Por Matías Barberis (*)
La reciente asunción del presidente Alberto Fernández nos lleva a poner el foco de atención en el mercado local. El nuevo ministro de economía, Martín Guzmán, se presentó en su primera conferencia de prensa con una postura moderada y conciliadora, pero obviando argumentaciones profundas y sin delinear medidas macroeconómicas; reconoce que la situación es delicada y que no es posible lograr grandes resultados en períodos cortos de tiempo.
El dilema surge al momento de determinar con qué instrumentos se cuentan para salvar a la economía argentina de la debacle, en un trabajo conjunto con un actual Banco Central carente de independencia alguna. En primer lugar, se encuentra el gasto público, el cual ha sido desde la teoría general de Keynes la variable clave de la cual se han valido muchos personajes políticos históricos para reactivar sus economías. Argentina hoy no cuenta con las fuentes de financiamiento necesarias para lograr este impulso, dado que los mercados de crédito se encuentran prácticamente cerrados; la emisión monetaria en conjunto con una baja demanda de dinero generaría una alta dinámica inflacionaria que podría derivar en tasas de tres dígitos; y el aumento o creación de impuestos, podría ser la alternativa elegida por Guzmán y sobre los cuales hablaremos a continuación.
En segundo lugar, como instrumento de política fiscal, se encuentra la reducción de impuestos, atacando directamente a una de las variables más importantes de la demanda agregada, el consumo; aquí entra en juego la sostenibilidad del gasto público y la necesidad de su reducción. Argentina cuenta con una de las presiones impositivas más grandes del mundo, con lo cual una reducción de la misma le daría un respiro a los asfixiados agentes privados.
En tercer lugar, se encuentra la posibilidad de implementar, conjuntamente con el BCRA, una política monetaria expansiva a través de la reducción de la tasa de interés, ello impactaría directamente en las posibilidades de financiamiento de los agentes, pero generaría una fuerte presión sobre un dólar contenido por restricciones cambiarias.
Además, el ministro ha hecho referencia a la restructuración de una deuda impagable en el corto plazo. Esto parecería que se encuentra descontado en los precios de los activos argentinos, con bonos soberanos cotizando a 40% de paridad y el mercado accionario con caídas históricas. El nuevo gobierno comenzó su gestión haciendo frente al pago de cupón de Letes y Lecaps a pocos días de asumir, lo que muestra voluntad de pago y sienta bases endebles para una negociación amigable con los tenedores privados.
Comienza a observarse nuevamente un mercado para colocaciones de pesos y alternativas de financiamiento. Empresas de primera línea se encuentran en proceso de emisión de Obligaciones Negociables en pesos y de corto plazo, a la vez que aparecen tasas más atractivas para descuento de cheques por el mercado, como consecuencia de un exceso temporal de pesos en la plaza.
En lo referido a la moneda estadounidense, la brecha existente entre la cotización oficial (contenida por un agresivo cepo cambiario) y el dólar bolsa se mantiene en torno a 20%. Lo cual refleja una alta demanda de la divisa, tanto sea para realizar transacciones como para atesoramiento.
Lo cierto es que Guzmán acapara más atención que el presidente mismo, y va a necesitar mucho más que los consejos de Joseph Stiglitz (premio Nobel de Economía) para tener éxito en su política económica. Hasta el momento no hay definiciones explícitas sobre el camino a seguir y los mercados se encuentran expectantes de nuevas señales, por lo cual es preciso preguntarse: Y ahora ¿hacia dónde vamos?
*Asesor financiero en SyC Inversiones SA