Hace 75 años, un 10 de diciembre de 1948, la Tercera Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), reunida en el Palacio de Chaillot, en la ciudad de París, aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos por Resolución 217 A (III), en idioma francés en su versión oficial. De 58 miembros con que contaba la nueva organización, 48 votaron a favor, nuestro país entre ellos. Yemen y Honduras estuvieron ausentes. Bielorrusia, Checoslovaquia, Polonia, Arabia Saudita, Sudáfrica, la Unión Soviética, Ucrania y Yugoslavia se abstuvieron.
Su adopción fue aclamada con una larga ovación de los delegados presentes que sesionaban por última vez en la capital francesa, antes de trasladarse a la nueva sede en Nueva York, a orillas del río Hudson.
Implicaba el compromiso de volver en el mundo a la perspectiva del ser humano y sus derechos comunes, frente no sólo a la reciente destrucción causada por la guerra sino también a las terribles actitudes de aniquilar a millones de personas guiados por el odio, el racismo o las ideas de supremacía.
Era también, desde el punto de vista jurídico, un paso a terreno desconocido. Pasar de la doctrina a la norma con la idea de la universalidad de los derechos esenciales de la persona, vista en sí misma o como parte del colectivo de la humanidad.
En un mundo de posguerra todavía dolido por el conflicto y experimentando sus consecuencias, que persistía en no pocos lugares en ser totalitario, colonialista y agresivo, dividido en férreos bloques ideológicos que se acentuarían todavía más en las décadas siguientes, se logró llegar a un texto con el reconocimiento derechos universales para cualquier persona humana pero que no instituía ningún deber de observancia, garantías para su vigencia o instrumentos para castigar su violación. Al presente, éste resulta el mayor faltante frente a violaciones sistemáticas, sólo paliado por la existencia de tribunales internacionales regionales en Europa, América sin Estados Unidos y África.
La institución de la Corte Penal Internacional el 17 de julio de 1998 por el Estatuto de Roma apuntó a salvar esa deficiencia, pero enfrenta un movimiento de vacío desde su inicio. No ha sido ratificada por países como Estados Unidos, Rusia, China, India, Israel o Cuba. En el primer caso, incluso, el Congreso estadounidense aprobó el 2 de agosto de 2002 la denominada “Ley de Protección del Personal de Servicio Estadounidense” que prohíbe la asistencia al Tribunal y que se lleven investigaciones en los Estados Unidos.
A pesar de sus problemas de implementación, la declaración sigue teniendo peso moral a escala global. Para la conmemoración de su 75º aniversario, dignidad, libertad y justicia universales son los valores elegidos para destacar.
La preparación para el evento ha sido dada por la formulación de la “Iniciativa DUDH 75” de Naciones Unidas, destinada no sólo a sensibilizar respecto de la importancia de la fecha sino a establecer una agenda para su afianzamiento a futuro a tono con los nuevos tiempos.
“Si alguna vez ha existido un momento oportuno para reavivar la esperanza de los derechos humanos para todas las personas, es ahora. Y este momento continuará a lo largo de 2023 y posteriormente, un año de conmemoración de uno de los compromisos internacionales más innovadores del mundo. En 2023, daremos un nuevo impulso a la Declaración Universal de Derechos Humanos, mostraremos cómo satisface las necesidades de nuestro tiempo e impulsaremos su promesa de libertad, igualdad y justicia para todos”, se expresa en el texto de presentación de la Iniciativa DUDH 75 de Naciones Unidas.
Respecto del camino recorrido se afirma asimismo: “En las décadas transcurridas desde que 50 países firmaron la Declaración Universal de Derechos Humanos, hemos dado grandes avances cruzando las fronteras de la medicina, la tecnología, el medio ambiente, la expresión social y política, las leyes económicas y laborales, y mucho más. El progreso es un proceso, y nos queda mucho por construir. La Declaración refleja el acuerdo de que la igualdad, la libertad y la justicia son valores que impulsan una sociedad próspera en la que todas las personas pueden tener el mismo acceso a las oportunidades en estos ámbitos y en otros de su elección”.
Se adoptó por ello en la iniciativa tres objetivos principales centrados en la universalidad, el progreso y el compromiso bajo la dirección de Derechos Humanos de la ONU, junto con sus socios. La campaña de divulgación de la iniciativa tiene el objeto de aumentar el conocimiento sobre la universalidad y la indivisibilidad de los derechos humanos además de capacitar a las personas para que puedan luchar por sus derechos, particularmente entre los jóvenes.
La iniciativa culmina con una reunión de alto nivel en el corriente mes, en la que se plasmarán compromisos e ideas globales para una visión del futuro de los derechos humanos.
En 1984, John Peters Humphrey, el abogado y jurista canadiense que redactó el primer borrador de la declaración, tituló su libro sobre los entretelones de los hechos que llevaron a su proclamación en 1948 Human Rights and the United Nations: a great adventure. Para ventura de la dignidad humana y el resguardo de los derechos de todos, y pese a todos los desafíos que enfrenta, esa gran aventura que señala, cumple tres cuartos de siglos sin apagarse en su intensidad.