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¿Se puede ponderar la efectividad en los acuerdos familiares? (I)

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Por Silvina Muñoz (*)

Las conflictivas familiares representan un gran desafío para cualquier campo de abordaje profesional y también desde lo personal, de quien habla y de quien escucha.

En los casos en que esas conflictivas salen del ámbito de la intimidad del sistema familiar y arriban al sector público a través de cualquier institución, las condiciones de los “contratos” familiares han cambiado y el entramado vincular se tensa. Este tránsito de lo privado e íntimo a lo público se evidencia cuando alguno de los integrantes consulta con alguien que no pertenece al sistema familiar, como con algún profesional (abogado, terapeuta, por ejemplo) o decide comentar o buscar ayuda en algún elemento ajeno pero cercano, como puede ser un docente o profesional de la escuela de los hijos. De esta manera, una situación que se venía tratando y soportando en la intimidad pasa, en mayor o menor medida, a tener una visibilidad pública que puede resultar avasallante.

En esas condiciones estas familias llegan al Centro Judicial de Mediación y a las manos de los mediadores, lo cual representa una gran responsabilidad profesional a la hora de acompañar a transitar estas situaciones conflictivas a los miembros del sistema. 

La vulnerabilidad de los participantes se presenta en distintos niveles, más o menos solapada en algunos casos, pero nunca inexistente. La implicancia de las subjetividades que se ponen en juego también se articula con lo que está socialmente instituido a través de modelos hegemónicos o de mandatos ancestrales, entre otros, ya que se desarrolla en la esfera de lo público, lo cual trae aparejado otro factor de presión.

Los elementos mencionados, más otros que flotan en el espacio vincular de manera remota, representan la “materia prima” con la que trabajaremos como mediadores en las situaciones conflictivas indicadas. Éste es uno de los motivos por los cuales estas causas necesitan de una formación intelectual, profesional y empírica específica, que permita el abordaje de semejante desafío profesional y personal. 

Durante el desarrollo del proceso de mediación y a medida que se va generando un “espacio seguro” para las partes, se relevan y trabajan la batería de intereses y satisfacciones de los participantes y del propio sistema. 

Es importante dejar establecido que, para esta mediadora, el concepto de éxito de una mediación no está necesariamente acoplado al concepto de acuerdo, pero es una de las posibilidades esperables, teniendo en cuenta que es una manera ágil de sistematizar esos intereses en una herramienta útil para ese sistema familiar, en ese momento particular. 

Ese borrador de acuerdo se desmenuza, se co-construye y se analiza con los integrantes del sistema familiar y con los colaboradores (abogados, terapeutas) si los hubiera, intentando también proyectarlos a la vida cotidiana posible y/o probable de esa familia. El ejercicio del día a día, en donde se activa ese instrumento/acuerdo, sirve para que los protagonistas puedan detectar verdaderamente los ajustes necesarios antes de cristalizar un acuerdo escrito. En ese sentido podemos decir que lograrlo sería la consecuencia lógica de un proceso respetuoso, comprometido, cuidado y profesional llevado a cabo para satisfacción de las partes en ese momento/tiempo particular. 

El acuerdo, redactado y co-construido con las partes, acorde a sus necesidades, características de vida, escala de valores, entre otros, logra sustentabilidad en el tiempo y lo convierte en un verdadero Dispositivo de Intervención, en tanto brinda una herramienta útil en el espacio relacional para el mejor desenvolvimiento posible del sistema familiar en cuestión.

Una manera interesante de poder evaluar la operatividad futura o la efectividad del dispositivo acuerdo es analizándolo a través de las variables de eficacia y eficiencia.

Si consideramos la eficacia como la capacidad de lograr el efecto deseado acorde con la realización de una acción, lo asimilamos a la respuesta a “qué se hace”, y si pensamos en la eficiencia como la capacidad de conseguir los objetivos de la mejor manera posible, a través del mejor uso racional de los recursos, respondería a la pregunta del “cómo se hace”. 

Entonces, podemos ponderar la efectividad/éxito del dispositivo cuando se logre una mezcla equilibrada y productiva de ambos recursos para este sistema familiar en este momento particular, y podremos prever su sostenibilidad en el tiempo asentado sobre la satisfacción de los intereses de las partes. (Continuará)

(*) Mediadora especializada en Familia y en Restitución Internacional

Comentarios 2

  1. elda jorgelina lagos says:

    Precisamente la tensión que provoca un conflicto requiere de mediadores idóneos.
    Está es una reflexión muy atinada y y tranquilizadora para quienes requieren de tales apoyos. Gracias

  2. Susana novas says:

    Esperando la próxima entrega…

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