En medio de un mundo convulsionado y de una Argentina en debate, en donde la democracia republicana es puesta en duda recurrentemente por posiciones ideológicas autoritarias, surgen también noticias que alientan a pensar que el camino de la racionalidad y de la trasparencia aun es viable, y que de seguirlo se podrá llegar a una sociedad desarrollada sobre la base de la paz y el respeto por los derechos, presidida por el pensamiento libre de los individuos.
Muchas veces aquí hemos dicho que los problemas de la democracia se curan con más democracia. Lo vivido en nuestro país hace pocos días, cuando después de mucho luchar, se aprobó la ley que establece la boleta única como medio para elegir nuestros representantes a nivel nacional, es un buen ejemplo de eso.
Si bien en algunas pocas provincias estaban vigente normas de la misma naturaleza, a nivel federal esto no pasaba por la incompresible negativa, de parte de un sector de la actual oposición, que hasta no hace mucho tiempo gobernaba nuestro país, acompañada en su negativa por un puñado de partidos mayoritariamente de izquierda.
Luego del correspondiente tratamiento en el Senado, la Cámara de Diputados de la Nación, convirtió en ley el uso de la boleta única de papel. Trátase de un instrumento de votación que incluye en una sola hoja toda la oferta electoral y en la cual los electores deben marcar, según su decisión, los casilleros correspondientes a los partidos o frentes que deseen elegir.
Conforme este sistema, no son los partidos políticos los responsables de diseñar, imprimir –bajo supervisión judicial–, distribuir y custodiar las boletas el día de la elección, sino que dicha tarea pasa a resultar una responsabilidad de la autoridad electoral. De tal manera se “… garantiza una oferta electoral completa a través de los centros de votación. Por eso, si se lo compara con la boleta partidaria, un instrumento de votación oficial provisto por el Estado equipara las condiciones de competencia entre partidos y mejora el acceso al sufragio entre los y las votantes”, como nos expresan Carolina Tchintian y Gerardo Scherlis, en Claves para pensar un cambio en el instrumento de votacio´n a nivel nacional: hacia la boleta única papel en Argentina.
Junto con esta ventaja -que lejos de ser mínima resulta fundamental ya que promueve el resguardo de los derechos electorales entre los ciudadanos, y limita las “ventajas injustificadas” que los partidos, sobre todos los mas poderosos, sacaban del sistema viejo- la boleta única, se constituye además en una herramienta de relevanciacontra el fraude electoral.
Adicionalmente, permite un considerable ahorro económico ya que conforme la ley será impresa en una cantidad igual al número de electores correspondientes al mpadrón electoral, más un 5 % adicional para reposición en caso de contingencias. Lo que limita el asto que se generaba cuando era cada partido el que las imprimía, excluyendo, entre otras cosas, que algunos inescrupulosos hagan “negocios” con su confección, impresión, entre otros actos espurios relacionados a la materia.
A más de lo antes detallado, simplifica asimismo el acto eleccionario, tanto para los votantes como para las autoridades de mesa -incluida la tarea de fiscalización- dado que el sistema agiliza la espera en colas interminables para votar o el recuento de los votos, entre otras actividades.
Incluso, se afirma, que tiene claras ventajas ecológicas como lo ha manifestado Alejandro Tullio, especialista en elecciones y ex director de la Dirección Nacional Electoral del Ministerio del Interior entre 2001 y 2015, quien al respecto manifestó al portal haqueado.com que además de ser más trasparente y económica es ecológicamente sostenible. “Debemos prestar atención a la huella ecológica de los procedimientos. No es sólo la cantidad de papel, la tinta y otros materiales no biodegradables que insume el sistema actual sino también la logística asociada, porque son grandes volúmenes de
elementos que se transportan”, expresó sobre el particular.
Si bien, el sistema no es perfecto y, como todo en la vida, puede tener alguna contra, la decisión de aprobar legislativamente el uso de la boleta única de papel, es un indudable adelanto institucional. No solo porque promueve de mejor manera los derechos políticos de los ciudadanos, sino también, porque conforma una barrerarelevante contra la posibilidad de corrupción política comicial, al trasparentar todo el proceso eleccionario.
Algo no menor para que los ciudadanos volvamos a creer en los beneficios de un sistema que, con lógicos defectos, es el único moralmente aceptable, ya que trata a cada
individuo como portador de derechos, y no como súbditos de un soberano.
Se trata pues de un cambio de entidad para fortalecer la democracia que, inexplicablemente, no ha tenido la difusión y análisis que merecía.
() Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. (*) Abogado. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.