La situación de vandalismo vivida en la ciudad de Córdoba días atrás tuvo como protagonistas a la policía y a los gobernantes, en sus roles de omisión, y a los ladrones que abandonaron sus roles de buenos vecinos, pero “la estrella” del trágico espectáculo fueron las redes sociales.
Los hechos de vandalismo y atropello a todos los derechos humanos y constitucionales sólo merecen palabras de reproche y castigo del orden institucional, que superan el objetivo de esta columna. No obstante, como en el “momento después” las redes sociales asumieron el rol protagónico, es oportuno analizar la situación.
Por un lado, los gobernantes, quienes se merecen idénticos calificativos que el vandalismo, se cruzaron acusaciones respecto a la ausencia de Gendarmería en reemplazo de la acuartelada policía local, porque el gobernador había requerido vía Twitter la presencia de la fuerza nacional y el jefe de Gabinete le reprochaba horas después que la cuenta de Twitter del gobernador no podía asimilarse a la nota formal por Mesa de Entradas.
Por otro lado, Cecilia Bazán, en su nota Los saqueos en Córdoba: contados en primera persona en las redes sociales, en el diario Día a Día, explica que el lado más controversial fueron las imágenes compartidas de los supuestos perfiles de saqueadores en Facebook y Twitter, donde posaban con las cosas robadas y hasta las comercializaban.
En la misma línea, Vanina Berghella, en su nota Las redes sociales, vidrieras de la impunidad, para el diario La Nación, expresa que cuando vemos estos nefastos hechos reflejados en los mismos espacios que usamos para lograr objetivos positivos, el idilio que tenemos con los medios sociales se diluye por un rato y entendemos que las instituciones deben también ser parte de esta sociedad digital y actuar: ¿puede la Justicia intervenir e iniciar una investigación para dar con estos delincuentes exhibicionistas?
La respuesta la brindó la policía –una vez reincorporada- que utilizó las confesiones en Facebook para perseguir y detener a los ladrones exhibicionistas.
Más allá de las pugnas políticas, si Facebook sirve para encontrar al ladrón, por qué Twitter no puede servir para alertar al jefe de Gabinete Nacional que Córdoba requiere de asistencia de Gendarmería. Si el mandatario provincial considera a Twitter como un medio válido para requerir ayuda nacional, entonces la Justicia también podrá considerar válida toda la prueba almacenada en Twitter y Facebook, para no liberar días después a los vándalos.
¿Podrá el ladrón que roba a su vecino y luego lo difunde en las redes sociales argumentar que se produjo un robo de identidad?
* Abogado especializado en nuevas tecnologías / [email protected]