Para millones de argentinos, en marzo comienza lo que comúnmente se denomina “el año en serio”. Volver a la plena actividad; el inicio de clases para los que tienen chicos en edad escolar; retomar rutinas laborales y sociales…, esas y otras señales cobran la forma de una bandera a cuadros que nos indica el final de las vacaciones.
Por Alejandra Rodríguez *
El tiempo de volver a empezar puede ser un tiempo de sentimientos negativos (angustia, miedos y enojo asociados a la vuelta al trabajo, a la rutina, a las obligaciones). Sin embargo, según cómo nos paremos, también puede ser una etapa positiva, que nos sirva para pensar, reflexionar y obtener conclusiones que nos permitan incorporar en el ciclo “marzo-diciembre” muchas de las actitudes que tuvimos en el período estival, caracterizado por la distensión y el optimismo propio de las vacaciones, el relax, el manejo de los tiempos y el mayor goce de la familia y los amigos.
Volver a creer, a tener entusiasmo, expectativas, planes, emociones funcionales y metas que nos entusiasmen es un desafío que inexorablemente vamos a tener que afrontar. Tomando como referencia tres principios del coaching, ese complejo desafío es posible afrontarlo sin pesimismo y con actitud ganadora.
– Ser para poder hacer. Es prioritario poner el foco en uno mismo antes que en un determinado resultado. Son los cambios necesarios en el “ser” los que nos permitirán arribar a las metas que nos tracemos. Durante las vacaciones ese “ser” se activa de manera poderosa: por eso sentimos que estamos mejor, mucho mejor, en nuestras relaciones y comportamientos. Pero entonces lo que vale la pena considerar es la noción de “cambio de observador” de uno mismo: como enseñaba Marcel Proust, la clave pasa por cambiar la “mirada” antes que el “paisaje”. Eso ocurrió durante las vacaciones y puede sostenerse durante “el año en serio”. De dentro hacia fuera, así lograremos ser impulsores del cambio y los resultados.
– Adueñarse de las emociones. Durante las vacaciones las emociones están a flor de piel. Mucho más liberados, el corazón le gana a la razón. Durante “el año en serio” no debemos prescindir de ellas sino aprender a manejarlas. Veamos dos ejemplos: el miedo es un sentimiento normal que suele frenarnos y el enojo o la ira es otro sentimiento que logra desviarnos. Lo conducente no es negar esos sentimientos sino aprender a dominarlos para que no nos paralice o nos desborde. Y si bien durante “el año en serio” no hay tanto margen como en las vacaciones, no perder espacios o momentos -por pequeños que sean- que nos den gratificación son un gran aporte a favor del manejo de los sentimientos.
– Usar el poder de la palabra. En el coaching se enseña y recuerda que la palabra siempre es acción. Y bien sabemos que no hay resultados sin acción.
En las vacaciones los niveles de comunicación son mucho mayores. La mayor calidad en el manejo de los tiempos nos da la posibilidad de hablar con mayor libertad y sentido.
Durante “el año en serio” solemos olvidar esto y nos metemos dentro del caparazón del silencio o la introspección. El diálogo profundo y sincero es determinante para el entrenamiento del ser y el manejo de las emociones. Hacernos cargo, analizar los obstáculos y trabas que nos frenan, encontrar nuevas opciones y alternativas que antes no veíamos y avanzar hacia soluciones efectivas es un proceso que se construye a partir del poder de la palabra y el diálogo.
En definitiva, nosotros, nuestros sentimientos y nuestra capacidad de diálogo son áreas de entrenamiento y trabajo que nos permiten calibrar conductas, espacios y momentos que, así como nos hicieron tan bien durante las vacaciones, también podemos reconvertirlos para que nos hagan igual de bien en el trajinado transcurso del “año en serio”.
*Especialista en coaching empresarial, dirigencial y político. Directora de www.arcoach.com.ar