jueves 26, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

“Si no establecemos puentes estaremos destinados a ser un poder endogámico”

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Armando Andruet, vocal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba

Hace una década, el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba editaba el tomo I de “Córdoba y su Justicia”, un libro que narraba la historia del Poder Judicial desde tiempos de la colonia hasta 1926. Su edición dejó inconcluso un trabajo que fue retomado por el Alto Cuerpo con motivo del Bicentenario y derivó en la publicación de la segunda parte de este libro al que se denominó “Córdoba y su Justicia II, Contextos y Figuras, 1926- 2010”.

La fecha elegida para comenzar a narrar este segundo tomo coincidió en proximidad temporal con tres hechos considerados altamente significativos para la historia judicial de la Provincia: La reforma de la Constitución Provincial en el año 1923, la puesta en vigencia de la Ley Orgánica del Poder Judicial que organizaba el Tribunal Superior de Justicia como cuerpo separado de la Cámara de Apelaciones en el año 1925 y la colocación de la Piedra Fundamental del edificio del Palacio de Justicia en el año 1927.

El objetivo de la publicación fue resumido por el vocal del Tribunal Superior, Armando Andruet, en la presentación que hizo del libro en el Palacio de Tribunales I: “No queríamos mostrar aquí sólo una agradable y nostálgica galería de fotos; tampoco era nuestro anhelo hacer una obra de erudición en historia de Córdoba; simplemente hemos pretendido describir algunas cuestiones de la vida judicial de Córdoba, en el contexto del pulso histórico de las diferentes décadas que desde la del 30 en adelante, nuestro país y provincia han pasado”, remarcó .

Al terminar la presentación, Comercio y Justicia dialogó con Armando Andruet.

– ¿Cómo fue la realización y el armado de este libro Córdoba y su Justicia II?
– Bien, lo que hicimos en este libro es intentar dar cierre a otro que había quedado inconcluso, el tomo I de “Córdoba y su Justicia”. Ocurre que nos dimos cuenta de que cuando realmente empezaba la historia que nosotros tenemos más presente, el primer tomo cerró su publicación. Ahora bien, cuando pensábamos en cómo construir este libro teníamos muchas dificultades. El tema que debatíamos era cómo tomar compromisos, hicimos lo que pudimos con la mayor buena fe y el resultado fue éste. Cada capítulo releva una década en la que fuimos describiendo los principales acontecimientos ocurridos no sólo en el ámbito judicial. Fue un desafío recabar la información, buscamos la colaboración de un becario del Conicet y él le fue dando la forma a todo. Con este libro hemos dejado el material para construir el museo del Poder Judicial de Córdoba que yo tanto anhelo, antes de este trabajo teníamos fotografías sueltas, por ejemplo.

– ¿Qué hitos recabaron en lo que al Poder Judicial se refiere?
– Son muchos, pero por ejemplo se pueden destacar aquellos tiempos en los que se formaron los fueros, porque en definitiva, alguien pensó, ideó, impulsó, un fuero penal, un fuero de menores, un fuero laboral. Alguna vez esto era un campo y hoy es un ámbito de institucionalidad. Todas esas cosas que hoy creemos que existieron siempre, alguna vez no existieron.

– El libro cierra con el año del Bicentenario.
– Sí, quisimos terminar -en el último capítulo- con lo que está siendo, con las últimas reformas, las cuestiones de la infraestructura que está emprendiendo el Poder Judicial.

– ¿Qué viene ahora, cuáles son los desafíos que deberá enfrentar el Poder Judicial?
– Yo estoy convencido de que si el Poder Judicial no hace un esfuerzo sostenido para establecer los puentes que se hayan interrumpido, por las razones que sean, o genere los puentes que correspondan, si no han existido antes con la sociedad civil, estamos destinados a seguir siendo un poder fuera del contexto, altamente cuestionado, no comprendido y fundamentalmente corporativo y endogámico.

– ¿Ud. cree que ése es el principal escollo que enfrentará el Poder Judicial en los años venideros?
– Yo creo definitivamente que los desafíos están en dos líneas. Primero, tener acciones positivas, tener en definitiva vidas ejemplares. Sobre la capacidad profesional de los magistrados no tenemos ninguna duda, en ese aspecto hemos avanzado y seguramente no hay posibilidad de regresión. Ahora bien, en lo que todavía hay que trabajar y luchar es en esto de tener vidas ejemplares. Si lo logramos, quizás ahí la sociedad civil pueda volver a mirarnos, no como los otros, sino como los propios. En ese momento, cuando nosotros podamos ser incorporados en la sociedad como propios, entonces van a ser mucho más fáciles las cosas.

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