesión?
-En primer lugar ha cambiado el derecho. Con los mismos argumentos que antes se ganaba un juicio cuando yo me recibí de abogado, hoy se lo pierde. En segundo lugar, no hay que perder de vista que vivimos en tiempos de anomia, cuando las normas no rigen, y eso afecta todas las actividades, entre ellas, el derecho y a los abogados. A eso hay que sumarle que estamos viviendo en un país con un deterioro institucional muy marcado que afecta a toda la estructura estatal y, en definitiva, como el Estado es en buena medida una personificación del derecho, también nos afecta a todos los abogados y a los que del derecho viven.
-¿Qué opinión cree que tiene la sociedad de los abogados?
-Los abogados nunca hemos tenido buena prensa, hagamos lo que hagamos, seamos litigantes o jueces. Calamandrei, en un libro que se llama “El ojo de los jueces”, decía que en un juicio siempre hay un abogado que dice blanco y otro que dice negro y eso da la pauta de que alguno de los dos siempre miente. Además –decía-, el que hoy gana un juicio y mañana lo pierde, mañana podrá perderlo y el otro ganarlo. ¿Qué quiere decir eso?, que en realidad, no son sólo 50 por ciento de los abogados los que mienten sino la totalidad de ellos. Aunque eso no es exactamente así, ese viejo modo de razonar conserva alguna vigencia. Los abogados nunca hemos sido vistos -tampoco los jueces- como aquel médico piadoso y generoso que atiende gente o como el sacerdote que dispensa salvación eterna luego de una confesión. El abogado ha sido siempre un personaje discutido. Sin embargo, no sólo es una de las profesiones más viejas sino que además cuando se la ha suprimido ha sido en tiempos de pérdida de libertad. Por lo tanto, se podría decir que el abogado es un “personaje necesario” y alguna función debemos cumplir porque la sociedad no puede prescindir de nosotros.
– ¿Qué le diría a la nueva generación de abogados?
-No es fácil dar consejos porque con el correr del tiempo uno adquiere una cuota de modesta sabiduría y se da cuenta de que son muchas más las dudas que certezas las que se tienen. A los jóvenes abogados les diría que aún en estos tiempos de anomia, donde nadie obedece las leyes, donde parece que se diluyen, esta profesión tiene que seguir contribuyendo a crear un nuevo derecho que reemplace este tan deteriorado, y en medio de una sociedad en crisis, traten de rescatar los valores genuinos que el ordenamiento jurídico tiene para que la convivencia social sea válida. Son muchas las contrariedades, pero, sin dudas, vale la pena ser abogado.
Acto en Tribunales
– Hoy, a las 12.30, el Colegio de Abogados de Córdoba invita a sus matriculados y a la comunidad en general al acto central de conmemoración del Día del Abogado.
– Lugar: Salón de los Pasos Perdidos de Tribunales I (Caseros 551).
– La oradora principal será Cristina Curtino, titular de la entidad, quien además entregará medallas de reconocimiento a los profesionales con 50 años de ejercicio profesional.
– El Día del Abogado se celebra cada 29 de agosto evocando el aniversario del nacimiento de Juan Bautista Alberdi, autor de las “Bases y puntos de partida para la organización política de la Confederación Argentina”, que se tuvo particularmente en cuenta al sancionarse la Constitución Nacional de 1853.