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Un bolsonarista en el Banco Central de Brasil, un problema para Lula

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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, criticó al Banco Central de su país, conducido por un bolsonarista hasta 2024, por haber cometido un «vergonzoso» aumento de la tasa de interés para enfriar la economía, convocó a los industriales a quejarse por ello. Lula sostuvo que el asalto de seguidores de Jair Bolsonaro a los poderes estatales de enero en Brasilia fue una «revuelta de los ricos» que no aceptaron su triunfo electoral.

El presidente vinculó así al bolsonarismo que cometió los actos golpistas del 8 de enero en Brasilia con la conducción del Banco Central, que heredó a partir de una ley de independencia de la autoridad monetaria en la cual el gobierno electo democráticamente debe aceptar la política de enfriamiento o calentamiento de la economía.

«Lo que ocurrió fue una revuelta de los ricos que perdieron las elecciones. Con esto no se juega, porque un día el pueblo pobre puede cansarse de ser pobre y resolver cambiar las cosas», dijo sobre los ataques del mes pasado a las sedes de la Presidencia, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF), la corte suprema.

«Yo gané las elecciones para cambiar, y si decepcionamos a este pueblo pienso ‘qué será del país’. El país no puede ser gobernado para pocos, sino para la gran mayoría», aseguró Lula en un encendido discurso contra la conducción del Banco Central, que heredó de la gestión de Bolsonaro (2019-2022).

Lo hizo en Río de Janeiro durante el acto de asunción al frente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes), principal institución de fomento de América Latina, de su exministro y economista Aloizio Mercadante.

En ese marco, defendió a la banca pública como motor para el desarrollo y el crecimiento, aunque dijo que la economía está «amenazada» con la política del Banco Central.

El líder del Partido de los Trabajadores (PT) fustigó directamente a la entidad autónoma presidida por el bolsonarista Roberto Campos Neto, que seguirá en el cargo hasta el año próximo en virtud de una ley aprobada por el Congreso que le otorga a la autoridad monetaria «independencia» de los gobiernos electos.

Campos Neto forma parte del grupo de Whatsapp de los exministros de Bolsonaro, según informó Folha de Sao Paulo luego de haber fotografiado la pantalla del celular del exjefe de gabinete bolsonarista Ciro Nogueira.


Lula busca reforzar las relaciones con EEUU y su rol como interlocutor regional

Por Marianela Mayer

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, viajará esta semana a Washington, donde será recibido el viernes en la Casa Blanca por su par estadounidense, Joe Biden, en una visita que busca reforzar las relaciones bilaterales y afianzar el rol de Brasil como nuevo interlocutor regional.

El encuentro entre ambos mandatarios pretende «fortalecer aún más la estrecha relación entre Estados Unidos y Brasil», adelantó a la prensa la vocera de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre.»

Los dos presidentes discutirán el apoyo inquebrantable de los EEUU a la democracia de Brasil y cómo los dos países pueden continuar trabajando juntos para promover la inclusión y los valores democráticos en la región y en el mundo», agregó la portavoz, que también incluyó a la lucha contra el cambio climático, la seguridad alimentaria, el desarrollo económico, el fortalecimiento de la paz y la seguridad y la gestión de la migración regional entre los «desafíos comunes» a abordar.

La visita de Lula se enmarca dentro su política de «vuelta de Brasil al mundo», una estrategia que rompe con los años de aislamiento de su antecesor.

EE.UU. será el tercer país al que viaje el líder del PT en sus 40 días en el cargo, tras visitar a fines de enero la Argentina -donde anunció una ambiciosa agenda de integración bilateral y participó de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)- y Uruguay, donde se alzó como un mediador pragmático en la crisis del Mercosur».

Este viaje es otro eslabón más de la política exterior del nuevo Gobierno de Lula, que implica mostrar un Brasil saliendo del aislamiento internacional de Bolsonaro y comprometido con el multilateralismo, intentando desempeñar un rol más activo a nivel global», dijo el investigador del Conicet Alejandro Frenkel, especializado en política latinoamericana.

Para el también profesor universitario, la visita tiene relevancia tanto por el lugar que ocupa EE.UU. en la región, como por el significado particular que tuvo la relación con Washington durante el mandato de Bolsonaro, que pasó de una «política de completo alineamiento» con el Gobierno de Donald Trump -el país fue su primer viaje al exterior- a un distanciamiento tras la llegada de Biden al poder en 2021.

Según explicó, Brasil siempre tuvo «muy en cuenta» el rol de EE.UU. a la hora de trazar su política regional, por lo que Lula busca impulsar un «restablecimiento» en las relaciones con su segundo socio comercial, enfriadas estos últimos años.

La visita fue oficializada tras un llamado entre ambos dirigentes el pasado 9 de enero, un día después de que simpatizantes bolsonaristas invadieran las sedes de los tres poderes en Brasilia, en unos actos golpistas similares a los perpetrados por trumpistas el 6 de enero de 2021 en el Capitolio.

