Si tras la muerte del ex presidente Néstor Kirchner algunos sectores empresariales se ilusionaron con cambios en el rumbo económico marcado por el Gobierno nacional desde 2003, anteayer recibieron una muestra más de que eso es altamente improbable. El avance en Diputados de un proyecto para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores tercerizados es una clara señal del sostenimiento de una de las líneas principales de acción del Ejecutivo nacional desde la asunción hace siete años. Por Gino Maffini / [email protected]
La propia Cristina Fernández lo dijo ante empresarios, trabajadores y políticos locales en su reciente visita a la planta de Renault en Córdoba. El Ejecutivo piensa siempre en trabajadores “con altos salarios” -una condición que ha sido, de manera creciente, parte constitutiva de su proyecto de mercado interno fuerte- y mejores condiciones laborales. Buena parte de sus iniciativas pueden leerse en esa clave, desde la restitución del Consejo del Salario Mínimo hasta el retorno de las convenciones colectivas, apenas iniciada la gestión de Néstor Kirchner.
Frente a este avance alrededor de proyectos específicos -como fue, hasta hace unos días, el de distribución de ganancias, por ejemplo-, las entidades empresariales más grandes del país han intentado dilatar el debate, apostando más bien al rechazo in totum de las propuestas que a la presentación de alternativas que les permitieran moderar el impacto y llevar agua para su molino.
Esto, aun en los casos en que reconocen la legalidad de los cambios propuestos -como ocurre con la repartición de utilidades, amparada en la Constitución-, pero también en otros proyectos, como la modificación de la Ley de Entidades Financieras.
La táctica por ahora les dio réditos, pero en otros ámbitos, como el sector agropecuario, algunas de las entidades -Federación Agraria, por ejemplo, no el resto de la Mesa de Enlace- parecen haber optado por la negociación alrededor de temas específicos, antes que el “todo o nada” y el rechazo a realizar concesiones consensuadas hasta que un cambio de gobierno propicie otras condiciones.
Los empresarios juegan de manera diversa, pero está claro que la idea de esperar un cambio de rumbo habrá que correrla del horizonte, y no por poco tiempo.