Por Diego Lo Tártaro (*)
Después de 20 años de negociaciones se anunció el acuerdo de asociación estratégica Mercosur-Unión Europea, que genera una muy esperanzadora plataforma para el crecimiento sostenido de nuestra economía, siempre y cuando se instrumente con prudencia, equilibrio e inteligencia, dada la complejidad de homogeneizar economías y procesos industriales profundamente diferentes, al igual que regímenes impositivos, laborales y financieros de crédito.
Paralelamente, se imponen reformas de fondo en nuestra estructura y pensamiento económico ya que el convenio sólo será exitoso en la medida en que hagamos un giro de 180 grados en lo que desde hace décadas practicamos con desastrosos resultados y se corporiza en las recurrentes crisis económicas sufridas y aún subsistentes.
¿Qué significa esto? Que deberemos encarar una urgente y profunda reestructuración de todo nuestro régimen impositivo, que modifiquemos y aggiornemos sustancialmente nuestra legislación laboral, que reestructuremos y racionalicemos toda nuestra administración estatal nacional, provincial y municipal y que como condición sine qua non logremos un equilibrio fiscal.
También, que reestructuremos nuestro sistema bancario-financiero adaptándolo a las circunstancias y características que el mundo desarrollado impone y ofrece, ya que deberemos competir con países que tienen tasas de interés que en algunos casos se aproximan a dos o tres por ciento; esto significa también volver a los bancos locales, que saben atender las necesidades de sus clientes; sin lugar a dudas, deberemos considerar de forma perentoria el desarrollo de mercados de capitales regionales, léase bolsas regionales en lugares estratégicos de nuestra geografía económica y no política, lo que nos permitirá una expansión rápida y sostenida de nuestras empresas regionales dando, permitiendo y ampliando el conocimiento en sus ámbitos nacional e internacional, lo que les facilitará el acceso a fuentes de financiamiento extra bancario más conveniente y económico dada a la diversidad de medios y formas de financiamiento que los mercados bursátiles ofrecen; por otra parte fomentarán el ahorro local en empresas locales ya que sus títulos se cotizarán en las bolsas locales.
En definitiva, ésta es la forma más segura e idónea para que las economías regionales tengan un crecimiento sostenido y permanente en el tiempo.
Básicamente, este acuerdo crea un mercado de bienes y servicios de 800 millones de consumidores y casi una cuarta parte del PBI del mundo. Si llegamos a comprender el alcance de esto y lo encaramos con un verdadero sentido de economía de mercado lograremos éxito; de lo contrario, no sólo estaremos perdiendo una oportunidad histórica sino que destruiremos diferentes sectores de nuestra economía.
El desafío está lanzado; de nosotros depende su concreción exitosa.
(*) Presidente de Iader