Biden llamó a su par brasileño para manifestarle su apoyo e invitarlo a la Casa Blanca, algo que Lula aceptó, según informaron en un comunicado conjunto. Sin embargo, el viaje venía gestándose desde el triunfo electoral del líder del PT en octubre e incluso fue abordado durante una visita en diciembre a Brasilia del asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, y el consejero para América Latina, Juan González.

En ese primer acercamiento, Lula indicó que podría visitar Washington antes de su asunción, pero finalmente tuvo que posponerlo por problemas de agenda.

La buena sintonía entre ambos gobiernos y su voluntad de relanzar las relaciones vuelve a poner sobre la mesa un abanico de temas, entre los que destaca su lucha común a favor del sistema democrático».

En esta idea de volver a poner a Brasil como protagonista en los temas centrales de la agenda global, desde un rol cooperativo o constructivo, está el de la defensa de la democracia», afirmó Frenkel, quien subrayó el papel que tuvo el Gobierno estadounidense en la legitimación internacional de la victoria de Lula ante las denuncias de supuesto fraude de Bolsonaro.

En una acción coordinada con otros países, Biden fue uno de los primeros jefes de Estado en felicitar a Lula por su triunfo. También lo fue a la hora de condenar «el asalto a la democracia» perpetrado por bolsonaristas el pasado 8 de enero.

El propio Lula admitió en diciembre que ambos líderes tienen «mucho de qué hablar porque EEUU sufre de una necesidad democrática tanto como Brasil».

«El daño que le hizo Trump a la democracia estadounidense es el mismo que le hizo Bolsonaro a Brasil», dijo entonces en un encuentro con periodistas en Brasilia. Actualmente, Bolsonaro está en EE.UU., destino al que viajó días antes de la investidura de su sucesor, y se desconoce cuándo regresará a Brasil, donde es investigado por su responsabilidad en los ataques de Brasilia y otras causas.

El exmandatario solicitó una visa de turista de seis meses, según informó esta semana su abogado, mientras que el Gobierno de Biden ha evitado manifestarse al respecto, pese a que su presencia fue criticada por algunos legisladores demócratas.

Probablemente, Lula y Biden traten esta delicada cuestión de forma privada, señaló Frenkel, quien consideró que un cuestionamiento público de Brasilia «no sería un acierto diplomático».

Otro tema clave será la lucha contra el cambio climático, en la que ambos países vuelven a compartir una visión similar tras los años de negacionismo de Bolsonaro. Lula desea convertir a Brasil en una «potencia ambiental» y avanzar en la transición energética, una cuestión también crucial para Washington.

En materia migratoria, Frenkel cree que el líder del PT planteará un abordaje diferente a la «criminalización» que hace al respecto EE.UU., mientras que otras cuestiones importantes serán, a su juicio, el comercio y la cooperación militar, que fue fuertemente profundizada durante el mandato de su predecesor y podría condicionar la posición de equilibrio a la que aspira Brasil en la disputa entre Washington y Beijing.

A diferencia de Bolsonaro, que priorizó la alianza ideológica con Trump y mantuvo una tensa relación con China, Lula anunció que su Gobierno buscaría la reconstrucción de «un diálogo altivo y activo» con ambas naciones, que luchan por la influencia política, económica y militar en varias regiones del planeta.

El gigante sudamericano busca así alzarse como actor emergente y recuperar su rol de mediador entre las potencias globales, atraídas tanto por su interés geopolítico como por su mercado. Por ello, el presidente brasileño viajará a la China de Xi Jinping en marzo, donde buscará restablecer las relaciones con su principal socio comercial y, según Frenkel, «balancear entre ambos polos».

En esa línea, Lula llevará a Washington su propuesta de crear un grupo para mediar un acuerdo de paz en el conflicto en Ucrania, que ya planteó por teléfono a su homólogo francés, Emmanuel Macron, y en persona el pasado lunes al canciller alemán, Olaf Scholz, quien lo visitó en Brasilia».

Brasil no quiere tener ninguna participación, ni indirecta, porque creo que en este instante del mundo deberíamos estar buscando quién puede ayudar a encontrar la paz entre Rusia y Ucrania», dijo en una conferencia de prensa junto a Scholz, en la que defendió la creación de «un G20 para la guerra de Ucrania» con China, India o Indonesia como posibles miembros.

Si bien esta tercera vía ratifica la posición autónoma y de no alineamiento brasileña, el especialista del Conicet no cree que Lula logre cambiar la postura de EE.UU., uno de los principales aliados militares de Kiev junto a la Unión Europea (UE).De hecho, cuestionó la viabilidad de la iniciativa, al recordar que en 2010 el mandatario brasileño había lanzado un proyecto similar junto a su par turco, Recep Tayyip Erdogan, para intentar mediar en el desarrollo nuclear iraní y no tuvo éxito porque tanto Washington como la UE lo descartaron.»

Si en ese momento no lo logró, ahora lo veo más difícil porque Brasil es un país con muchísimos más conflictos internos y con un volumen mucho menor en política exterior del que tenía entonces», concluyó.

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