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Terminar con las controversias para superar la crisis nacional y mundial

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Por Luis Esterlizi (*)

“La armonía constituye la categoría fundamental de la existencia humana y condición inalienable para la configuración de la Argentina que todos anhelamos. Por eso, en el camino de la consolidación de la comunidad argentina, desempeña un papel primordial la propuesta de un esquema de valores morales y espirituales que confiera al pueblo la templanza que el futuro de la Nación requiere. Esclarezcamos nuestras discrepancias y, para hacerlo, no transportemos al diálogo social institucionalizado nuestras propias confusiones. Limpiemos por dentro nuestras ideas primero, para construir el diálogo social después. Esa básica consonancia excluye la violencia e implica comprender que el único camino para la construcción fértil es partir de ideas, valores y principios, cuya práctica no cercene el cauce de la paz”. 

Proyecto Nacional

Estamos viviendo instancias decisivas en el ser o no ser de Argentina, con muchos frentes abiertos que acosan nuestro país. Sin lugar a dudas, superarlos será más que complicado y no exento de infligirnos graves secuelas en lo político, económico y social. 

En estos tres aspectos venimos sufriendo una serie de ultrajes que identifica una crisis muy profunda, por lo que resolverla necesitará el acompañamiento consensuado de aportes y esfuerzos de todos los argentinos.

Desafortunadamente, a ello deberemos sumarle las implicancias de un mundo revuelto por enfrentamientos entre EEUU, Rusia y China tras la resolución de un nuevo orden mundial en el cual uno de esos avatares lo constituye la guerra entre Rusia y Ucrania, con graves riesgos de extenderse al mundo.  

El trastocamiento político, económico y social global es evidente: aumentos en las commodities, en los combustibles y las restricciones financieras impuestas por EEUU a las operaciones bursátiles con la banca rusa, el freno de importaciones y exportaciones, etcétera. 

Por otra parte, en nuestro país el peso del endeudamiento externo obtenido por irresponsabilidades compatibles con el delito y los acuerdos firmados con el FMI extendiendo los plazos de sus amortizaciones imponen una serie de exigencias relativas a bajar el déficit fiscal y armar un plan que hasta hoy no tiene el acompañamiento de algunos sectores oficiales ni tampoco de los sectores partidarios opositores.

Frente a este escenario tanto local como mundial, Argentina no ofrece un frente interno consolidado política y socialmente, cuando se desconocen si existen los ejes medulares de un plan que genere la posibilidad de constituirlo.

Ante la ausencia de un proyecto nacional y sin predisposición para diseñar y consensuar un nuevo perfil productivo y laboral para enfrentar tremendo desafío, los argentinos vivimos constreñidos por una institucionalidad prisionera de partidos y coaliciones enfrentadas y de dirigentes sin ética ni moral, que le infieren a esta realidad una definición denigrante; y que además anticipan el fracaso de no poder pagar semejante endeudamiento, no resolver la pobreza estructural, la desocupación, la degradación y la exclusión social. Tampoco poder enfrentar las secuelas internacionales.

La crisis estructural en los partidos políticos les hizo a éstos perder la solvencia ética y moral, por lo cual dejaron de ser el soporte incuestionable de esta democracia, generando -a su vez- la desconfianza y el recelo, ya que las coaliciones que los suplantaron han demostrado que pueden servir para ganar una elección pero no para gobernar.

Hoy no existen normas ni acuerdos que nos comprometan socialmente y nos responsabilicen a superar esta crisis que, por ser integral, necesita el concurso organizado de toda la sociedad. Por lo tanto, la especulación va avanzando por sobre la vocación, el esfuerzo y la dignificación de las actividades de todos los que habitamos este país.

La pérdida absoluta de una definición seria y responsable de los problemas estructurales y de una planificación acorde para superarlos impulsó a la dirigencia en general a gobernar detrás de los acontecimientos guiados por encuestas, que siempre responden coyunturalmente. Así se arman los presupuestos que terminan administrando los efectos, siendo ineficaces para terminar con las causas. 

En lo social, somos presionados por un individualismo absurdo que busca soluciones personales o particulares y obviar las soluciones integrales cuando la realidad nos está diciendo que, al estar todos “en el mismo barco”, nadie se salva solo.

