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Desde la empresa a la familia, ya todos necesitan contador

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La profesión del contador público ya dejó de tener su clásico lugar de desempeño sólo en las empresas y llegó a los hogares de familias integradas por pequeños monotributistas o empleados en relación de dependencia que deben presentar Ganancias y Bienes Personales; y ahora también a quienes emplean a personal doméstico en sus casas.  (Ver también: Los contadores amplían su campo de acción)

Los avisos clasificados de la profesión se han ampliado y apelan directo al individuo contribuyente. Cerca de las fechas de vencimientos tributarios se puede encontrar anuncios como este: “Está por vencer la presentación de DDJJ de bienes personales; no dejes para el último realizarla. Consultá con un contador”. Lo mismo ocurre para los términos de Ganancias, para recategorizaciones o la registración en marcha de trabajadoras domésticas.

“Ahora los contadores son un mal necesario”, dicen sonriendo cuando se les consulta sobre la apertura que ha tenido el campo de acción con las múltiples requisitorias fiscales que hoy afectan a cada vez más gente.

“Hoy hay un nivel de control de tipo radar, hay niveles de persecución fiscal, de retención de Ganancias nunca antes vistos. En el caso de los trabajadores en relación de dependencia; cada vez más gente entra en el delirio de presentaciones. Los empleadores de personal doméstico tienen que llevar una administración casi empresarial y el empleador tiene que tener un asesoramiento. En caso del monotributista, cuando hay que presentar el informe cuatrimestral o la recategorización”, describe Santiago Valles, integrante de la Comisión Laboral del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE).

“Los impuestos forman parte de nuestras vidas, nos rodean desde que nos levantamos hasta que nos acostamos”, dice José María Farré, socio del Estudio Farré y docente de la Universidad Nacional de Córdoba. El especialista distingue los impuestos de liquidación administrativa -como el Inmobiliario o el Automotor- de aquellos que dependen de la autodeclaración. “Hasta cierta categoría -agrega- las personas se autoabastecen, pero no todo el mundo tiene el tiempo ni la capacitación para dilucidar las requisitorias del fisco”.

Variadas situaciones son las que se les presentan actualmente a las personas físicas. “Hay impuestos que son más complejos, como Ganancias y Bienes Personales que, por la no actualización de las escalas, hacen que una gran cantidad de personas que antes no eran alcanzadas ahora sí lo sea. Otro ejemplo es la cantidad de reglamentaciones impositivas que hoy requieren de un profesional asesorando, además de manejar y hacerse amigable con los softwares de la AFIP”, señala.

Por su parte, Valles recalca que “por el mayor control fiscal hay niveles cada vez más bajos económicamente que van requiriendo asesoramiento. Antes, la AFIP apuntaba a que la persona se autoliquidara, recuerdo que el eslogan que usaba era ‘Simple, muy simple’, pero ahora se necesita el asesoramiento de un contador”.
Según grafica Farré, los temas impositivos planteados le requieren al matriculado estudiar el tópico, entenderlo y conocer el aplicativo de AFIP. Luego, escuchar qué plantea el cliente y buscar una solución.

“Hacer una declaración jurada (DDJJ) de una persona para liquidar Ganancias y Bienes Personales lleva al menos cuatro horas de trabajo. Hoy el recurso más escaso es el tiempo y este tipo de casos (monotributo, empleo doméstico) no son enriquecedores ni atractivos para el contador como lo es definir una estrategia empresarial. “Por otra parte, más cantidad de trabajo no significa que esté bien retribuido”, advierte.

Crecieron las consultas
Las contadoras Ivana Fassi y Alejandra López, quienes ejercen de manera independiente, coinciden en que subieron las consultas de este tipo de casos pero, al igual que el resto de los entrevistados, advierten de que no son tan rentables y cuesta más cobrarlas.

“He tenido más consultas respecto de empleadas domésticas y empleados en relación de dependencia. Noté que la gente se asusta y quiere tener todo en orden, porque al tener que recurrir a un contador, les parece que ya es algo ‘grave’ si no lo cumplen”, dice López.

Por su parte, Fassi comenta que en los últimos días recibió varios pedidos de presupuesto y que el entorno de conocidos, familiares, amigos, vecinos, recurren al asesoramiento.

“Aumentó muchísimo, en mi caso, la consulta sobre retención de cuarta categoría. Llegan muchos clientes simplemente a preguntar de qué se trata esto de que ‘ahora me sacan más dinero y yo no tengo nada’, enojados por supuesto, en general con muy poca información por parte de su empleador y bastantes confundidos por lo que escuchan en los medios”, señala la contadora Ana Cecilia Di Stefano. Además, describe que también están actuando como docentes y psicólogos, tanto para explicarle a la gente los alcances de las requisitorias como para contener a los clientes “frustrados por su nueva situación fiscal”.

Finalmente, para Gabriel Fruttero del estudio contable Dutto y Asociados, “el desafío” es que el cliente conozca las modificaciones, los requisitos y procesos que demanda el trabajo para que entiendan el costo que implica llevar este tipo de labores. Al respecto, sostiene que como la necesidad de contador es cada vez más abarcativa, y ya no circunscripta al empresariado, se requiere de un cambio cultural en personas que nunca antes tuvieron necesidad de un asesoramiento profesional.

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