El diario Libération, de París, más conocido por los galos simplemente como Libé, fundado en el año 1973 nada menos que por Jean-Paul Sartre y los periodistas Benny Lévy y Serge July, está a un palmo de su desaparición.
Por Luis Carranza Torres (*) y Sergio Castelli (**) – Exclusivo para Comercio y Justicia
Tan sólo en el pasado año, disminuyó en casi un tercio su venta de ejemplares en los quioscos y hoy por hoy es leído más por sus suscriptores que por el público en general. Lo cual no ayuda en nada a su déficit de ingresos.
El diario ha podido sobrevivir en los dos primeros meses de 2014 sólo gracias a una ayuda financiera gubernamental, echada mano desde el rubro presupuestario de ayudas a la prensa.
Se halla de una ayuda estatal adicional, que podría rondar el millón de euros, pero aun así sólo retrasaría lo inevitable por unas semanas más, y no muchas.
Pero el conflicto no es sólo económico -por el proceso de endeudamiento continuo que lleva sufriendo desde hace tiempo- sino también humano. El quiebre de relaciones entre la dirección de la empresa y sus empleados es quizá un peligro mayor para su continuidad que las cuestiones monetarias.
“De izquierda e impertinente”, les gustaba decir a sus periodistas, como definición del diario, al que Jean Paul Sartre imprimió un cuño distintivo de ser un medio declaradamente ideológico pero sin partidismo, sensible a las causas sociales y rupturista en todo sentido.
Pero no sólo en cuanto a las ideas políticas se ha destacado. La identidad de la que Libération siempre hizo gala, a la par de su independencia, y que hoy se halla en crisis, ha pasado también por una forma distinta de mostrar las noticias, por ejemplo con mayor influencia de la imagen respecto de los textos.
En la larga historia de la agonía del medio, las crisis económicas han causado enfrentamientos humanos, y éstos, problemas financieros. Todo ello en una suerte de círculo vicioso, que siempre ha acercado el medio un paso más en dirección de su extinción.
Quizás el ejemplo paradigmático de este entrelazamiento de hechos negativos pueda ser el arribo de Edouard de Rothschild, un ícono del capitalismo que combate el medio, al conjunto de accionistas del diario. A fin de salvar los baches financieros, en 2006 se le vendió 40% de las acciones de la empresa. Ello ocasionó la partida de varios de sus periodistas más destacados, como Florence Aubenas, el crítico de cine Antoine de Baecque, o el escritor y novelista Jean Hatzfeld. La pérdida de tales plumas derivó en una menor circulación y en mayores problemas financieros.
Pero no todas son sombras en su camino. Una débil luz de esperanza asomó últimamente, cuando sus accionistas también consiguieron, a comienzos de mes, que el Tribunal de Comercio de París aceptara reestructurar su deuda de seis millones de euros hasta 2017, pero a condición de que presente un plan de economías de cuatro millones.
Decidido a aprovechar ese respiro, uno de los accionistas minoritarios ha lanzado un plan para salvarlo, apelando a las nuevas formas de difundir noticias en Internet. Pero eso, lo comentamos la próxima semana.
* Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas.** Agente de la Propiedad Industrial.