Hemos perdido el sentido de familia y el país se disgrega en provincias o regiones que enfrentan, cada una, sus propios problemas y defienden lo que creen que son sus propios recursos. La Nación no existe como espacio común y el pueblo, aunque conformado por distintos sectores y organizaciones, se descompone en cotos privados ganados por la especulación, la corrupción y divisiones banales.     

Por dónde empezar

Como lo dice el subtítulo, lo primero es recuperar la armonía -tanto interna como externa- que necesita, por un lado, Argentina, y por el otro lado el mundo. Esto no significa que en nuestro país nos olvidemos de fijar prioridades para acordar las etapas que resuelvan las causas que verdaderamente originan los estigmas que padecemos. Para ello, teniendo en cuenta los recursos que poseemos, la historia y los remanentes que alimentan nuestra predisposición industrialista, es fundamental delinear un nuevo perfil productivo y, por consiguiente, el componente laboral que lo acompaña. 

En lo interno, tomemos como ejemplo la construcción de viviendas, solventando al mismo tiempo su déficit, los problemas de desocupación, la falta de actividad de las pymes, la disminución de subsidios, aumento de la mano de obra, ampliación del blanqueo tributario y achicamiento del enorme déficit fiscal.

En el plano externo, como ya ocurre, Argentina padece con la guerra entre Rusia y Ucrania un trastocamiento en los precios de las commodities y los combustibles fósiles e impone aumentos internos, complicando las exportaciones a Ucrania e importaciones de Bolivia. Por otra parte, el aumento en el precio del barril de petróleo promociona nuevamente a Vaca Muerta posibilidades de generar nuevos puestos de trabajo. 

Esta situación de extrema gravedad que nos lleva a ser o no la Argentina que todos anhelamos tropieza hoy con el enorme peso de la decadencia en instituciones y dirigentes que, perdidos en la nebulosa de una profunda crisis ética y moral, extraviaron el rumbo de sus responsabilidades, constituyendo la mayor amenaza para frustrar nuestra realización como nación. Ante dicho peligro, lo malo es no saber cómo enfrentarlo, y peor aún es ignorarlo.

Por lo tanto, ante el desamparo se impone la fortaleza espiritual de nuestra sociedad para recuperar la unidad con sus valores y virtudes. Sin esta alternativa seremos víctimas de la miopía de líderes de cartón y de instituciones sumidas en la podredumbre de la corrupción.

Reacciones 

Expongo algunas expresiones de empresarios que trabajan y producen para los argentinos y para el mundo sin dejar de pensar en Argentina.         

El gerente de Ventas de Pauny, Gaspar López, en la Expo-agro 2022, insiste: “Aunque la empresa exporta unidades a Ecuador, Perú, Paraguay y países de África, su estrategia está puesta en la demanda doméstica. Si bien una fábrica tiene que crecer en la exportación, nuestro foco está hoy en atender el mercado interno, que es el corazón de nuestra fábrica.”. 

Jóvenes cordobeses abrieron una “fábrica de árboles” en Villa Warcalde, emprendimiento que en 2021 produjo 40 mil plantines de algarrobo. Así lo expresa Rodrigo Vidales: “Lo nuestro es una fábrica porque produce a gran escala y el árbol es como una máquina que nos mejora la vida a todos”. También, Ignacio Ricci dice: “Queremos facilitarle a todo aquel que sienta la necesidad de contribuir con el medioambiente, una forma de poder hacerlo”. 

En estas opiniones comenzamos a vislumbrar una luz al final del túnel porque en ellas encontramos la fortaleza espiritual de aquella generación de industriales que aguantaron cientos de crisis para aceptar hoy el desafío de superar otra aún peor, segura de lograrlo aun en medio de una guerra.

Vemos esa luz en jóvenes emprendedores quienes, ante la densa tragedia ambiental que sacude todo el planeta, emprendieron con fe y esperanza este desafío, en pos de alcanzar un futuro reparador de tantas negligencias.

De esta manera se perfila una democracia social que simboliza una nueva instancia institucional, gracias al protagonismo responsable de dirigentes y entidades en constante conexión con las actividades laborales, productivas, comerciales y de perfeccionamiento tecnológico que le dan prestigio en competencias esenciales a la hora de exportar. Al mismo tiempo, destacamos un modelo democrático que permite a la sociedad en su conjunto ser artífice del destino trascendente de los argentinos.


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